—Elijan lo que quieran nenas, no nos iremos de viaje inmundas—dijo Meghan divertida. Susie y Holly estaban frente al centro comercial de Munds, hacia frío, estaban muy bien abrigadas esta vez, hasta con sus respectivos gorros y guantes. Meghan se había dispuesto ir de comprar, y no solo pensaba en gastar en ella, si no que también dispuso dinero propio para Holly y Susie.
Lo primero que hicieron fue entrar a un área de peinados, maquillaje, y uñas. Era un salón de belleza espectacular. A la vista de Holly era carísimo, ni con su sueldo de repostera podría pagar una cita en ese lugar.
Susie estaba entusiasmada, la idea de salir de compras le emocionaba muchísimo, y más cuando se trataba de un cambio de imagen. Le llegó un mensaje, y al ver la pantalla fue consciente de que el mismo número desconocido le había escrito.
–8
Arrugó las cejas, aún no terminaba de comprender el significado de esos números. Guardó el celular, no tenía ganas de discutir con su hermana por tener el aparato en la mano.
—¡Buenas!—saludó Meghan. Una mujer rubia, alta, con rizos rebeldes salió a su encuentro, estaba vestida de tigre, su camisa, su pantalón y unos zapatos de tacón altísimos. ¡Que manía de usar zapatos con un tacón que si se te iba el pies de seguro te lo quiebras!. Susie la vió de arriba abajo, admirando la apariencia de la mujer de rizos. Sin duda, tenía un cuerpo perfecto pero su rostro no encajaba, usaba demasiado maquillaje, y su sonrisa parecía estática.
—¡Quiero que le hagas un cambio de imagen! —señaló a Holly—. Y que a esta chica me la dejes como para chuparse los dedos.
La mujer sonrió, de seguro que esa sonrisa de suficiencia eran característico de una buena estilista. Las ubicó en un asiento, una al lado de otra y con dos ayudantes más, iniciaron su trabajo.
Meghan, se cortó las puntas, se pegó las pestañas, se colocó unas uñas en formas de garras decoradas con brillantina. Y unas ondas le daba un toque elegante a su pelo.
A Susie le halagaron la naturalidad de su pelo rojo,le cortaron un poco el cabello, le pintaron las uñas, y le sacaron un flequillo de medio lado, al verse al espejo se sintió gustosa con su imagen.
El caos inició cuando Holly se miró su apariencia. La chica le había quitado el rubio postizo de su cabello dejandolo a un color cobrizo.
Sus ojos verdes se hicieron más brillantes, sus pecas deslumbrantes, se había quitado unos 10 años de encima. Meghan estaba satisfecha con ese color de pelo, porque definitivamente el rojo era lo suyo.
Holly estaba en crisis, al ver lo rojizo de su cabello le hizo vivir de nuevo el calvario que sufrió en toda su vida. Era el vivo recuerdo de lo que antes fue.
Pero era la orden de Meghan, así le había indicado ella a la estilista que lo hiciera, y con rigurosidad no le permitió verse en el espejo hasta que su obra estuvo acabada.
Las lágrimas empezaron a salir, por un momento sintió como su estómago se comprimía.
—¡Estas fabulosa!—sonrió Meghan mirándola con admiración.
Holly le lanzó una mirada triste.
—¿¡Que me hiciste!?
—Hice que el color de cabello te favoreciera.
—¡No Meghan, no quería regresar a ser pelirroja! ¿acaso no lo entiendes?
No, Meghan no lo entendía, no conocía el pasado de Holly, aún ni su nombre verdadero.
Frunció el ceño decepcionada.
—¿Por qué? quedaste hermosa, te quitaste un par de años encima.
La pelirroja la miró furiosa. Susie intervino.
—Calmemonos todos. Yo hablo con mi hermana—se acercó a ella, susurrandole—. Todo está bien, tú color de pelo no te define quien eres.
—¡No es eso! me recuerda todoooo, absolutamente todo.
—¿Y que? ya han pasado años Holly, deja de seguir torturandote. Por más que quieras evitarlo y borrarlo, somos hija de un asesino serial.
Las lágrimas seguían saliendo, por más que Holly las quería evitar, no podía.
—Susie...
—Susie nada... Meghan no sabe tú pasado, está actuando de buena leche y tú estás arruinando el momento con tus traumas. Por favor, es hora de dejarlo en el pasado, de seguir hacia adelante, y aceptar nuestro futuro.
—En Olerfin me odian... cuando me vean así me recordaran, me busca la policía.
—Te odiaban. Te buscaban, sigue presentándote con tu nombre falso, estoy segura que ya nadie se acuerda de ti en Olerfin, al menos que te metas el problemas. Ya ha pasado años, la gente se olvidó de ti, los policías tienen nuevos casos, ya todo pasó —le tomó la mano—. Para mí siempre serás una hermana excepcional, sin importar que seas rubia, o rojiza—sonrió—. Así te pareces tanto a mí.
Holly se rió de medio lado, no estaba convencida de verse al espejo con ese color de pelo, pero no quería dañar el momento. Puede que Susie tenga razón, y cruzaba los dedos para que Olerfin no la recordara. Asimismo, se disculpó con Meghan, y después de una reconciliación de amigas, se marcharon a almorzar y a comprar ropa.
Acontinuacion, Holly se quedó boquiabierta cuando se midió un vestido vinotinto, ajustado a su silueta de un largo prudencial, sin embargo, dejando mucho que desear, ya que sus senos se dibujaban redondos por sus hombros descubiertos, y unas mangas cortas abombado en el brazo.
Meghan corrió las cortinas del vestidor, y se impresionó al verla como toda una puta ama, sin duda, era dueña del color rojo, se veía tan seductora y casta al mismo tiempo, como el fuego y el agua, el infierno y el cielo; Holly demostraba esas dos naturalezas.
Susie quedó maravillada, se tomó enserio la propuesta de Meghan de presentarle chicos; esos días en Olerfin iban a ser intensos.
—Tienes que llevarlo...—expresó emotiva
—No sé, ¿no es muy ajustado?
—No digas necedades. Es un vestido que deja mucho a la imaginación y que desear, te comerán con la mirada amiga.
Holly sonrió de medio lado. Y por un instante en su mente se cruzó un pensamiento que para ella fue fuera de lugar.
¿Bob me comerá con la mirada?
Sacudió su cabeza, evitó tener esos pensamientos o se encenderia con solo su imaginación.
Las tres, después de terminar de hacer las comprar se sentaron nuevamente a una cafetería donde a Meghan le gusta el mocaccino.
Estaban riéndose cuando un niño se les acerca. Holly frunció el ceño cuando el menor le entregó un frasco vacío azul con una calavera de etiqueta.
—¿Que es esto?—se lo arrebató Holly de las manos a Susie.
Meghan también le puso atención.
—Oyen niño, ¿quién te dió esto?—preguntó Meghan.
—Un hombre señora, dijo que se lo diera a la niña pelirroja, me dió 3 dólares—le brillaron los ojos al decir su pago.
Susie buscó a su alrededor algún hombre, no obstante, el lugar estaba lleno de ellos.
—¿Que hombre te lo dió?—sondeó Holly extrañada.
—Ya se fue señora, solo me dijo que hiciera eso y yo lo hice.
Holly siguió mirando el frasco con detenimiento; esa calavera significaba varias cosas, como la muerte, o señal de alerta. Miró a Susie, está también se le quedó viendo fijamente. Era como si la vista le pidiera explicación alguna, o respuestas.
Holly se planteó dentro de sí, ¿tenía que preocuparse por Susie?
—¿No me has dicho algo?
Susie captó a lo que se refería.
—No se que significa esto.
—No hay secreto entre nosotras.
—Lo sé. A lo mejor es una broma de alguien, no nos afanemos por algo tan insignificante—le quitó el frasco a Holly guardandolo en su bolso.
—Olvidemo eso—intervino como salvadora del ambiente Meghan—. Por cierto, miren a ese chico de allá, está como guapo—cambió de tema para aliviar lo tenso que se había impregnado el ambiente.
Aunque Holly quedó con ciertas dudas. Susie le estaba mintiendo, no le había contado lo de Jeremy, y ese frasco ¿qué era?...
A la media hora, estaban hablando de chicos, y a los 10 minutos se marcharon, dejaron a Susie en casa mientras que Holly tomaba su equipaje, el avión saldría esa misma noche.
—¡Por favor, llámame si pasa algo!
—Lo haré.
—Hay suficiente comida y postre, no los dejes perder.
—Sí.
—Prometeme que me llamaras.
—Lo prometo.
—Dile a Laura o Hanna que te acompañen.
—Lo haré.
—Susie, cualquier cosa dímelo, regresaré enseguida.
Susie sonrió abrazando a su hermana con tanto afecto que Holly lo sintió.
—Todo estará bien, te llamaré a cada minuto. Ya estoy grande, confía en mí.
Holly la miró con nostalgia.
—¡Te amo!—le dió un beso en la frente.
—Yo más.
—¡Cuidate!
—Igual tú.
—Coloca la alarma por favor.
—Lo haré. Tranquila, nada pasará.
Y con una última mirada de ver a Susie bajo la nieve, Holly se marchó al aeropuerto.
Tenia una sensación fea en su corazón, por 10 años nunca se había separado de su hermana.
—¡Estará bien amiga, déjala, ya es una mujer!
Holly le sonrió a Meghan, quizás ella tenía razón, todo estaría bien.
Susie vió el taxi alejarse, había querido ir al aeropuerto más su hermana se lo impidió, no quería que regresara sola después a casa. La chica se metió a la casa, cerró con cerrojo la puerta y activó la alarma.
Estaba siendo frío.
Buscó su bolso para revisar su celular, de seguro Laura y Hanna la habría estado llamando todo el día para preguntarle el motivo de su inasistencia a clase. Cuando finalmente tuvo el celular en la mano, fue consciente de que tenía un gran número de llamadas perdidas, y en ese instante una llamada entrante.
Era Laura.
—Aló.
—Susie, gracias a Dios, te he estado llamando todo el santo día.
—Lo siento, estuve ocupada.
—Susie... tengo algo importante que decirte.
—¿A sí?
—Susie...
Suspiros a través del auricular.
—Jeremy está muerto.
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