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DISTURBIA

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oscuro
atreverse a amar y a odiar
drama
bisexual
misterio
secretos
autodescubrimiento
crimen
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Descripción

En la noche de Halloween Noelle visita un club de moda obligada por su prima Ally, con el fin de realizar actividades normales de chicas de su edad, pero jamás pensó que aquel desconocido que conoció en Disturbia podría entender la oscuridad que habita dentro de ella, y que incluso fuera la clave para todos aquellos secretos que se le ha ocultado desde que era una niña. Todos queremos saber la verdad, pero no siempre estamos preparados para oírla.

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En las vías del tren
28 de abril de 2013   El frío viento azota mi cabello haciendo que se mueva, resoplo y me esfuerzo intentando acomodarlo en su lugar, el semáforo cambia de color indicándome que llegó el momento de trasladarme hacia el frente. Las personas que cruzan la pista conmigo parecen pensar en diferentes ideas, es increíble, como todos podemos físicamente dirigirnos hacia un mismo destino, pero, nuestra mente estar en lugar que no podríamos ni imaginar.   Me gusta adivinar sobre lo que abunda en los pensamientos de los demás ¿hacia dónde irán? ¿llegarán a tiempo o con algunos minutos de retraso? ¿los esperará alguien en casa? ¿todos tendrán clara la misión que vienen a cumplir en la vida?   Bajo las escaleras del subterráneo y me coloco mis audífonos, debo mentalizarme y confiar en que todo saldrá bien, sólo tengo que hablar con la verdad y tener paciencia. Es tan monótono tomar el tren, me pregunto si los demás se dan cuenta de todo lo que su cuerpo hace en el proceso, pero lo dudo, cuando uno se acostumbra a realizar ciertos hábitos los realizamos de manera automática. Dejo pasar un tren y me concentro en mirar los rieles.   Se acoplan tan bien a los trenes, en un camino tan armónico.   Viaja en una velocidad tan increíble, ¿así de rápido sería desaparecer si me aventara hacia los rieles del próximo tren? ¿habría dolor? ¿qué se sentirá? Sólo unos segundos, un salto y todo termina.   Ni siquiera soy consciente del momento en que mis pies traspasaron la línea amarilla hasta donde tenemos permitido estar parados esperando. Doy un respiro hondo y me dispongo a dar un paso más al frente, inmediatamente soy detenida por una fuerza que me jala en posición inversa.   Un chico un poco mayor que yo me tiene agarrada del brazo con fuerza, parece estar gritándome, me quito los audífonos desconcertada.   -       ¿Acaso estás loca? Debes tener más cuidado – me dice un poco más calmado. Es más alto que yo y lleva puesto un beanie, supongo que, para protegerse del frío, me atrevería a decir que es guapo, más que el promedio. Sus ojos verdes me miran expectantes, buscando una respuesta de mi parte.   -       Lo siento – me disculpo y puedo apostar a que estoy sonrojada – a veces soy muy distraída – probablemente es la excusa más tonta del mundo, pero suena mejor a “disculpa, estaba sucumbiendo a mis deseos inconscientes altamente suicidas y estúpidos”.   -       Me puedo dar cuenta de eso – responde con una sonrisa en su rostro. Ambos nos quedamos unos segundos en silencio, que parecían horas. El chico muerde un piercing n***o que tiene en el labio con nerviosismo mientras me mira. Tengo dos opciones: o continuar la conversación y quizá obtener su número si tengo suerte, o huir y rescatar la poca dignidad que me queda.   -       Debería tomar el tren, estoy llegando tarde a un lugar – le explico y antes de que pueda responderme subo al medio de transporte. No estoy mintiendo, aunque también lo estoy usando de excusa para escapar. Soy muy torpe al socializar, es decir ¿cómo diablos haces para entablar una conversación fluida con un desconocido que te encontró en una situación altamente embarazosa? Dios, si en verdad existes, haz que ese chico tenga amnesia y olvide lo que acaba de pasar.   Camino en silencio los próximos veinte minutos hasta llegar al conocido edificio azul eléctrico. Irónicamente apenas desperté me pregunté si era necesario venir, y acabo de obtener la respuesta.   Saludo a la secretaria y me siento esperando mi turno. Al escuchar mi nombre me pongo de pie y me dirijo hacia la oficina que conozco mejor que mi propio hogar.   -       ¿Cómo has estado, Noelle? – me pregunta Eric. La misma típica pregunta de siempre y aún no sé cómo responderla.   -       Esa pregunta es un poco difícil de responder, pero tengo unas notas que escribí – respondo hurgando entre mis bolsillos, mi mano rebusca entre la basura y papeles de dulces sin hallar lo que necesito – creo que lo perdí.   -       Usa tus palabras para expresar tus sentimientos – pongo mi mayor esfuerzo en evitar poner mis ojos en blanco, ¿acaso todos los psiquiatras utilizan las mismas frases con sus pacientes?   -       Bien – suspiro – para ser completamente honesta, las nuevas medicinas son una mierda.   -       Noelle, tu lenguaje – me regaña y se acomoda sus lentes, su mirada se enfoca en mí durante unos segundos, después vuelve a atender a su agenda de apuntes.   -       Lo siento, me caen muy mal, tengo jaquecas terribles, no puedo dormir bien, y tengo sueños muy extraños – no estaba mintiendo, prefería la muerte antes de continuar tomando esas píldoras, realmente son insoportables, no las recomendaría ni a mi peor enemigo.   -       ¿Podrías ser un poco más específica? – me pide dejando de escribir.   -       Parecen sueños muy vividos, y son repetitivos – le cuento y me acomodo en la silla, Eric debería considerar cambiarla, es muy incómoda y dura, no siento mi trasero, la espalda me duele, me estoy poniendo de mal humor y todo ocasionado por una tonta silla.   -       ¿Y qué sucede en esos sueños? – pregunta antes de hacer algunas anotaciones. Me intriga saber lo que escribe sobre mí, lástima que nunca me deje leer.   -       Un hombre me sube a un auto y parece que tenemos un accidente, terminamos cayendo de un puente hacia el río y siento como si me ahogara, hasta que despierto – mi psiquiatra parece asustado ante mis palabras – Eric, dime algo, que tu cara me asusta ¿tan mal estoy?   -       No, no, disculpa – responde son una sonrisa fingida – es un efecto secundario, bien, creo que lo mejor será cambiarte de medicamento, lo tomarás todas las noches y te espero la próxima semana.     -       Genial, nos vemos, doc – digo a manera de despedida poniéndome de pie de la espantosa silla – por cierto, si fuera tú compraría otra – susurro señalándola – en color azul quedaría bien.   -       Noelle, espera – me pide – considéralo como un consejo, pero creo que te sería de mucha ayuda si empezaras a escribir un diario, o un blog, sobre tus sentimientos, temores, todo lo que pase por tu mente, y después lo leemos en las sesiones.   -       Lo tendré en cuenta - ¿un diario? ¿las adolescentes aún escriben esas cosas? Bueno, el especialista es él, veremos si sus recomendaciones sirven para ayudarme a expresarme mejor.   30 de octubre de 2018 (actualidad) 1:45 a.m.   He decidido escribir aquí mis pensamientos a manera de un diario, desde hace mucho se me cruzó por la mente la idea, pero mis manos comenzaron a debilitarse al escribir sobre el papel, sin embargo, necesito algún remedio para poder desahogar todo lo que mi mente siente, y es una forma de hacerlo sin lastimarme, o eso creo. De igual manera nadie leerá esto, bueno, nadie excepto Eric. ¿Por dónde empezar? Mi vida es un caos, aunque intento camuflarlo con sonrisas y pretendiendo que todo va bien, cuando la realidad es que la gran mayor parte del tiempo no tengo la menor idea de lo que estoy haciendo. O cómo me siento, mejor dicho, el por qué. Desde que tengo uso de razón he tenido la sensación de que me falta algo en la vida, como si no fuera del todo feliz, como si tuviese bloqueada una parte que no me permite sentir emoción realmente. La mayor parte de mi vida me he sentido triste o nerviosa, con algunos episodios en los que tenía unos casi incontrolables arranques de ira, o momentos en los que me sentía lo más cercano a una diosa (que todo lo que pienso o digo es lo mejor del mundo y que los demás no pueden ni podrán hacer las cosas ni la mitad de bien que yo). He caído tantas veces que ya me da vergüenza pedir ayuda. Porque la verdad es que siento que no estoy siendo agradecida con lo que tengo, es decir, tengo salud, una familia un poco disfuncional, pero igual tengo la suerte de tenerlos a mi lado, tengo estudios, amigos, tengo una buena vida dentro de lo posible, pero no me siento completamente feliz, y no es que haya algún problema con mi entorno, el problema soy yo. Lo intento, de verdad que lo hago, pero no puedo controlar mi mente, cada vez me cuesta más. Es como si retrocediera en el tiempo y vuelvo a tener 15 años, y eso me asusta, porque fue la época en la que peor me sentí. Me he vuelto a comer las uñas hasta el punto que comienzan a sangrarme los dedos, otra vez tengo problemas para dormir, o estoy más de 15 horas durmiendo o simplemente no lo hago, igual con la comida, tengo los labios hechos mierda, hay veces en las que ni siquiera quiero bañarme, hay días en los que lloro hasta el cansancio, otros en los que estoy en pausa. Es como si creyera que todo es un sueño y en algún punto despertaré y volveré a ser una adolescente o estaré en otra etapa de mi vida. O que quizá puedo tener otra oportunidad, para hacer las cosas de otra forma. Me asusta la persona que veo en el espejo, porque no la conozco. No sé quién soy, sólo sé que soy un desastre. Doy problemas y probablemente no tengo arreglo. Quisiera poder sentirme bien. Algo tan simple como eso. Dejar de pensar en irme, o de tener tanta inseguridad hacia mi cuerpo, dejar de sentirme tan vacía. Poder tener un orden... Hay días en los que mi mente trabaja a mil por hora, tengo muchas ideas brillantes, quiero hacer muchas cosas y las ideas viajan una tras otra (he decidido apuntarlas porque después me olvido) y no puedo parar, es como si me rodeara siempre, hasta que viene un periodo neutral y de nuevo los bajones en los que sólo pienso en lo que sucedería si me fuera para siempre.  Cierro la laptop y la muevo a un costado de mi cama, el dolor en el pecho que siento se hace cada vez más fuerte, al punto que me duele hasta respirar, los latidos de mi corazón están yendo muy deprisa ¿qué está pasando? Mi cuerpo necesita más oxígeno del que mis pulmones son capaces de darles, no puedo respirar bien, me estoy ahogando, Dios, ¿me estoy muriendo? Otra vez no, por favor. Ahora no. Miro la hora en mi celular, no puedo llamar a nadie a las cuatro de la mañana por esto, sólo me tengo a mí misma, vamos Noelle, tú puedes, me levanto de la cama como puedo y busco alguna de las píldoras en mi habitación, no hay nada, maldita sea. Necesito aunque sea la mitad de una. Mis abuelos deben de haberlas escondido para evitar problemas. Esto es más fuerte que yo, es una fuerza que arremete contra todo, y siempre termina venciéndome, dejándome sin nada más que con el fantasma de la persona que alguna vez fui.  El temblor de mis manos se acentúa cada vez más, y la sensación de falta de aire me desespera, voy a morir, si no hago nada ahora mismo voy a morir. Enciendo la luz del baño y me lavo la cara con la esperanza de que todo pase, pero no es suficiente. Sin ver otra alternativa me echo en la ducha y abro el grifo, agua fría cae sobre mi cuerpo con ropa. Y otra vez, lloro. Nuevamente me dejé vencer por estos malditos ataques de pánico. Soy tan patética, jalo mi cabello con frustración mientras sigo llorando sin consuelo, ¿por qué me pasa esto? ¿qué he hecho para merecer sentirme así? Tan sólo quiero que pare. - Por favor... para ya - susurro débilmente mientras me aferro a mi cuerpo dentro de la ducha - necesito estar bien... Los demás creen que estoy loca, pero encuentro tranquilidad cuando entro a la ducha aún vestida y siento el agua fluyendo por mi cuerpo, he intentado de todo para calmarme cuando me vienen estas crisis, y este método parece ser el que mejor me ayuda. La maldita alarma suena y me envuelvo en una toalla para simular que tomé una ducha, me visto con lo primero que encuentro en mi armario, nunca he sido realmente una chica que se preocupe por la moda, cepillo mi cabello y bajo para desayunar con mi familia, no tengo hambre, pero deseo evitar más problemas. Mi abuelo deja de leer el periódico al percatarse de mi presencia y me indica que debo sentarme. A los pocos minutos bajan mi abuela y Allison, mi prima y la favorita de toda la familia. Es prácticamente perfecta en todo el sentido de la palabra: nunca da problemas, es hermosa, tiene las mejores calificaciones, capitana del equipo de porristas y del club de debate, presidenta de clase y tiene al novio perfecto, al menos eso es lo que todos creen.  Mientras que yo soy el dolor en el culo de mis abuelos. Los padres de Ally la pasan viajando por negocios, por lo que ella prácticamente vive aquí, por mi parte los míos están muertos, así que dependo de mis abuelos. Nunca supe realmente lo que les pasó, mis abuelos jamás han querido darme detalles sobre ellos, lo único que me contaron es que mamá estaba muy enferma y papá tuvo un accidente. He intentado recordarlos muchas veces, pero es como si mi mente tuviera bloqueada las memorias de mis padres. Algunas veces pienso que si ellos estuvieran conmigo, mi vida sería completamente distinta. - ¿Podrías apurarte en comer, Noelle? - mi abuelo suspira pesadamente mientras mira con impaciencia su reloj - tienes cita en menos de una hora, y los demás tenemos otras cosas que hacer. - No tengo hambre - respondo intentando parecer neutral, estoy cansada de ser el problema de la familia - podemos ir ahora mismo. - Recuerda decirle que te sientes bien y que estás poniendo de tu parte en todo - me dice mi abuela con una sonrisa. Oh Nonna, sé que tus intenciones son buenas, quisiera que fuera tan fácil. Me limito a asentir antes de levantarme para seguir a mi abuelo hacia el auto. El consultorio siempre está impecable y tiene el típico olor a hospital que tanto odio, la secretaria tiene una falsa sonrisa condescendiente con todos los pacientes, como si dijera "descuida, aquí tratamos a personas inestables como tú, recuerda seguir pagando esta terapia carísima y tomar las medicinas con peores efectos secundarios del mundo y estarás bien, lunático de mierda". Odio este lugar. Pero es mi única chance para sentirme mejor. Me sobresalto un poco al escuchar mi nombre y me dirijo hacia la ya conocida oficina, toco la puerta y me indican que puedo pasar, respiro profundamente e ingreso. Tomo asiento en la silla de la derecha y procuro verme tranquila. -Bien, Noelle, ¿cómo te has sentido con tus nuevos medicamentos? – Eric da un vistazo rápido a mi historia clínica mientras acomoda sus lentes, la misma rutina de todas las semanas desde que tengo uso de razón. Recuerda decirle que te sientes bien... pero no me siento bien. -¿Honestamente? Me siento cada vez peor – respondo jugando con mis dedos, desviando la atención del principal problema: describir mis emociones, y las razones por las que no me siento bien. -¿Y eso por qué? – pregunta poniendo un falso tono de interés en su voz, deja de anotar en su agenda y su mirada se enfoca solamente en mí. -¿Puedo? - pregunto mirando hacia la cajetilla de cigarrillos que se haya en la mesa y él asiente, saco mi encendedor del bolsillo y prendo uno - Pues en primer lugar no puedo dormir, tengo unas jaquecas terribles, no me da hambre, y... esas crisis son cada vez más seguidas. - Noelle, sí te expliqué que esas pastillas eran condicionales siempre y cuando sintieras mucha ansiedad, voy a recetarte una nueva medicación para que te ayude a estabilizar mejor tus emociones. - No necesito nuevas medicinas, con las de la otra ve me encuentro bien – intento explicar, con la mínima esperanza de que escuche lo que siento y no lo que sea que mi abuelo le haya pedido que haga para “arreglarme” más rápido. - Noelle ... - mi psiquiatra suspira pesadamente, siempre lo hace antes de darme algún sermón - el rivotril es una pastilla que debes tomar sólo en caso de emergencia, cuando tengas ataques de pánico que no puedas controlar con las técnicas de relajación, pero no son la solución a tu problema.  - Bueno y estas nuevas pastillas ¿también me ayudarán a sentirme mejor? – pregunto resignándome a tener que cambiar de medicación nuevamente, espero que al menos sea buena y efectiva esta vez. - Eventualmente, claro – no acabar de decir eso, Eric, no lo haz dicho. Esa frase ocupa una de las posiciones más altas en el ranking de “respuestas que despiertan a la bestia que llevo dentro”. - ¿Qué ? - exclamo - "Eventualmente" significa que tomará tiempo, yo no tengo tiempo Eric - me quejo y le muestro mis manos, pone una mirada de asco al notar lo que le quiero mostrar- mira como tengo las uñas, no me puedes cambiar la medicación de un momento a otro si aún no me encuentro bien, se supone que deberías ayudarme a sentirme mejor ¿no? - Y eso intento, pero no puedo hacer más si no pones de tu parte – otra de sus grandes frases que me repite hasta el cansancio. Vamos Noelle, no le des el gusto de irritarte. - ¿Disculpa? Tú lo único que haces es obedecer a mi abuelo en todo, te importa una mierda cómo me siento, porque tú no tienes ni puta idea del infierno que siento dentro de mí. - ¿Notas eso? Esa impulsividad y agresividad que tienes... Noelle, tú y yo sabemos perfectamente que tu problema es algo grave. No creo tener que recordarte el episodio de hace algunos años – me reprende como si fuera mi padre, si no fuera tan amigo de mi abuelo estoy segura que me hubiese abandonado hace años, soy casi un caso perdido. - Está perfectamente registrado en mi memoria, y lo estará por el resto de mi vida - respondo amargamente - y es por eso que intento pedirte amablemente que me recetes algunas de esas píldoras. - Noelle, sabes lo que pasaría si es que tu abuelo se entera de esto – susurra con aparente temor en su voz, es entendible, tiene el poder necesario para acabar con su carrera si lo desobedece. - Necesito las medicinas anteriores, por favor... Llevo tres días sin dormir absolutamente nada, me duele muchísimo la cabeza, por favor.... Hagamos algo, tomaré la nueva medicación, pero dame aunque sea algunas de las antiguas, para que pueda descansar – le pido desesperada rogando a apelar a su buena fe. - Ni una sola palabra a tu abuelo - responde después de unos minutos entregándome 2 píldoras - es lo último que te daré – me advierte. -¿Es una broma? Esto apenas me alcanza para un par de días -me quejo señalando la pequeña bolsa transparente donde se encuentran ambas pastillas blancas. - Lo lamento, pero no puedes seguir tomando estas pastillas para cualquier problema que tengas, no olvides tomar la dosis que te indiqué para la quetiapina – responde ignorando mi petición. - Siempre es un gusto verte, doc - digo sarcásticamente antes de salir del consultorio. Todo el camino es silencioso hasta que llegamos a casa. Cada vez que me siento en la mesa con mi familia es una tortura, durante el almuerzo Allison hace un monólogo sobre todas las cosas buenas que le ocurren en la escuela y las mil propuestas que tiene en cada universidad, mientras que yo soy la prima fracasada que entró a una universidad promedio utilizando el apellido de mi abuelo y que además tiene que ir al loquero siempre. Hace mucho dejé de comentar mis "logros" ante mi familia, porque por más grandes que me parezcan jamás serán como los de Ally. Es la única que alcanza metas dignas de la familia Jennings. A veces quisiera ser ella, su vida parece tan perfecta. Al terminar el almuerzo voy a mi habitación y tomo las dos píldoras que me dio el doctor, media hora más tarde comienzo a sentir alivio, e incluso algo de paz. Me siento en la ventana de mi habitación mirando al cielo y prendo otro cigarro, daría todo lo que tengo por ser normal, por dejar de sentirme así, tan vacía, tan mierda, estoy harta de que intenten interpretar lo que siento o que me quieran solucionar la vida, que quieran arreglarme, lo único que deseo es poder hablar con alguien y que me escuche, no que me juzgue, ni analice, simplemente que se quede a pesar del desastre que soy. Es sólo un deseo, hace mucho asimilé la idea de que a nadie le importo realmente. Una lágrima cae por mi rostro seguida de otra, y otra. Odio llorar, odio verme tan patética, tan frágil. Esos pensamientos no se detienen, pero no quiero obedecerlos, quiero cambiar, vamos Noelle, no caigas... Es triste saber que no cuentas con el apoyo de nadie ante situaciones así, soy la decepción de la familia, me pagan el tratamiento sólo para cumplir conmigo, pero nunca se preocupan realmente de mi estado, y la verdad es que me estoy agotando de nadar sola contra la corriente, aferrarme a la cordura de mi ser es probablemente lo más duro que me ha tocado hacer.  Me estoy ahogando y nadie lo nota. Y esas pastillas de mierda no harán la diferencia.  Camino hacia mi baño y me paro frente al espejo. ¿Qué te pasó, Noelle? ¿Dónde quedó esa chica que tenía tantos sueños y metas en la vida? ¿En qué momento me convertí en esto? Estoy cansada de esta vida.  Jalo mi cabello con frustración, ¿qué hice para merecer esto? Que alguien me diga como calmar todo esto que siento, abro uno de los cajones y tomo las tijeras, no solucionaré nada cortándome el cabello, pero logro aliviar un poco aquel torbellino que siento por dentro.  Abro la ventana de mi habitación y me siento en el borde, enciendo un cigarro mientras la música suena en mis audífonos, intento limpiar las lágrimas que corren por mis mejillas, pero es complicado. Quisiera escapar de toda esta mierda, lo más difícil de todo es que no importa qué tan lejos me vaya, nunca podré huir realmente de mí misma.  Odio mi vida. 

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