Rechazada.
Prólogo.
Ciudad de Banff, Canadá.
A pesar de que le habían advertido que no fuera a la fiesta —una que ella creía de cumpleaños—, Sasha Favre, envuelta en un abrigo que la protegía del frío, se acercó a la enorme mansión de los Larsen.
Recién llegada a la ciudad de Banff, en Canadá, había viajado hasta allí en busca del padre de su hija. Un hombre joven con el que había trabajado en una cafetería. Un encuentro sacado de una película.
Ella, la dulce y pobre mesera; él, el cliente que la salvó de un acosador que la siguió hasta el paradero. Un desconocido que apareció de la nada para desaparecer al agresor, solo por haberla mirado con malas intenciones.
Desde ese instante nació un idílico romance entre la hija menor de uno de los hombres más poderosos del mundo y un pobre muchacho con un pasado desgarrador y un futuro del que no podía escapar.
Y de ese breve amor de seis meses, nació una pequeña pulga llena de vida, un rayo de luz que llegó para iluminar el camino de sus padres. Pero inesperadamente, el joven desapareció sin dejar rastro.
Desde entonces, con la ayuda de un amigo, Sasha había logrado dar con el posible lugar donde vivía su adorado Skyler: la ciudad de Banff.
—¿Es aquí? —preguntó Sasha, sintiendo cómo la agitación le subía al pecho, sin sospechar que lo que estaba a punto de ver sería una puñalada directa a su corazón.
—Sí, pero no deberías entrar, Sasha.
—No, debo verlo, necesito saber si se trata de mi novio, y si es así, saber porque se fue, porque no regresó. Quizás tuvo un accidente y me olvidó, Joyce.
—¡Sasha, no! Espera...
La joven subió las escaleras que daban al lujoso patio, donde una pareja anunciaba su unión. Pero no era cualquier unión.
—¿Quién eres tú? —la detuvo uno de los guardias, interponiéndose en su camino.
—Busco a Skyler Larsen. Sé que está aquí. Dígale que Sasha Favre lo busca. Cuando escuche mi nombre, me dejará verlo, estoy segura.—Solo espero que sea él.
El guardia la miró de pies a cabeza. Su ropa sencilla no contrastaba con la elegancia del lugar. Definitivamente, no era una invitada.
—Vete. El Alfa no perdería su tiempo con una simple humana.
—¿Cómo me llamó?
—Sasha, no. Vámonos —insistió Joyce, nerviosa.
Había algo en ella que la asustaba, y por eso había accedido a traerla: Sasha se parecía demasiado a la antigua Luna de la manada, una loba muerta en un confuso incidente donde los humanos fueron culpados.
—¿Qué pasa aquí?—Retumbó una voz en el lugar.
—Señorita Watson, disculpe la molestia, pero hay una humana que insiste en ver al Alfa Skyler.
¿Alfa Skyler?
Sasha parpadeó, confundida. ¿Por qué lo llamaban así? ¿Sería acaso un título?
—¿Así? ¿Y quién es? —preguntó una rubia, una mujer deslumbrante vestida de rojo que caminó hacia Sasha. Al verla, el miedo volvió a apoderarse de ella, el temor de que una mujer tan parecida a la luna muerta hiciera tambalear la decisión de Skyler de quedarse a su lado. Porque el Alfa había amado con locura a Asena, su antigua luna, y ese amor era una sombra que aún pesaba sobre ambos.
—¡Tú! nos vimos en la mañana, ¿me recuerdas?.—Preguntó Sasha emocionada de ver a una conocida.
—Ah, sí. Eres la torpe que se tropezó conmigo.
—¿Qué? ¿P-por qué me hablas así? Pensé que eras...
Sasha no entendía. Aquella rubia había sido amable horas antes, pero ahora su mirada estaba cargada de desdén.
—¿Qué pasa aquí? —Intervino esta vez, una voz masculina.
—Oh, amor, nada. Solo una insignificante pueblerina que vino a pedir limosna —dijo la rubia, apoyándose en el brazo del hombre—. Estaba a punto de dársela para que se fuera y no molestara.
Sasha levantó la cabeza, y lo vió.
Sus ojos se abrieron de par en par, llenándose de lágrimas.
Era él. El joven que la salvó. El que la amó. El que le prometió un “para siempre juntos”.
El padre de su pequeña pulga.
El hombre que desapareció sin explicación.
Y ahora estaba frente a ella, tan cerca, pero a la vez tan lejos.
—S-Skyler, eres tú —susurró con una sonrisa quebrada, dando un paso hacia él sin darse cuenta.
—¿Amor? ¿La conoces? —preguntó la rubia, apretándose aún más contra el cuerpo de Skyler, con clara intención de marcar territorio y hacer sentir mal a Sasha.
—¿A-amor? No estoy entendiendo… —balbuceó Sasha, confundida.
—Vámonos, Sasha —murmuró Joyce, casi suplicando—. No debemos molestarlos. Discúlpenos, Alfa, no era intención de mi amiga irrumpir en su fiesta de compromiso.
—¿Q-qué? ¿Compromiso? —la voz de Sasha se quebró. Sentía que el suelo se le abría bajo los pies al escuchar esa palabra.
El hombre al que había amado con todo su ser, se estaba comprometiendo.Y no con ella.
—Sasha, vámonos —insistió Joyce, desesperada—. Por favor…
—¡No! ¡No! —gritó Sasha, con un nudo en la garganta.
La dulce, pero frágil Sasha Favre dejó salir el fuego que guardaba dentro. Avanzó, ignorando el miedo, ignorando las miradas.
Pero lo que encontró fueron unos ojos llenos de desprecio.
El mismo hombre que una vez la miró con ternura, ahora la miraba como si fuera una intrusa, algo insignificante, y no entendía porque.
—Skyler, soy yo… Sasha. ¿Acaso no me recuerdas?
—Sasha, vámonos —suplicó Joyce, sujetándola del brazo—. Ellos son la pareja más poderosa de Banff y se están comprometiendo, nosotras solo estamos estorbando.
—¿Q-qué? —Sasha no podía creer lo que escuchaba.
El amor de su vida,el padre de su hija, se estaba comprometiendo con otra mujer y parecían muy felices, ¿Y entonces ella que fue?
—Espera ¿Dices que me conoces, humana? —preguntó Skyler, con voz fría y se apartó de su prometida, quien palideció por un instante.—Habla.
—No, no, mi Alfa —intervino Joyce rápidamente—. Mi amiga se confundió, por favor, perdónela. Vámonos o nos matarán, Sasha —susurró con angustia—. Y tu pequeña cachorra correrá el mismo destino. ¿Eso quieres?
—¿Mi Sky…? —susurró la humana con voz temblorosa.
Sasha volvió a mirar al hombre que distaba mucho del hombre gentil y amable del que se había enamorado.
¿Porque ese cambio?
¿Porque esa mirada fría, arrogante y cruel hacia ella?
—Te hice una pregunta, humana. ¿Acaso me has visto en otro lado? —dijo, acercándose lentamente.
Sasha tragó saliva. El corazón le latía con fuerza.
—Porque yo no. No te conozco. Y jamás le hablaría a una insignificante humana. Son la r**a más despreciable que existe.
Las palabras fueron cuchillos que se clavaron una y otra vez en el pecho de la joven.
El hombre que había amado no solo la había abandonado, ahora la despreciaba como si fuera basura.
Las lágrimas no tardaron en aparecer y nublarle la vista, pero aun así murmuró.
—Lo siento, me equivoqué, señor. Me equivoqué.
Joyce, una joven loba que había sido amable con Sasha, la jaló para apartarla.
Esta vez, la humana destrozada, no opuso resistencia y se dejó llevar por ella hasta llegar al auto, no sin antes, mirarlo por última vez.
Pero esa imagen, la destrozó aún más.
Skyler,—el Alfa que creía era un simple humano—devoraba a besos a su prometida Jelena Watson, sujetando su rostro con ahínco y ahondando en la profundidad de un deseoso beso que ella correspondió con ganas, como si él quisiera que Sasha observara la escena y entendiera su lugar, una escena que terminó de romper, su generoso corazón.
Y entendió porfin, que el Skyler que ella conoció, jamás había existido, así como también que no valía la pena que supiera de la existencia de una pequeña cachorrita que anhelaba conocer a su padre. Él no sabría jamás eso, y Sasha se aseguraría de ello.