Una enorme sonrisa acechaba el rostro de Jungkook al notar que abría la puerta, aunque la borró completamente cuando vió mi car.
-¿Estás bien? -inquirió.
Agaché la cabeza, pensando la penosa imagen de rostro hinchado y enrojecido que le estaría dando.
Sin esperar respuesta, el muchacho me empujó suavemente posando una mano en mi barriga para entrar y cerrar la puerta detrás de él.
-Obviamente no estás bien -murmuró. Llevó una mano a mi barbilla, levantó mi rostro y lo contempló con ojos entrecerrados-. Estuviste llorando, ¿tiene que ver con el que salieras corriendo de esa oficina?
-Tal vez -me odié a mi misma cuando se me quebró la voz, haciéndome ver totalmente vulnerable.
-Ven aquí, cuéntame -me acompañó hasta mi propio sofá y ambos tomamos asiento-. ¿Qué pasó?
-¿Acaso no es obvio? ¿No te dije yo que era artista plástica? -sorbí por la nariz, apartando la mirada-. ¿Qué hacías tú ahí?
-Mi madre trabaja allí, sólo estaba de visita -se encogió de hombros y luego me miró con pena-. ¿Te rechazaron?
-Sí -inconscientemente llevé la mirada a la carpeta que había quedado toda abierta en el suelo cuando la arrojé allí.
-¿Puedo verlos? -inquirió.
Me encogí de hombros a modo de respuesta, aunque él ya se había sentado en el suelo a pasar página.
-Buau... -murmuró, deteniéndose brevemente en cada dibujo-. De verdad que eres talentosa.
-¿Eso crees?
-¡Por supuesto!
-Díselo al tipo ese.
-Se lo diré, ¿tienes su número? -me miró inocentemente, como si lo dijera en serio. No pude menos que sonreír con cansancio-. ¿Son modelos tuyas?
-¿Modelos? -repetí con tono burlón-. No.
-¿Entonces usas tu propio cuerpo como modelo? -estiró el cuello, con la vista fija en el escote que me hacía la bata de baño. Me apresuré a taparme y sonrió-. Yo lo haría si fuera tú.
Sentí que me ardían las orejas y de repente me pareció una muy mala idea abrirle las puertas de mi casa. ¿¡En qué estaba pensando!? ¡Era un desconocido, pervertido e imbécil!
-Cierra la boca -ordené.
Jungkook rió cantarinamente, haciendo que todos los pelos de mi cuerpo se erizacen, y ladeó la cabeza como un gatito.
-Yeppuda -se sonrió-. No tienes que llorar porque un imbécil ignorante te dijo que tus trabajos no eran suficiente. Yo creo que lo son.
-¿Y por qué tu palabra tendría que valer más que la de un profesional?
-Porque soy Jeon Jungkook, el golden maknae e international playboy.
Parpadeé reiteradas veces, pensando en cuántas veces habría dicho eso a lo largo de su vida y en lo mucho que me costaría olvidarme de aquella frase.
-¿Lo de playboy es por los conejos? -inquirí.
-¿Conejos? ¿De qué hablas?
-No, nada.
Tenía que dejar de compararlo con un conejo... o al menos no decirlo en voz alta.
El teléfono de Jungkook sonó y éste no tardó ni un nanosegundo en levantarlo y descolgar.
-¿Si? -inquirió, inmediatamente sonrió con la vista fija en algún punto lejano y sus ojos se achicaron-. ¡Ne! ¿Ahora? Oh... ¡Ne, ne! Ahora voy -me miró y yo aparté la mirada-. También te quiero.
Bueno, auch.
-¿Tu novia? -probé, sonando más seca de lo que pretendía.
-Mi madre -respondió levantándose y comiéndome con la mirada, divertido ante la situación-. ¿Qué? ¿Ahora me celas por hablar con mujeres?
Oh rayos, ahora me sentía totalmente estúpida. ¿De verdad me había dolido que hubiera podido ser su novia? No es que fuera como mi amigo, apenas era mi vecino imbécil del que me tenía que alejar por mi propio bien. ¿En qué estaba pensando?
-No -respondí con voz grave, levantándome para ir a abrirle la puerta.
Jungkook rió y me siguió, pasando a través de ésta y frenando justo cuando estaba por irse.
-Oye, Line -me llamó-. ¿Paso por ti más tarde?
-No.
-¡Oh, vamos! No voy a dejar que te quedes ahí como un trapo sucio.
-Me acabo de bañar, no aplica -amagué con cerrar la puerta, pero él la abrió tan violentamente que casi me caigo para atrás-. ¿¡Qué!?
-Déjame pasar por ti y levantarte el ánimo.
Por favor, hazme tuya ahora mismo. Me levantarías muchísimo el ánimo.
-Estoy bien, no hay necesidad de que te preocupes por mí.
-Si yo no me preocupo por ti, ¿entonces quién?
-Pues... mis padres.
-¿Y tus padres vendrán y te sacarán a pasear en la hermosa noche de Seúl?
¿¡Me iba a sacar a pasear!? Mi corazón aleteó como una mariposa.
-Estoy bien, Jungkook. De verdad.
Hizo un puchero y sentí muchas ganas de besarlo y golpearlo al mismo tiempo.
-Te prometo una de las mejores noches de tu vida -soltó, entrecerrando los ojos con una ferocidad que me secó la garganta-. ¿Qué dices? ¿De verdad vas a perdértelo?
-Yo...
-Antes que digas que no -me interrumpió- debo recordarte el lema ese que dice "nunca le digas no a una fiesta". Y antes de que vuelvas a discutir: no, no voy a llevarte a una fiesta; pero se sentirá así porque estarás conmigo.
Me lo quedé mirando, incapaz de no reírme en su propia cara.
-¡Pues sí que tienes el ego muy arriba, niño!
-¿Niño? -se cruzó de brazos con una sonrisa traviesa-. ¿Tienes más de veintiuno?
-N-no...
-¿No? Eso me hace tu oppa.
Y, sin más, se marchó.
Ojalá no pretendiera que le llamara oppa porque, realmente, no pensaba hacerlo. ¡Me moriría de vergüenza de tan sólo pensarlo cerca suyo! Porque realmente... no podía negarme a que me sacara de casa. Es decir, realmente me la pasaría viendo películas románticas o me obligaría a mí misma a dibujar cosas más "aceptables", y no era una buena forma de pasar la tarde. Además sí que tenía ganas de salir con él, ¡por supuesto que quería!, sólo necesitaba que me insistiese un poco... para no quedar como si estuviera coladísima por él... Aunque, bueno, lo estoy, pero... ¡YAH! ¡NO ME JUZGUEN!
Resulta que "más tarde" para Jeon era así como muy entrada la noche, por lo que me había limitado a ponerme mis lentes de lectura, mi chal de abuelita, y a leerme una maratón de Harry Potter; dando por sentado que se había arrepentido y se habría buscado alguna otra chica para pasar el rato.
Cuando el timbre sonó pegué un respingo de sorpresa y chasqueé la lengua, cerrando cuidadosamente el libro con el marcapáginas para luego correr hacia la puerta.
Como si se tratara de un deja vú, vi del otro lado al emo sonreírme y luego decepcionarse.
-¿¡Dónde está tu ropa!? -inquirió. Me señalé la ropa, como si quisiera enseñarle que no iba desnuda-. No estás hablando en serio.
Me crucé de brazos.
-Estaba leyendo, creí que no pasarías a buscarme.
-¿Qué creíste? ¿Que vendría a mitad de la tarde? -asentí-. ¿En serio?
-Sí; y tal vez me llevarías a ver alguna tonta película al cine -me encogí de hombros.
-¿Película? ¿Cine? -entreabrió los labios, mirándome como si supiera algo que yo no-. ¿Una cita?
Descrucé los brazos rápidamente y sacudí las manos frente a él.
-¡N-no! ¡No hablaba de citas!
-¿Y a qué te suena eso, eh? ¿Y luego qué? ¿Cena romántica? ¿Pasear por el río Han?
-Hey, yo también paseo por el río Han.
-Que romántico.
-Sola.
Asintió, mirándome con lástima.
-Como sea, ve a cambiarte ahora mismo -entró y cerro la puerta.
-¿Qué? No.
-Ahora.
-La verdad no tengo mucho ánimo de salir y...
-Pollo frito -me interrumpió, enarcando una ceja.
-¿Qué dijiste?
-Que te llevaré a comer pollo frito y luego vemos qué hacer -le miré boquiabierta-. ¿Qué? ¿Ya comiste? -en respuesta, mi estómago vibró-. Parece que no. ¡Anda! ¡Ve a ponerte algo lindo!
Típico: flower material boy. Ugh.
Caminé hasta mi cuarto y le oí seguirme. Me giré y le dirigí una mirada fría, pero Jungkook me ignoró y fue directo a abrir mi armario.
-¡Eh! -me quejé-. ¡Eso es privado!
-Se nota: ¡menudo lío tienes aquí!
Me sonrojé de sólo recordar lo ordenado y pulcro que era su departamento y lo desorganizado que era el mío en comparación.
-Deja de hurgar entre mis cosas.
-Oye... pero... ¿qué tenemos aquí? Woah, wooohooo -levantó un vestido n***o, ajustado y bastante despechado.
-Eso es de Minha, se lo ha olvidado aquí.
-Ya me parecía que no tenías tan buen gusto -arrugó la nariz y siguió buscando. Finalmente suspiró y sacó un par de jeans claros y una blusa holgada, azul celeste-. Creo que lo más apropiado es que uses algo casual.
-Genial, ahora eres fashionista -levanté las prendas y me dirigí al baño.
-¡Soy todo lo que tu quieras!
-Imbécil -susurré, pero me oyó porque soltó una cantarina risa que me hizo sonreír antes de cerrar la puerta y comenzar a desvestirme.
Quité la coleta que sostenía mi cabello liso y lo despeine sobre mi espalda. Me puse un poco de labial y apreté mis mejillas para darles color antes de salir.
Jungkook miraba las postales y dibujos pegados por las paredes de mi casa como si se tratara de un museo, con las manos juntas tras la espalda y expresión ausente y concentrada. Me dediqué unos minutos a observar su figura esbelta, musculosa. Era jodidamente perfecto. Los pantalones de cuero n***o se le pegaban acentuando sus muslos. La blusa roja que se había metido bajo los pantalones me dejaba una clara vista de su cuello y parte de sus clavículas. Me mordí el labio inferior mientras levantaba un poco más la vista y observaba su perfil. Su nariz prominente para nada antiestética, su boca pequeña de labios carnosos y como sus dientes grandes aparecían al entreabrirla; sus ojos redondos y grandes, negros como la noche y aquellos aros que le hacían verse tan increíblemente sexy.
De repente giró a verme, y yo me apresuré a recuperar la compostura y señalarme con un dedo.
-¿Estoy bien? -inquirí.
-Aceptable, ¿vamos?
Asentí, tomé mi teléfono y ambos nos dirigimos derecho al ascensor. Éste no tardó en llegar y nosotros no tardamos en estar fuera del edificio, parados frente a una...
-¿¡Motocicleta!? -abrí los ojos como platos.
-¿Te asustan? -inquirió, quitándole la cadena.
-¿¡Qué si me asustan!? -me reí sarcásticamente-. ¿¡Por qué iban a asustarme!? ¡Las adoro!
-¿En serio? -frunció el ceño con una sonrisa.
-Mi padre solía llevarme e irme a buscar todos los días en motocicleta a la escuela. Sólo que la suya era la típica motocicleta italiana, no una.... ¿Son eso luces?
-¿Te gusta?
¿Y cómo iba a mentirle? Era una deportiva de ruedas enormes, negra brillante y con luces azules en la parte baja. ¿Que si me gustaba?
-Me encanta -asentí y me senté detrás de él para luego rodearle la cintura con los brazos. No me lo había pensado dos veces y es que a) no quería carme y b) tenía muchísimas ganas de hacerlo-. ¿Entonces vamos a Namdaemun?
El barrio de Namdaemun era conocido por ser uno de los lugares más turísticos para compradores compulsivos, más divertidos para adolescentes que se saltan la escuela y más delicioso por su increíble variedad de restaurantes.
-Chica lista -se puso un casco y luego se giró para ponerme uno a mí-. ¡Sujétate!
Y eso hice, porque el maldito conducía como los mil demonios.
-¡JUNGKOOK! -grité, desesperada, en su oreja-. ¡NO PUEDES IR TAN RÁPIDO EN CALLE TRANSITADA!
-¡Relájate y disfruta!
-¡AHHHHHHH!
-¡No grites!
-¡VAMOS A MORIR!
Jungkook comenzó a reírse tanto que tuvo que frenar a un costado. Se giró y levantó la visera del casco para mirarme.
-¿Qué es lo que te asusta? ¿No dijiste que tu padre te llevaba a la escuela en moto?
-¡Mi padre conducía como un buen ciudadano!
-También yo -ladeé la cabeza regalándole una mirada de "¿en serio?"-. Bueno, bueno; escucha: es mi manera de conducir y no la cambiaré por ti. En vez de gritar y decir que moriremos, ¿puedes hacer una cosa?
-¿Qué?
-Disfruta.
-Pero...
-No, en serio. Relájate y disfrútalo porque, créeme, no hay sensación comparable.
Sabía perfectamente que andar en motocicleta proporcionaba una sensación de adrenalina y libertad increíble; me encantaba. Pero lo único que sentí cuando el muchacho puso en marcha el motor fue un miedo terrible.
-¿Cómo puedo disfrutarlo si pasas a toda velocidad a un centímetro de los autos? -inquirí, pues esa única cuadra que habíamos hecho en menos de diez segundos me había servido para imaginarme como sería el resto del viaje.
-Confía en mí.
-Oye, no...
-¿Confías en mí?
Sus enormes ojos negros se me metieron tan profundamente que temí el que pudiera leerme los pensamientos. Se mordió ligeramente el labio inferior, como si estuviera concentrándose en mandarme toda su confianza por medio de la mirada. Estiró un brazo y acaricio mi mejilla y yo, sin poder evitarlo, cerré los ojos y me dejé llevar por ese leve y dulce roce.
-Confío en ti -solté, abriendo los ojos.
Sonrió de lado, me soltó la mejilla y me dió un leve manotazo en el casco que me aturdió.
¡Qué bruto!
-¡Genial! ¡Vamos!
Hice una mueca y volví a abrazarlo por detrás, a la espera de mi sufrimiento.