ALEXANDER THOMPSON Me quedo viéndola por un buen rato. No se ha dado cuenta de mi presencia en la habitación. He entrado sigilosamente y ella está ida, viendo por el enorme ventanal, a oscuras, únicamente iluminada por la luz que entra de las luces de afuera. Quizá esté teniendo recuerdos desagradables de todo lo que sufrió en este departamento. Aquí inició todo su calvario junto a su exesposo y, aquí mismo, él la violó por orden de Miranda. Aún no puedo creer lo imbécil y ciego que fui, como para no darme cuenta de la clase de persona que Miranda era y dejar que hiciera todas las aberraciones que hizo bajo mi nariz. «¡Idiota! —Pienso—. Un semejante pendejo al que Miranda le vio la cara durante mucho tiempo, eso es lo que fui». Me acerco a ella. Tratando de hacer el menor ruid

