A la mañana siguiente desperté muy temprano, Rachele no me sintió puesto que después de la cena “familiar” que tuvimos, ella se quedó trabajando. Me puse su traje de baño –que por cierto ya me estaba acostumbrando a el– y me fui a duchar. Ese día seria sin duda alguna un día muy importante para mí, los nervios me estaban comiendo la piel y sentía como mis bellos saltaban literalmente de mis brazos y piernas; regresar al Bunker, volver a formar parte de ellos era sin duda alguna maravilloso. Pero no quería hacerme falsas ilusiones, a mis 21 años ya era muy poco probable que me quieran y más por mis mas de tres años de para.
Me puse ropa deportiva, y acomodé en un maletín ropa adicional, mis chimpunes –que no usaba hace más de tres años- y tres botellas de agua mineral que había comprado l
