CAPITULO II CRUELES INTENSIONES

4400 Palabras
El día pasó sin mas imprevistos ni situaciones comprometedoras. A eso de las 5 de la tarde me retiré, no voy a decir que trabajo muchas horas en la oficina, porque no es verdad, pero si trabajo bastante fuera. Antes de salir de la oficina tomé ropa del “armario de la estrellas” que tenemos en el edificio. Son modelos de diseñador que usamos para las producciones fotográficas, vídeos, etc. Me subí en mi coche (un AUDI n***o, divino que fue mi bono de Navidad del año anterior) y conduje hasta las afueras de la ciudad a un barrio no muy bonito, pero tampoco deplorable. Llegué al lugar que Víctor me había encomendado, era un bar normal, nada parecido a los lugares que yo frecuentaba. Entré y vi que adentro la situación no mejoraba, el lugar era viejo, sin ningún estilo de decoración, parecía como si alguien hubiera arrojado las mesas y sillas en el salón y así se quedaron. Incluso me dio la impresión de que estaba sucio. Me dije mentalmente que no debía comer ni beber nada, y mucho menos usar el tocador. Todos me miraron cuando estuve al lado de la barra, mi atuendo era demasiado para esa pocilga. El cantinero me miró de arriba abajo, como si me estuviera sacando una radiografía. El tipo hacia juego con el lugar, era repulsivo. A pesar de eso, puse mi mejor sonrisa y le hablé. - Disculpa – el seguía mirándome y sonriendo como un idiota. - Te disculpo todo, preciosa – respondió el, con un tono de voz muy lascivo. Sentí nauseas en ese momento, pero me contuve. - Estoy buscando a AJ Marsen, me dijeron que actúa aquí. - Así es – respondió – en unos minutos sube al escenario, ubícate donde quieras, y pide lo que gustes, que todo va por cuenta de la casa. - Genial – le dije con mi mejor sonrisa – y muchas gracias. Busque una mesa que estaba casi al final del local, pero muy cerca del improvisado escenario. En la mesa de al lado estaban unos chicos, de mi edad o mas jóvenes tal vez, que no me sacaban los ojos de encima, y hablaban de mi, de lo buena que estaba y de lo que me harían si me tuvieran a su merced. Por lo visto todos eran un poco estúpidos o querían que yo los escuchase, porque no bajaban el tono. La mesera me atendió, por fin, y le pedí un martini, (ya se que se suponía que no iba a beber nada, pero sobria no podía seguir soportando eso) En un momento pensé que Víctor me había jugado una broma, y hasta me imagine que la “estrella” que saldría al escenario seria igual o peor que el resto del lugar. Pasaron como quince minutos mas, en los cuales me tome otro trago, porque tenia muchas ganas de golpear a los idiotas de la mesa de al lado. En eso uno de los tontos, el galán del grupo intuí por su actitud, se acercó y se sentó en mi mesa. - ¿Puedo? – preguntó. - Si ya te sentaste ¿para que preguntas? – le respondí con un tono que evidenciaba mi mal humor, pero cuando levanté la mirada para continuar insultándolo, me encontré a un joven de cabellos rubios, ojos miel, cuerpo muy bien formado, por lo que se podía ver debajo de esa chaqueta de uniforme de básquet, rostro muy agraciado con una sonrisa endiablada y una mirada mas que seductora. Al verlo, mi humor mejoró un poco, pero no como para enredarme con él. Se notaba que aún estaba en la escuela, quizás en el último año, pero igual era un niño. - Es solo por cortesía – respondió el sin dejar de sonreír. Yo le devolví la sonrisa, pero sin prestarle demasiada atención, y le dije, con mi muy seductora voz. - Soy muy grande para ti niño, así que ve a jugar a otro lado. El volvió a sonreír y negó con la cabeza sin dejar de mirarme. - No soy ningún niño – dijo con su voz seductora también. - Como digas – le dije guiñándole un ojo. Con eso pareció sentirse mas en confianza y me pidió otro martini y una cerveza para él. - ¿Te puedo preguntar algo? - dijo - Dispara - ¿Estas perdida o algo? - ¿Cómo dices? - Es que a lo lejos se nota que no perteneces a este lugar. - Ah, eso. - Si, eso. - Estoy buscando a alguien. - Ya deja de buscar nena, aquí estoy – dijo cambiándose a la silla que estaba junto a la mía y apoyando su brazo en mi silla. Todo esto sin borrar de su rostro esa sonrisa tan cautivadora. - ¿En serio? – le dije con mi tono juguetón, (no me juzguen, no iba a llevarlo a la cama, solo me estaba divirtiendo). - Mírame, ¿Qué más puedes necesitar? – dijo mientras se señalaba con la otra mano. Yo lo miré detenidamente, con mis ojos de gata y le hice un gesto de aprobación. El se rió y se acercó a mí, buscando un beso. - Tranquilo niño – le dije alejándolo con la mano – solo estaba jugando. - Un beso no te va a matar – me dijo poniendo cara de niño bueno. - No, pero me puede meter en prisión – le dije. El rió ante mi comentario y me dijo - Ya tengo 18, además no puedes ser tan mayor. - No soy tan mayor, pero me gustan los hombres. Eso pareció desconcertarlo un poco pero no se rindió. - y ¿a quien buscas? – preguntó. - AJ Marsen, ¿lo conoces? – la sonrisa volvió a extenderse en su rostro y parecía iluminarlo. - La conozco – dijo haciendo énfasis en “la”. - ¿Es una chica? - Si – dijo el asintiendo con la cabeza – y una muy talentosa. Seguimos charlando sobre la niña en cuestión hasta que se abrió el telón y un hombre anuncio a AJ. La banda comenzó a sonar y una chica a cantar, su voz era exquisita, le faltaba algo de entrenamiento, pero tenia el don, lo que si su imagen no la ayudaba demasiado. Era una niña de no más de 16 años, un poco rellenita, baja, de cabellos negros, ojos azules y grandes. Tenia mucha sombra negra alrededor de ellos, sus labios eran negros también, y su ropa, ni hablar, le hacia falta urgente un estilista, un nutricionista y un entrenador personal. Cerré los ojos y me deje llevar por su voz, y definitivamente me convencí de que podía volverse una estrella, aunque me iba a costar mucho trabajo. Después de casi una hora y media la actuación terminó. - ¿Y que te pareció? – pregunto el rubio a mi lado. - Increíblemente talentosa – le respondí, y el se levantó y fue tras el escenario. Luego de unos minutos volvió con la niña. El sonreía de oreja a oreja y ella mantenía la cabeza baja. - Preciosa, no te pregunté el nombre – dijo hablándome. - Soy Lucy – respondí - Lucy, mucho gusto, soy Mike – dijo él dándome la mano. - Lucy, ella es mi hermana AJ, AJ, ella es Lucy, y te esta buscando. La niña solo levanto su mano en señal de saludo. Era un poco tímida aparentemente. - ¿Y para que la buscas? – pregunto Mike al ver que su hermana no reaccionaba. - Para hacerla una estrella – dije y vi como AJ levantaba su mirada. Sus ojos eran de un azul oscuro, muy intensos. Definitivamente serian su rasgo distintivo. Me quedé mirando a los dos unos minutos, la verdad no encontraba el parecido. Es decir, probablemente el sería el chico mas popular de su escuela, y ella, bueno no seria muy popular. - Genial – dijo Mike – ¿Es genial verdad AJ? - Muy genial – respondió ella. - ¿Qué es genial? – escuché una voz de hombre detrás mió. Al voltearme me encontré con un muy maduro pero apuesto señor, con un aire a Mike, seguramente sería su padre, pensé. - Padre – dijo Mike acercándose al extraño, y confirmé mis sospechas. - Esta muñeca quiere convertir a AJ en estrella – dijo señalándome. - Mi nombre es Lucy – dije extendiéndole mi mano al padre de los chicos, el la tomo mirándome con desconfianza. - Un gusto señorita, mi nombre es Adam Marsen. - El gusto es todo mío – le dije, con mi sonrisa mas compradora – ¿me permite invitarle un trago? El asintió con la cabeza y nos ubicamos los cuatro en mi mesa. Luego de ordenar nuestras bebidas (yo solo pedí café), el hombre comenzó a interrogarme. Lo cual no me molestó demasiado, es decir tenia sueño y me dolía el cuerpo, pero el estaba en todo su derecho de padre. Al parecer algo lo convencí, porque me invitó a su casa a cenar al día siguiente, para seguir charlando. En toda la plática, Mike y Adam preguntaban y preguntaban, pero AJ se quedaba mirando la inmensidad de la nada en su vaso de leche. Que niña mas extraña, pensé cuando me dirigía a mi coche. Cuando estaba por subir a él, una voz me detuvo. - ¿Piensas que deberías conducir? – me volteé y vi a Mike caminando en mi dirección. - La verdad estoy algo cansada, pero no pasa nada – respondí. - No lo digo por el cansancio – dijo posicionándose a menos de 20 centímetros de donde yo estaba – estuviste bebiendo. - Ese no es tu asunto – respondí mientras abría la puerta del coche. Solo la separé dos centímetros y el la volvió a cerrar. - Es en serio – dijo, y por primera vez me fije más en sus ojos que en su sonrisa. Eran preciosos y muy hipnotizantes. - No tengo otra opción – le dije – no puedo llamar a un chófer y no voy a dejar mi coche aquí. - Yo te llevo – dijo tomando las llaves de mi mano y pasando por mi hasta meterse en el asiento del piloto. - Si claro – dije sosteniendo la puerta para que no la cerrara – tú bebiste también, además vivo en la ciudad y tu mañana tienes clases, ¿como vas a volver? - Número uno, sólo bebí cerveza sin alcohol, como bien sabes no tengo edad para beber – dijo con su sonrisa de niño travieso – numero dos, mañana no hay escuela y numero tres – ahí me miró de una manera que me hizo sentir que la sangre me hervía, mientras se mordía el labio – voy a quedarme en tu casa, así que no hay ningún problema. Realmente me había quedado sin excusas para que no me llevara, y la verdad me sentía muy cansada para conducir casi 45 minutos. Antes que nada, si ya lo sé que soy muy fácil de convencer, pero a estas alturas ya no debería sorprenderles. Me subí en el asiento de acompañantes y emprendimos camino. Voy a decir que el niño conducía bastante bien, y estaba encantando de la vida con mi bebé. Llegamos antes de lo pensado, ya que por la hora el tráfico no era muy intenso. Con un control abrí la puerta de mi casa y el condujo por el camino. El tiró un ¡Guau! mientras avanzábamos, y se quedo con expresión de asombro y la boca un poco abierta por 15 minutos más luego de que habíamos ingresado en la sala. - Despierta niño – dije chasqueando los dedos en su rostro. Ahí reaccionó y me sonrió. - Me encantan tu casa – dijo – y tu auto – continuo mientras yo me dirigía a la escalera con el detrás mío – y tu me fascinas – dijo tomándome desde atrás por la cintura y murmurando eso a mi oído. Yo sentí electricidad recorrerme el cuerpo y sujeté sus manos, pero tuve que entrar en razón porque no podía arriesgarme a perder a AJ por enredarme con su hermano. Traté de safarme de su abrazo, pero el no me dejaba. Como pude mi di vuelta y nuestros rostros quedaron a milímetros de distancia. El sonreía mirándome a los ojos. Me soltó con una mano, para acariciar mi cabello, pero con la otra me envolvió la cintura y me pegó a su cuerpo. Sentía mi corazón latir con fuerza junto al suyo, teníamos la respiración entrecortada. ¿Por que me la tenia que poner tan difícil el destino? ¿Alguna vez me podía tocar un hombre poco atractivo, para variar? pensaba mientras el me comenzaba a besar. Y que beso, no quiero ser exagerada pero sentí fuegos artificiales. Mientras me besaba me llevaba escaleras arriba. Cuando llegamos al primer piso se separó de mis labios y me susurró. - ¿A dónde? – yo le señalé una puerta a su derecha y el me levantó y me llevó hasta ahí. Antes de entrar me pegó suavemente contra la pared y comenzó a recorrer mi cuerpo con sus manos, de una manera diferente a la que había sentido antes (con antes, me refiero a las ultimas 48 horas). Me subió el vestido arriba del ombligo y puso mis piernas alrededor de su cintura. Me levanto y así me llevo cargando hasta la habitación. Una vez dentro se sentó en mi cama, conmigo encima de él y siguió con sus besos y sus caricias. Me estaba volviendo loca del deseo. Después de unos minutos mas, yo ya no tenia mi vestido y a el solo le quedaban los jeans. Y mis suposiciones eran ciertas, tenía el cuerpo tonificado y marcado de alguien que lleva haciendo ejercicios toda su vida. Yo estaba muy concentraba acariciando las abdominales de su torso, cuando el teléfono de mi casa comenzó a sonar. Miré el reloj y eran más de las dos de la madrugada, así que ni intente responder, entonces después de un par de tonos, paso al contestador. - Lucy, se que estas ahí, así que responde – y si, era la sensual y autoritaria voz de mi jefe. Sin separarme de Mike tome el teléfono, quise levantarme, para hablar pero el me tomo de las caderas y me fijó sobre él. - ¿Qué pasó jefe? – dije sensualmente, Mike me miró y me soltó, como dándome permiso para dejar de estar montada sobre él. - Quería saber como te fue con AJ – dijo Víctor mientras yo me metía al baño de mi habitación. - Pues la verdad que me fue genial – dije encendiendo un cigarro – la niña tiene una voz hermosa, y muy diferente. - ¿Entonces la adoptamos? – respondió el entusiasmado. - Todavía no se decidió, pero creo que si – dije. - ¿Cuál es el problema? – preguntó. - Su padre tiene algunas dudas, pero creo que mañana se va a aclarar todo, me invito a cenar a su casa, con la familia – le respondí. - ¿Le molestará si voy también? – preguntó. - No creo, me parece una muy buena idea. Y así estuvimos un rato mas hablando sobre AJ y los planes que teníamos para ella. De tanto hablar con Víctor me había olvidado de mi “invitado”, cuando terminamos crucé los dedos para que estuviera dormido, abrí lentamente la puerta del baño y cuando salí lo vi acostado en el medio de mi cama, totalmente desnudo, con el control de la TV en la mano y sin ningún signo de cansancio en el rostro. Cuando me vio apagó la TV y se dirigió a mí, yo solo alcancé a dejar el teléfono sobre un mueble porque el me levantó y me acostó sobre la cama, poniéndose encima mío. Lo que siguió después ya se lo imaginan, así que no voy a entrar en detalles, solo voy a decir que nos dormimos pasadas las 5 AM, y solo porque yo se lo pedí, porque mi cuerpo no aguantaba más. Si no él hubiera seguido. De más esta decir que me dormí profundamente, hasta que mi despertador comenzó a sonar a las 9 AM, en punto. Con todo el odio del mundo me levanté y me metí a la ducha, pero antes cerré la puerta del baño con llave, por las dudas el "niño" quisiera más. El agua me ayudó a recuperarme un poco, salí y él ya estaba levantado, me miró con ganas de ya saben que y yo lo miré con cara de “ni se te ocurra tocarme un pelo”, el entendió la mirada asesina y se metió al baño. Mientras me vestí, peine y maquillé. Bajé a prepararme un café y a los minutos Mike bajó listo. - ¿Café? – le ofrecí. - ¿No tienes cereales? – preguntó algo apenado. Yo me reí nada más y busqué en las gavetas la caja de cereales. - Aquí tienes – le dije sonriendo en forma burlona mientras le servia el tazón con cereales - y te los tienes que comer todos si quieres crecer sano y fuerte. Largue una carcajada cuando termine de decir esto al ver su rostro ponerse rojo. Pero inmediatamente alzó una ceja y me sonrió como solo él sabia hacerlo. Se levantó de la banqueta y antes de que yo pudiera leer sus intenciones me acorraló contra la mesada y me dijo muy, pero muy sensualmente al oído. - Yo pensé que ya había despejado todas tus dudas respecto a sí soy un hombre o un niño - y cuando terminó me besó con furia y ternura a la vez. Me dejé llevar por ese delicioso beso unos minutos, pero cuando comencé a sentir el bulto de su pantalón endurecerse lo aparté. El me miraba sonriendo. Como esperando que cambiara de opinión. - No me mires así, tengo que trabajar – le dije mientras me dirigía a la salida. - Es que me vuelves loco – dijo tomándome de la cintura por atrás y besándome el cuello. - ¿Tienes planes para hoy? – le pregunté alejándome de él y tomando mis llaves. - Pasar el día contigo – respondió quitándome las llaves del auto y saliendo de mí casa. - Que abuso – le dije y salí. La verdad no tenia sentido discutir con el, así que lo dejé llevarme a la oficina y quedarse allí conmigo. Así de paso conocía algo del mundo al que intentaba llevar a su hermana. Llegué antes de las 11, por suerte la odiosa de Mabel no se apareció para molestarme. Me ubique en mi oficina, con Mike claro, y Paúl que vino corriendo cuando nos vio llegar. Hice las presentaciones correspondientes y Paúl me dijo que me estaban esperando en la sala de reuniones. Le dije a Paúl que le mostrara el lugar a Mike mientras yo tenia mi reunión. Me dirigí a la sala en cuestión y allí estaban Víctor, Sara (una ejecutiva), Amelia (Jefa de Personal), la víbora de Mabel, el idiota de su prometido y el padre de la estúpida, El señor Edgard Jones. - Buen día a todos – dije con mi tono más cordial y alegre, mientras saludaba a Edgard con dos besos y luego me dirigía a Víctor para hacer lo mismo. Todos respondieron cordialmente el saludos, menos ya saben quien. - Llegas tarde, como siempre – dijo Mabel. Yo solo le di una mirada de “no es tu asunto” y me ubique en mi asiento. Edgard me miró buscando una explicación, pero antes de que yo se la diera, Víctor habló. - Lucy estuvo fuera anoche, buscando a nuestra futura estrella, por eso tardó esta mañana. - Lo siento mucho – dije mirando a Edgard – Si hubiera sabido de la reunión no me tardaba. El me miró y me sonrió muy amable y me dijo: - No hay problema Lucy, todos sabemos lo duro que trabajas dentro y fuera de la oficina para conseguir artistas y convertirlos en estrellas. Yo le sonreí ampliamente agradeciendo el comentario y observando como Mabel se moría del odio. Dios como me gustaba molestarla. Sara y Amelia sentían lo mismo que yo por Mabel, así que pude notar como disfrutaban de ese momento. - Bueno como ya estamos todos, comencemos, así podemos volver a trabajar lo mas pronto posible – dijo Edgard. - Me parece perfecto – dijo Víctor. - El motivo de esta reunión es para anunciarles que a partir de hoy, mi yerno, el señor. Nicolás Lambert, va a trabajar con nosotros. Todos miramos a Nicolás, el solo levanto su mano, como diciendo “soy yo”. - ¿Y que es lo que va a hacer? – pregunto Víctor. Era obvio que estaría arriba, con nosotros, por eso la reunión. - Yo pensé que como Lucy tiene tanto trabajo, él podría ayudarla – respondió Edgard, y yo sentí como si me levantaran de los cabellos. Le lancé una mirada de odio al trepador de Nicolás, porque eso era, y me dirigí a Edgard. - Edgard, con todo respeto, yo no necesito ayuda, puedo hacer perfectamente mi trabajo, además de que tengo a Paúl, Víctor, Sara. En serio gracias, pero no necesito a nadie mas. El me miró con pesar en sus ojos, como suplicándome con la mirada que reconsiderara mi postura. Era extraño que un jefe hiciera eso con su empleada, pero hasta sentí lastima por el pobre hombre. Su “princesita” por fin había conseguido un tipo que le hiciera caso, y al parecer era un pobre diablo. Entonces para salvar un poco su apellido o lo que fuera, tenia que darle empleo. Miré a Víctor quien me hizo señas de que era mi decisión. - Supongo que algo puedo darle para que haga – respondí. Edgard me sonrió agradecido, pero como siempre, la idiota de su hija tuvo que arruinarlo todo. - ¿Tu vas a buscarle algo para hacer? – dijo poniéndose de pie y en ese tono que no le quedaba – Ubícate niña, mi futuro esposo tiene mas categoría que cualquiera de ustedes en esta empresa, así que él va a hacer lo que quiera. Y les puedo asegurar que es mejor que todos ustedes juntos. Ante este comentario Nicolás agacho la mirada. Ella estaba muy orgullosa parada detrás de su prometido sosteniéndole los hombros, mirándonos a todos con superioridad. Edgard quiso reprocharle, pero le pedí la palabra. - De verdad que eres increíble – dije poniéndome de pie y caminando hacia una ventana para poder fumar, todos me siguieron con la mirada – tu padre, al cual respeto y quiero muchísimo, tiene que venir a solicitar un empleo para el trepador de tu novio, y tú tienes la cara para decir que va a ser nuestro jefe. Yo pensaba que después de tantos años, de hacer nada en la empresa, te habrías dado cuenta de que aquí, el puesto y los privilegios cada uno se los gana. Pero esta visto que el cerebro no te da para otra cosa que no sea servir café y recibir mensajes. Ella se puso roja del odio y me insultó. - ¿O sea que ahora acostarse con medio mundo para ascender, no es ser una trepadora?, tu eres la mas trepadora y puta del planeta, y solo estas envidiosa porque quisieras que mi Nicolás estuviera contigo, pero el ni siquiera voltea a verte, porque no eres su tipo, a él no le gustan las golfas arrastradas como tu – lo ultimo lo dijo gritando, Edgard se puso de pie para regañarla, el también estaba rojo de la vergüenza y el enojo que posiblemente sentía en esos momentos. Pero antes de que dijera nada yo lance una carcajada, todos me miraron y Víctor comenzó a reír conmigo. Edgard estaba confundido. - Tranquilo – le dije – no me molesta lo que la incompetente de tu hija diga de mi, al fin y al cabo todos sabemos que las cosas van a hacerse como yo diga – esto ultimo lo dije mirando a Mabel a los ojos, ella buscó ayuda en los ojos de su padre, pero este le esquivó la mirada y me asintió a mí. - Habiendo aclaro todo, me retiro – dijo Edgard, pero antes nos saludó a todos, a mi besándome muy caballerosamente la mano y susurrándome – Gracias y disculpa. Yo le moví la cabeza y le sonreí dándole a entender que todo estaba bien. Cuando se fue, Mabel lanzó un par de insultos más hacia mi persona, que yo respondí con risas, acompañada por Sara y Amelia. Víctor le dijo que se retirara a calmarse y así ella, su novio y Víctor salieron, dejándonos a nosotras tres en conferencia de brujas. - ¿Qué se cree esa estúpida? – dijo Sara – venir a decir que su noviecito es mejor que nosotros. - Si, claro, imagínate lo listo que es que anda con ella – respondió Amelia. Ante este comentario las tres reímos. - Aunque es bastante guapo – dije, ellas me miraron y asintieron. Entonces una idea se formó en mi mente y supongo que las otras intuyeron que algo pasaba porque sonrieron cómplices. - ¿Cómo es posible que después de conocerme tantos años, piense que algún hombre puede resistirse a mi? – dije esto con picardía, ellas entendieron a donde iba. - Entonces ¿piensas…? – Sara no termino de preguntar y yo le asentí sonriendo. - Voy a quitarle el novio a esa resentida, y así hago que me pague cada una de las humillaciones que intento hacerme pasar. - ¿Intentó? – preguntó Amelia. - Si, ya te dije que yo perdí la vergüenza y el pudor hace rato, así que intentó. - Cuenta con nosotras para lo que quieras, a ver si después de que la deja tenemos suerte y se deprime y nos la sacamos de encima – dijo Sara. - No quiero que se mate – dije yo y todas reímos, como verdaderas brujas. Y así ideé mi plan para conquistar al idiota novio de Mabel y hacerla sufrir y pagar por todo lo que me hizo. Claro que nunca había contemplado la idea de que el tiro podía salirme por la culata.
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