Rosalie había estado desaparecida por unos días del mundo y las malas lenguas hicieron lo suyo, el pueblo londinense comenzó a decir que la joven había comenzado a estar en cinta. Pero nada más lejos que la realidad. Ya que su rutina se había vuelto despertar, caminar y volver a contar el tiempo para dormir. Recordando una y otra vez como su esposo había vuelto inclusive más aburrido su matrimonio. Le costó asimilarlo al principio, ya que le había comenzado a tener un cariño especial a éste, es decir, después de dos años de matrimonio, algo debía de quedar en ella. Pero todos los hombres eran iguales, no debía tenerle lástima, todos eran unos seres bestiales, y algún día, Peter también lo sería. Así que comenzó a preocuparse en volver a mostrarse en sociedad, mucho más firme y rebelde. Así que comenzó los preparativos para un evento en el que su esposo no podría estar, ya que Peter viajaría a ver a sus padres y por supuesto, no hizo falta preguntar para saber que ella no asistiría a fingir aquello. Mientras él iría a Petersburgo, en Rusia, ella repartiría invitaciones en la plaza del Parlamento a sus allegados y por supuesto, al lord Jhon.
Desde el arrebato de su esposo ella debía averiguar quien era la persona que estaba metiéndose en la cabeza de su esposo incitándole a ser la bestia en la que se había convertido. Y debía averiguar si detrás del lord se encontraba una maraña secreta de mentiras y éste era quien le había abierto los ojos a su esposo, pero pronto descubrió desilusionada que en aquello, nada tenía que ver el joven lord.
''Iré por Peter más que nada, no lo he visto hace mucho'' comentó el lord.
''Es una lástima que para esta fiesta en especial no nos acompañe, estará de viaje de negocios importantes, de los que ya sabe, no podemos asistir mujeres''
''Eso es una pena, sería entonces un despropósito mi presencia en la fiesta'' comentó el lord.
''De todos modos me encantaría contar con su presencia en el evento'' admitió ella. ''Usted no es solamente amigo de Peter, lo es del matrimonio. No creo que quiera ofenderme y dejarme en ridículo frente a todos en la plaza rechazándome la invitación frente a un gentío enorme''
Él se llevó la mano a la nuca con gesto pensativo.
''Si es de ese modo, no me quedará más remedio que ir''
''No lo diga de ese modo, como si fuera un castigo''
''No piense de esa manera, será bienvenido al evento, joven lord''
Una vez en su mente, mientras se encontraba repartiendo otras entradas y las jóvenes les preguntaban si el lord iría, fue cuando Rosalie pensó realmente con detenimiento en el lord. Sería quizás alguien más afín a ella si no fuera porque Peter le había comentado que el lord no buscaba una esposa. Aunque eso no era un problema para Rosalie entonces, por lo pronto, ella tampoco buscaba un esposo. En el fondo y frío corazón de Rosalie, ésta esperaba que su compañero regresara y volviera a doblegarse ante ella, ya que como le había prometido antes, él le haría caso en cualquiera de sus caprichos.
Pero el día de la noche de máscaras había llegado y se vistió de rojo con un recogido en forma de nido en el cabello, por supuesto, al no estar su marido ella no participaría en la búsqueda, pero le gustaba ser anfitriona y lejos de su mirada, pisos abajo, en un cuarto aislado, Penelope se había robado un vestido de Rosalie y se lo había puesto, por supuesto, no lo lucía ni se asemejaba a la presencia de su dueña, pero se permitió soñar con ser ella y se aventuró por las escaleras, pecavida de que Rosalie no la viera, usó una máscara para tapar su rostro. Si la descubrieran, no solamente la acusarían de ratera, sino también de desacato, ya que los sirvientes no tenían permitido jugar ni participar en los eventos. El lord, por supuesto, jugó y fue uno de los primeros en entrar en la búsqueda aunque éste realmente no buscara a nadie. Las jovencitas de la alta sociedad siguieron todos los pasillos buscándolo, pero el lord era amante de la trampa, así que había guardado una segunda máscara y cuando entró en búsqueda, cambió la suya por otra, de modo que no lo reconocerían. Le divertía que lo buscasen, pero nadie de su interés lo hacía, así que siempre se aseguraba de que no lo encontrasen.
Las amigas de Rosalie, de alta alcurnia, le sugirieron que jugara, pero que ella debería encontrarlas a ella. Rosalie aceptó, porque la noche se estaba poniendo aburrida. Sería entretenido ser una anfitriona que también jugara, no era aquel ningún pecado, pensó. Había pasado dos años encerrada con un solo hombre y sentía que había perdido el sentido de la aventura. Por supuesto a Rosalie le daban igual las mujeres y sus amigas, que solo lo eran por elección de status y para que sus planes y su imagen siempre quedasen intactas, pero no quería dar la impresión de que había dado una fiesta para otras personas y ella no sería la protagonista. Ella debía tenerlo todo bajo su control, inclusive sola, no importara si meramente era para diversión como una niña. Y entonces, entró al pasillo directo a un cuarto que solamente ella conocía. Un cuarto vidriado que planeaba llenar de rosas y convertirlo en un invernadero interno.
''Tú...'' le dijo un joven, ella habría bebido un poco y de todas formas jamás prestaba mucha atención en personas que no fueran de su interés, así que no distinguió la voz. ''No pensé que jugarías'' siguió diciendo el joven.
''Pues lo estoy haciendo, como ve''
''¿Y a quien busca? Su marido no está presente hoy'' espetó epítome el joven.
''Busco a mis amigas. Se puede divertir aún estando casada''
''Coincido. Mi lady, pero debo serle honesto y perdone la osadía de decírselo detrás de una máscara, pero hoy luce perfecta''
''¿Que tengo de diferente esta noche?'' inquirió ella.
''Que está sola, quizás'' espetó el joven. ''De todas maneras, usted siempre me ha atraído''
''¿Y porque me lo dice ahora?''
''Porque esta casada. Y temo que sin máscara, no pensaría oportunas estas palabras. Pensaría más bien, que solo soy un mujeriego''
''Entonces me conoce. ¿Porque no se quita la máscara y le digo lo que en realidad pienso?'' sugirió Rosalie acercándose.
''¿El sentido del juego no es justamente no quitarse la máscara?'' instó él.
''Las reglas del juego las he puesto yo'' dictaminó ella mientras descubría el rostro del joven para descubrir que se trataba de nada más y nada menos que el lord Jhon. Aunque Rosalie no cambió el gesto de su rostro ni fingió desagrado. ''Un rostro tan bonito no debería ocultarse detrás de una máscara''
''Lo mismo digo''
Rosalie se quitó la máscara y le sonrió.
Ambos acercaron sus rostros el uno al otro y aunque los dos estaban en falta, la luz de la luna atravesaba los vidrios de los ventanales dejando una vista exquisita, siendo la luna la única testigo de lo que sucedería. Ella le dirigió un beso y él lo recibió y de ese modo tuvieron un largo e íntimo beso que bastó para que los cinco sentidos del lord se desorbitaran.
''Hay una sirvienta que robó uno de mis vestidos y está usando una máscara'' interrumpió ella. ''Cree que no me han avisado, pero servirá como distracción, solo ponte la máscara con la que entraste''
''¿Sabes que guardo dos máscaras?'' inquirió Jhon.
''Soy muy observadora, lord''
Y antes de irse, el lord Jhon la toma del brazo.
''¿Nos volveremos a ver, Rosalie?''
Ella asintió con la cabeza mientras se ponía la máscara.
''Lo buscaré, Jhon''
Entonces el lord Jhon se interesó en la remota posibilidad de estar con Rosalie, que hasta el mismo Peter le parecía un imbécil que no la merecía de tan solo pensarlo y le reconfortaba saber que se llevaría a la cama el recuerdo de lo sucedido. Tras salir de la habitación el lord dio aviso a un lacayo sobre una sirvienta vestida como Rosalie y esa misma noche, sin antes terminar del todo el evento, la ama de llaves buscó a Penelope para avisarle que desalojara la mansión y que estaba despedida.