31Tras una noche en que había dormido más de lo esperado, Marianne despertó a la mañana siguiente para encontrarse sabiéndose tan desdichada como cuando había cerrado los ojos. Elinor la animó cuanto pudo a hablar de lo que sentía; y antes de que estuviera listo el desayuno, habían recorrido el asunto una y otra vez, Elinor sin alterar su tranquila certeza y afectuosos consejos, y Marianne manteniendo la exacerbación de sus emociones y cambiando una y otra vez sus opiniones. A ratos creía a Willoughby tan desdichado e inocente como ella; y en otros, se desconsolaba ante la imposibilidad de absolverlo. En un momento le eran absolutamente indiferentes los comentarios del mundo, al siguiente se retiraría de él para siempre, y luego iba a resistirlo con toda su fuerza. En una cosa, sin embarg

