Jeremy Stuank estaba lejos de ser el chico perfecto que todos conocían en la preparatoria. A pesar de su físico ardiente como le decían las chicas, tenía una situación en casa deplorable. Por años soportó como ser maltratado por su padrastro, como éste se desquitaba con él sus borracheras. Como su madre se lo permitía no solo a él si no con ella misma.
Odiaba a su padrastro, pero sobre todo, la odiaba a ella, a su madre.
No era el hijo único, su hermano de unos 8 años tampoco era ciego del poder que ejercía ese hombre militar a que le tenía que llamar: Señor.
Quería proteger a Tommy de toda aquella violencia, cerrarle los ojos para que solo su hermanito pudiera ver los arcoíris de su casa y no el diluvio que los ahogaba lentamente.
Juró que cuando cumpliera la mayoría, se llevaría lejos a Tommy, quizás, al lugar de nunca jamás, a ese pequeño mundo donde la felicidad solo esta en tenerse uno al otro.
Ese día estaba sofocado, y cuando las peleas comenzaron decidió salir y dar una vuelta por la blanca nieve. Tomó el auto y se marchó, no sin antes asegurarse de que Tommy estuviera profundo.
Condujo, a alta velocidad por toda la carretera resbalosa cuestionandose porque le había tocado una vida tan de mierda. En como su mamá permitía que ese hombre le hiciera daño y ella seguía allí, a su merced, a su alcance.
Efectivamente, llegaría un día donde todo saldría mal, y el violento ya no sería su padrastro, si no él. El miedo se perdería, y estarían enfrentados cara a cara. Jeremy ya no era un niño, ahora, era más alto, más fuerte.
Le haría lo mismo, repetiría el momento de aquella noche de invierno de hace dos años con tal de librarse de ese monstruo.
Sonrió de medio lado, porque reconoció que no era un monstruos, pero aveces las circunstancias te obligan a hacerlo. Las injusticias de la vida, te arrincona a sacar la peor versión de tí mismo.
Siguió conduciendo a alta velocidad.
Recordó los golpes, gritos, maltratos. Luego, vio a Susie gritando para que la dejara en paz. Ella era una zorrita seductora, por su culpa se había metido en un lío grande para después dejarlo, no era justo.
Se había aguantado en no tener sexo con ella por consideración, pero cuando la vió besandose con otro, perdió la cordura, la razón, y quiso matarla, hasta llegar al secreto que los unía.
Suspiró...
Nadie se burlaría de él, incluyendola a esa puta.
Siguió su rumbo, y después de un rato cuando se bajó del auto sintió el viento frío acariciarle la cara.
Sacó sus llaves cuando escuchó una voz.
—¿Jeremy?—se paralizó, volteó y se encontró con una mujer rubia, delgada vestida de n***o.
El chico la visualizó detenidamente con una sonrisa en su rostro.
—¿Que quieres puta?
La mujer le fulminó con la mirada y acercándose con violencia le sacó un cuchillo, lo tomó por el cuello y el filo lo puso en el pene.
Jeremy sin duda se atemorizó.
¿Que loca era esa mujer?
—Te gusta forzar a las mujeres ¿eh?
—Yo,yo... no, no... eeestaaa,un e.e.e.rror—tartamudeó—. No le he hecho daño a nadie.
—Aah, no—agudizó más el cuchillo en su carne—. De Susie no te acuerdas.
La mente le hizo clic. Esa mujer, era la hermana de Susie.
—No le hice daño, lo siento mucho—murmuró asustado.
—Y más te vale no le vuelvas hacer daño, ni acercar, ni molestar, porque si lo haces, no tendré piedad de ti, y te cortaré las pelotas y haré que te lo comas... maldito infeliz. Haz con tu vida lo que quieras, suicidate, cortate las venas si quieres, pero a Susie, la dejas en paz. Y si le dices a alguien que vine a amenazarte, te juro por Susie que es lo más sagrado que tengo... que te arrepentirás.
Holly lo soltó, el chico a pesar del frío estaba sudando.
—Ya lo sabes asqueroso. ¡Alejate de ella!
Jeremy con el corazón palpitante entró a su hogar cagado del miedo. Esa mujer lo había tomado por sorpresa y le había amenazado, pegó un golpe en la pared cuando se sintió como ese niño a que su padrastro golpeaba y amenazaba, y eso lo hizo poner furioso.
¿Que se creía esa perra?
Se petrificó cuando un golpe se escuchó desde las habitaciones de arriba. Las luces estaban apagadas, y Jeremy cuando intentó encenderlas se dió cuenta que la electricidad se había cortado.
Otro ruido.
Con pasos temblorosos, subió las escaleras, una por una, como si fuera una tortuga. Sudaba, su respiración era el único sonido que percibía sus oídos.
—¡Mamá! —llamó. No hubo respuesta.
Al terminar las escaleras, el pasillo se tornó lúgubre, tanto como aquella vez que su padrastro lo golpeó en ese mismo lugar y luego lo dejó allí solo.
Por favor, perdóname, perdoname.
Su voz infantil gritaba, pedía ayuda. Jeremy tuvo que cerrar los ojos para sacarse ese maldito recuerdo de su cabeza.
Ya era un hombre... debía dejar de tener miedo.
Siguió caminando hasta encontrarse con la alcoba de sus padres, las que compartían a pesar de todo.
La puerta estaba abierta. Jeremy solo tuvo que empujarla un poco para ver lo que hacía varios años había fantaseado pero no se había atrevido hacer.
Su padrastro en el suelo con un cuchillo en en el pecho bajo un charco de sangre.
Su madre en la cama boca abajo con un cuchillo en la espalda.
Se pegó a la pared asustado, con el corazón a punto de salirse, tan pálido como un papel, corrió, pero al pisar la sangre se resbaló y se bañó del líquido rojo de su padrastro. Fue en busca de su hermano y cuando entró a toda velocidad a su alcoba, se encontró con la bestia que nunca debía encontrarse.
Su hermanito dormía como un angelito, y acontinuacion, él se acercó.
Se acercó al fuego, a la candela, a la sangre, se acercó a ANÓNIMO.
☆☆☆
Otro capítulo... ya conocen un poquito de la vida de Jeremy. Déjeme en sus comentarios que cree que pasará con él. Los quiero.