Casa de las mariposas.
Cleome estaba sentada en una cómoda butaca junto al fuego y conversaba animadamente con su huésped, el vampiro se había recuperado en cuanto despertó.
La esencia de la hoja de olivo provocaba taquicardia y el corazón dormido de un vampiro empezaba a latir, un latido por minuto, suficiente para hacerlos caer en un estado de hibernación hasta que el efecto pase.
Este estado el vampiro corre peligro de que el sol lo alcance en su estado inconsciente y muera calcinado, por esa razón el envenenamiento con la hoja de olivo es mortal para un vampiro.
Fárfara los espiaba siempre que los dos estaban juntos, algo no era natural, la mafarki sentía que había algo extraño en el vampiro y no lograba fiarse de él, la bruja por otro lado cada vez que estaba con el vampiro le brillaban los ojos.
El invierno llegó a su fin, Evian decidió marcharse y prometió mantenerse en contacto, Fárfara le dio una larga cátedra a Cleome sobre lo mentirosos que son los hombres sin importar si son humanos o sobrenaturales, todos mienten para obtener lo que quieren y luego se marchan.
— Él es diferente…
decía Cleome con cierto aire soñador.
— … él es sincero con sus palabras y en verdad siento que él sería un muy buen compañero.
Fárfara torció los ojos y con tono mordaz dijo:
— En cuanto salga de tu cama, no lo volverás a ver en tu vida, el único consuelo será que no te dejará encinta.
Dos semanas después de la partida de Evian la bruja no tuvo ninguna noticia de él y su estado anímico decayó un poco, un mes había pasado sin ninguna noticia cuando una noche el vampiro se presentó en el jardín de la bruja.
— No pensé volverte a ver.
declaró Cleome con un cierto tono de resentimiento en la voz.
— Tuve que arreglar algunos asuntos en mi nido, pero todo el tiempo pensé en ti y en tu voz…
Evian empezó a acercarse a la bruja.
— … en tu sonrisa…
un paso más cerca.
— … en tus ojos como la noche…
la mano del vampiro acarició el rostro de la bruja.
— … el sonido de tu corazón no lo he podido sacar de mis pensamientos…
Evian rodeó con su mano lentamente la cintura de Cleome, la bruja tembló como una hoja, pero no se apartó, lo miraba con anticipación y anhelo.
El vampiro sujetó a la bruja por la nuca y mientras seguía enumerando todas las virtudes que no había podido olvidar de ella sus labios se fueron acercando y se unieron, lentamente al principio y luego se besaron con pasión en la oscuridad del jardín.
Desde detrás de un manzano del jardín, en el rincón más alejado Fárfara observaba la escena de amor, sus ojos brillaron, un brillo de celos, la mafarki se escabulló silenciosamente, el vampiro no podía estar con la bruja y ella lo demostraría.
Los encuentros románticos entre la bruja y el vampiro se alargaron cada noche durante más de un mes, el vampiro no se dejaba ver a menos que la bruja estuviera completamente sola en el jardín.
— Te anhelo.
susurró Evian mientras abrazaba por detrás a Cleome, la bruja se mordió el labio y giró entre sus brazos, sus miradas se cruzaron.
— Todo está yendo muy deprisa.
— Tú y yo vivimos centurias, pero no es la eternidad.
— Somos de mundos diferentes.
— Durante la noche solo existimos nosotros, ¿no te es suficiente?
Cleome vio su reflejo en los ojos azules del vampiro, ¿Suficiente? Ella sentía que cada noche en los brazos de Evian, todos esos besos robados en la oscuridad, llenaban su mundo, le daban calidez a sus días y emoción a sus noches.
— Vendré dentro de dos noches, si me aceptas me quedaré hasta el amanecer en tus brazos.
Cleome se mordió el labio y sacudió de manera afirmativa la cabeza, estaba decidida, estaría esa noche con él y se volverían uno.
Fárfara entró a hurtadillas a la casa de la bruja, dos días, la bruja estaría con el vampiro dentro de dos noches, un pensamiento brillo en sus ojos y rápidamente lo escondió, la bruja no podía sospechar de sus intenciones.
…..
Dos días después.
Un hombrecillo vestido con un saco con una flor de papel en el ojal, se presentó un par de horas antes del anochecer en la casa de la bruja, se presentó con un presente de parte del vampiro.
Cleome recibo el paquete con emoción mal disimulada, al entrar fue directamente con el paquete y se encerró en su habitación, con dedos impacientes desató la cinta con la que estaba cerrada la caja, la cinta corrió con un silbido deshaciéndose el enorme moño.
Retiró la tapa y los laterales cayeron con un leve ¡Pop!, en el interior de la tapa estaba adherida una carta y dentro de la caja había una vela de cristal.
La nota ponía:
“Esta vela de cristal es como nuestro tiempo juntos, cristalino y eterno.
Enciende esta vela justo en el segundo en que el sol desaparece y la luna se asoma, el punto en que tu mundo y el mío se vuelven uno.
Evian."
.....
Fárfara llevaba con cuidado un gran balde con agua fresca hacia la casa, de lejos vio a Cleome entrar con el paquete y sonrió con decisión, era el momento de actuar.
Entró en la cocina y empezó a calentar el agua sobre el fogón, lentamente removía el líquido humeante, olfateó los vapores que subían y chasqueó la lengua, le faltaba canela, con una risita vio como la rama de canela se hundía entre las burbujas del caldero.
Preparó una gran taza, la colocó sobre un charol con un tapetito tejido al tiempo que hacía una mueca, la bruja era tan cursi incluso con esos detalles, y con cuidado subió los escalones, con la punta del pie golpeó en la puerta de la habitación de Cleome.
......
Los ojos de Cleome brillaron al leer la nota, vio la vela de cristal, era un cristal tan traslúcido que parecía ser de aire sólido, giró para ver el sol, faltaban unos minutos para el ocaso, tomó una caja de cerillos y empezó a contar los segundos.
El cerillo corrió sobre la lija y con una chispa se prendió, el pábilo se prendió con un chisporroteo en el mismo instante en que el día cambio en noche, la luz de la vela era fría como un fuego fatuo.
tic-tic-tic.
Cleome volteó al escuchar el toque en la puerta y con una sonrisa de felicidad en el rostro fue a abrir, Fárfara le esperaba del otro lado con un charol y una taza humeante con un intenso aroma a canela.
Afuera el cielo oscurecía, mientras Cleome se cepillaba su cabello platinado tomaba unos sorbos de la bebida que Fárfara le llevó, la taza vacía repiqueteo sobre el platillo.
Cleome se sentó en su cama y se estiró, sus ojos se empezaron a cerrar, su cabeza se recostó sobre el grueso cobertor, la luna se reflejó sobre sus ojos azabaches y se terminaron de cerrar.
Fárfara entró de puntillas en la habitación, la bruja estaba profundamente dormida, los dedos de la mafarki acariciaron el rostro de la bruja y luego acariciaron su propio rostro, sus facciones empezaron a cambiar.
La mano de Fárfara recorrió todo el largo del cuerpo de la bruja desde la corona de su cabeza hasta la punta de su pie, su mano se detuvo en la punta del dedo del pie de Cleome y con un movimiento fluido como si estuviera jalando de un delicado hilo su mano se detuvo en su propio dedo del pie y empezó a subir hasta su cabeza.
Minutos después la puerta del cuarto de la bruja se cerraba y una mujer exactamente igual sonreía al mirarse en un espejo del corredor, Cleome dormía profundamente en su habitación y Fárfara con la figura de Cleome caminaba hacia su propia habitación en el piso inferior.
Una hora después del ocaso la falsa Cleome abrió la puerta de la casa y se detuvo en el lugar de siempre a esperar al vampiro, Evian salió desde la oscuridad del bosque, se acercó a la bruja y preguntó:
— ¿Te gustó mi regalo, encendiste la vela?
Cleome sonrió con algo de vergüenza y afirmó con la cabeza al tiempo que desviaba la mirada, el vampiro la abrazó con fuerza y susurró en su oído, la bruja lo tomó de la mano y lo guió al interior de la casita.
La puerta del cuarto del piso inferior de la casa se abrió y la pareja entró en la habitación, Cleome no cerró del todo la puerta, al vampiro no pareció importarle ese hecho, entrelazados en un beso apasionado caminaron lentamente hasta la cama.
Los ojos del vampiro brillaron en la oscuridad, la bruja era hermosa y sería suya esa noche, Cleome era tan tímida que no había pronunciado ni una sola palabra hasta el momento.
Evian se regocijó en sus pensamientos, parece que no se dio cuenta que clase de vela era la que encendió, pensaba disfrutar con la segunda parte del hechizo y cumplir con su cometido finalmente.