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477 Palabras
Gael había intentado olvidarse. Había subido a su motocicleta con la convicción de terminar la noche sumergido en el alcohol y la buena música. Sabía hacerlo, y sin embargo al verla, luchando con su propia frustración, con sus hombros abatidos y su atuendo tan extravagante no pudo evitar detenerse. No tenía claro lo que buscaba, pero por una vez en su vida no quiso pensarlo. Estaba cansado de medir las consecuencias. Había sido criado con la capacidad de detectar posibles exposiciones, su madre lo había convencido de lo cruel que podía ser la fama, la había visto llorar demasiadas veces mientras apagaba el televisor enfadada y por eso su carrera se basaba en el hermetismo de su vida privada. Sólo estaba con chicas que así lo entendieran, no se tomaba fotografías fuera de las de rigor, nunca se quedaba más de lo necesario con ellas y jamás hacía las cosas sin analizarlas antes. Por eso no terminaba de entender el impulso que lo había llevado a detenerse y ahora que ella parecía no reaccionar, comenzaba a tomar fuerza la idea de que, definitivamente, había sido un error. -¿Te llevo a tu casa o no?- insistió presionando sus manos contra el manubrio para contener la frustración. Albana había logrado vencer los nervios que la habían invadido con sólo verlo. Era tan imponente que su simple figura sobre la motocicleta, incluso con el casco oscuro, lograba aflojar sus rodillas y hacerla olvidar de todos sus problemas con solo mirarla a través de la abertura que dejaba ver sólo sus ojos. Ese día no podría haber sido más loco, había vivido el estreno de su vida, había sido testigo de la mayor alegría de su mejor amiga y cuando todo había estado apunto de desmoronarse, aquel rockero engreído le estaba ofreciendo el final menos pensado y, sin embargo, la sensación de que era lo que necesitaba y deseaba presionaba en su pecho gritando que no dejara pasar la oportunidad. -No.- dijo finalmente y Gael arrugó sus cejas sin terminar de creérselo. -No me lleves a mi casa, llevame a cualquier otro lugar que me haga olvidar.- agregó y al notar como esos hermosos ojos sonreían, se animó a acercarse para subir a esa motocicleta y colocarse el casco que él le ofrecía. Gael notó que apenas lo había tocado y antes de arrancar echó sus brazos hacia atrás para tomarla de las manos. -No te vuelvas tímida ahora.- le dijo girando su cabeza para estudiar sus ojos una vez más y provocarle un vuelco literal a su estómago. -Si te vestiste así para un boda, tengo claro que sos valiente.- agregó colocando sus manos alrededor de su cintura y mientras disfrutaba de la forma en la que su pecho se acoplaban a su espalda, arrancó convencido de que algo que se sentía tan bien, no podía estar mal.
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