BARBIE Y KEN

1206 Palabras
CAP. 19 - BARBIE Y KEN Demostrar, alimentar la relación día a día, la comunicación… Mucha teoría, y en la práctica, no perderse de vista, seguir siendo una, única. Cuando Pedro me tendió la mano supe que era quién esperaba. Simple y llanamente, me entregué. Estada conociéndolo, fue entonces que me dejé de tantas hipótesis y fui yo. En el presente, atendiendo amorosamente al visitante. Era mirarnos y saber. Nos reímos mucho, comimos bien y bebimos más. Él también me atendía, sin complicarnos con las leyes establecidas. Así se dio la secuencia de la cita, normal, agradable, acercándonos cada vez más. También tengo guitarra y como la había visto, la tomó y me regaló Lucía de Joan Manuel Serrat y luego en un inglés perfecto: Stranger In The Night. Me miraba distinto a cómo lo hizo la otra noche en su casa, como que ya estaba todo dicho y hecho. Ya éramos alma. El beso surgió sin buscarlo, entre vahos de alcohol y nubes de canciones, limpio, querendón hasta que se volvió feroz, hambriento… Una lengua que exigía, minuciosa, recorriendo cada rincón de mi boca, también ávida de lengua, la de él. Me sujetó el cabello algo rudo, me gustó. Parecía saber cuándo y cómo usar la presión y cuándo amansar el tacto. Para que me agradara, hasta enloquecer… Sabía sin dudas, seducir. Era tan viril en los susurros, en las palabras gruesas, que impactaba. Ambos, sin mediar explicación dejamos de besarnos y también de acariciar, por temor a gastarlo todo en una noche. Habíamos probado los sabores, y hasta donde podíamos dar. Lógicos, esta vez, de nuevo racionales. Lo invité con un café y me sonreí con picardía y le comenté que me sentí Doña Florinda, con el Profesor Jirafales. Esto ayudó a distendernos, a recuperar la risa, el aire. Fue entonces cuando me comprometí a olvidar mis miedos y a creer, gozar de Pedro hasta que Dios quiera. Me sentí libre, sin perder mi femineidad me sentí cómoda y me abría a contarle cosas. Pedro también habló mucho, de su soledad – He tenido muchas minas, pero nunca una mujer- canturreó con algo de melancolía en sus ojos. -Ser agraciado nunca fue garantía de nada, siempre me lo dijeron, yo no lo siento así-. Bebimos café, sin más alcohol, ya había sido suficiente y queríamos escuchar y conocernos. Amén de que al día siguiente ambos debíamos trabajar. Al incorporarse para partir me dijo; - Fue una noche mágica, gracias- -Me gustaría repetirla- propuso. - ¿Quizás en Brasil? Te llamo. - y se fue. Sin poder reaccionar, apoyada en el dintel de la puerta, rememoraba los besos la propuesta sorpresiva, hasta las confidencias. La bocina del eléctrico, si tiene bocina, anduve averiguando. Hasta se implementó un generador de ruido para los que gustan del extravagante rugir de los motores. Si quieres que amplíe, ya sabes, comenta al final y lo hago. Me estoy yendo de tema, entré y un viento sospechoso anunció que llegaría a lluvia. A las 8 AM del día siguiente sonó mi celu, era Pedro. Dijo que tenía unos amigos en una posada en Buzios, paradisíaca. Si estaba de acuerdo podríamos ir y aprovechar además el fin de semana largo. Que sólo llevara lo necesario para la playa, ojotas y un vestido y que, si necesitaba algo, él lo compraría. Se lo oía exultante. Me recalcó que llevara una maleta pequeña. Yo recordaba mis tiempos de viajante, de mi larga experiencia en armar valijas. Me gustó la idea. Llamé a las chicas, tenía mucho para contar. Ah y le mandé un mensaje de Whats a Lorena, la cartómana. Le mandé hasta la fecha del viaje y puse el mantra del maestro que se murió este año ¡Namasté, maestro! Decir que el mar me enamora, es una redundancia. Siempre jugué con la idea que era Jemanjá, la divinidad orishá de la mitología yoruba. Fantaseé con la idea lucir una túnica blanca y danzar a su orilla, agradeciendo y también pidiendo. Descalza, abrazando el aire, incorporando sus misterios. Tras la necesidad de adorar a sus propias deidades, las personas africanas y afrodescendientes víctimas de la trata esclavista en la época del colonialismo, adoptaban las imágenes de la Iglesia Católica, dando lugar a un nuevo concepto. El sincretismo. Por eso cada 2 de febrero se conmemora el día de Jemanjá, o la Virgen Stella Maris para el catolicismo. ¡Tantas cosas nos vendió la iglesia! Por eso, cada año gran cantidad de personas se dirigen a las playas de Brasil con sus ofrendas, que incluyen flores, perfumes, frutas, joyas, cantos, danzas y toques de tambor. rasil con sus ofrendas, que incluyen flores, perfumes, frutas, joyas, cantos, danzas y toques de tambor. Y agradecer lo concedido y bnuevos pedidos a orillas del mar. Buzios es un destino que me debía. Recién casada con el turco, organizamos un tour de luna de miel en aquél sitio. Habían timado a muchos argentinos y tuvimos que cambiar de lugar. Se había vendido más de lo que se podía aceptar y las imágenes de cientos de turistas sentados en maletas, en las calles, en las veredas, viendo el modo de volver. Las playas y ese espectacular color de aguas, ¡Oh Dios, que feliz me sentía! No hay casualidades, una segunda oportunidad para una luna de miel y hasta con el hombre correcto. Todo cambia. Merezco todo lo bueno, otra de mis afirmaciones, La vacuna para la fiebre amarilla, malditos mosquitos. El vuelo, y sentir que alguien estaba para mí, y yo para él. La posada, bella muy bien ornamentada. Pedro me presentó a sus amigos, tan cálidos y alegres, mientras de fondo sonaba Vinicius de Moraes. Todo el día, todos los días, samba brasileña. Más tarde me arrastró a la calle principal Rua das Pedras, 4 cuadras donde se concentran una buena cantidad de bares y restaurantes. Y me sentí Brigitte Bardot, luego de su visita ja ja Nos contaron la historia de la diva del cine francés, por eso. Comimos. De Brasil unos pequeños embutidos de puro cerdo y las ensaladas con mango, los jugos y licuados de frutas exóticas, bah de Brasil, me gusta TODO. Ésa alegría que contagia, aunque un profesor me contaba que eran muy melancólicos, tristes y que lo volcaban en su poesía, aunque suene tan bonita, con ritmo. Ah Y me gusta la caipirinha sentada mirando el mar. Volvimos al hospedaje riendo, cansados, en nuestro aliento el mar y en el cuerpo, arena. Un abrazo sentido, amoroso y un beso vibrante, con la boca con la lengua, con el cuerpo y no sé cómo, pero estábamos en aquella alfombra con manglares, desnudos, sedientos, queriendo erosionar tanto dolor, restregando la piel, adentrándonos el uno en el otro. Sanando. Nos quedamos dormidos, exhaustos, satisfechos. Despertamos a tiempo de una ducha y salir para la cena. Un paseo por la orilla del mar y ver la aldea de pescadores. Recorrimos todas las playas, nos atiborramos de sol, caminamos incansablemente el día, cada día. Joao Fernandinho, Praia Azeda, Praia Ferradura son las tres que más me gustaron. Todo lo miraban, todos me miraban, Decían que éramos Barbie y Ken de la Posada. Yo sólo pedía no despertar nunca de este sueño. Pero teníamos que volver.-
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