- ¿Dónde estás? –le pregunté a Jon cuando contesto mi llamada. - Estoy llegando a la puerta, hubo un poco de cola en la caja –respondió. - Ya estoy con Rachele en la entrada, aquí te esperamos… - Está bien. Era una noche calurosa, dejé las bolsas que estaba cargando, en el suelo y me saqué la casaca mientras esperaba que Rachele llegase a mi con las bolsitas de churro que fue a comprar. - Toma –me entregó una bolsita–, aunque a ti ya no debería darte churros –retiro su mano. - ¿Por qué no? -me quejé. - Porque si comes churros, te volverás más churrísimo de lo que ya eres, mi amor –su voz era muy femenina y chocha– y yo, no quiero que vengan otras chicas y se fijen en ti. - Todas se fijan en mí –le respondí alzando los

