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1177 Palabras
Ninguno supo cuánto tiempo anduvieron en la motocicleta. Ambos parecía disfrutar de la velocidad, del viento y, demasiado, de la compañía. Albana se había relajado por fin y su cuerpo se había entregado al contacto. Había cerrado sus ojos y se había vuelto imposible no imaginarlo en otras circunstancias, deseaba saber cómo eran esos tatuajes que apenas había visto, volver a estudiar sus ojos y provocar una sonrisa como la que había presumido detrás de ese casco. Su imaginación siempre la había llevado a volar y lo inesperado de los hechos de esa noche no hacían más que alimentarla para soñar los finales más prohibidos que ni siquiera en sus fantasías se habían animado a aflorar. Gael por su parte manejaba en la incertidumbre de sus deseos. El recuerdo de esas piernas y los movimientos en la pista de baile lo llevaban a desear que su lujuria fuera saciada, pero había algo más. Ella no era como las mujeres que solía conocer, ni siquiera recordaba su nombre y aunque eso sí era algo habitual, por primera vez le molestaba. ¿Quién era? ¿Por qué le atraía tanto? Ni siquiera podía precisar su color de cabello o su rostro sin todo ese maquillaje y justamente por eso sentía que necesitaba conocerla más. “Llévame a cualquier lugar que me haga olvidar”, le había pedido, no era una invitación directa al sexo, aunque su mente se empeñara a hacerle creer que sí- Parecía más un pedido desesperado, una súplica, como si en verdad su mente la estuviera atormentando. Él sabía de eso. Por eso supo exactamente a dónde ir. -Creo que mi mamá tenía razón cuando me decía que no hablara con extraños. Espero que tu idea no sea tirar mi cuerpo por el río. - le dijo divertida mientras se sacaba el casco y su cabello, aún víctima del fijador que llevaba, quedaba despeinado como si hubiera metido los dedos en un enchufe. -Espero que tu idea no sea convertirte en IT el payaso.- respondió él instintivamente colocando su mano sobre su cabello para acomodarlo, como si fueran una pareja de toda la vida, como si le importara, cuando en verdad ni siquiera la conocía. -Te juro que no suelo salir así a ningún lado, de hecho si me cruzaras en el subte ni siquiera me reconocerias.- le respondió ella sin perder la sonrisa, mientras se agachaba para mirarse en el pequeño espejo de moto y negar con su cabeza confirmando que su aspecto era cada vez peor. -No estés tan segura de eso, causaste una gran impresión en mí.- le soltó y ella se quedó paralizada, como si aquello le gustara demasiado y no terminara de creerlo. Gael inmediatamente supo que había cometido un error, ¿que se suponía que significaba eso? ¿por qué lo había dicho? Nadie causaba impresión en él, lo había visto todo. El silencio comenzó a quemar, ella parecía no querer arruinarlo, no sabía cómo debía continuar, estaban en el medio de la nada, a orilla del río, en lo que había sido un viejo puente de ferrocarril. Si esperaba que se lanzara a sus brazos para tener sexo incómodo y precipitado con él allí, estaba muy equivocado. -No todos los días veo un personaje de Disney en un casamiento snob.- agregó para intentar restarle importancia a su declaración y ella decidió seguirle la corriente. -Se supone que son tus amigos, no los llames snobs.- le recriminó recuperando sus movimientos para por fin dar por finalizada la inútil tarea de peinarse y volver a enfrentar su mirada. -No lo decía por mi amigo en particular, pero no podes negar que esa fiesta estaba llena de personas que se creían más importante por tener dinero.- le dijo desviando su mirada hacia el río, el hecho de que esos ojos lo hubieran vuelto a mirar de frente se había vuelto demasiado hermoso. Demasiado peligroso. -Puede ser… un poco, pero si te soy sincera no miré mucho, hace tiempo que aprendí que no hay que centrarse en la mirada de los demás. Vivir analizando lo que los otros ven cuando nos ven te hace perder la única perspectiva que importa. - le respondió imitando su gesto de mirar hacia el agua. Gael sonrió de costado, ya no sólo le atraía su aspecto, pero no iba a confesarlo, por eso comenzó a caminar con pausa hasta la orilla. -¿Y cuál sería la única perspectiva que importa?- le preguntó sinceramente intrigado. -La propia.- respondió ella como si fuera una obviedad. -Es a vos mismo a quien le debes tus actos, tenes que estar tranquilo de que lo entregaste todo, de que no te engañas, de que aunque no se de como esperas, seguiste tus convicciones y te gusta en lo que te convertiste, si a los demás no les gusta, allá ellos. - dijo ella mientras lo observaba apoyarse en la baranda de metal añeja de aquel puente. -Bastante osado, teniendo en cuenta que sos famosa y necesitas de los demás.- le respondió algo escéptico, le hubiese gustado creer que esa era la forma de vivir, porque él nunca lo había logrado sentir de ese modo. Para sus padres la mirada de los demás era casi lo único que importaba. -No soy famosa.- respondió logrando que él volteara para mirarla con sorpresa. -Creí que el disfraz, ¿no dijo Evelyn que eras actriz?- le preguntó intrigado. -Soy actriz, pero recién hoy fue el estreno de mi obra, quedé seleccionada en un casting entre un montón de chicas, pero famosa, lo que dice famosa, no soy. Al menos no por ahora y como te dije antes, con todo este disfraz no creo que nadie pueda reconocerme por la calle. - agregó alzando los hombros con inocencia para luego tomarse de la baranda como él hacía. -La fama está sobrevalorada, no te perdés de nada.- le respondió él regresando su vista al frente. -Pero un poco ayuda, hasta hace un par de meses, lo que me pagaban por mis actuaciones en teatros de pocos espectadores, ni siquiera me alcanzaba para completar el alquiler y ahora se supone que van a pagarme mejor.- le respondió ella arrugando sus labios de manera graciosa. -Ojo con eso, el costo a veces es más alto que la recompensa.- le confesó algo decepcionado y al notar que ella no respondía giró para verla, pensativa, afligida, muy hermosa. -Lo importante es que no pierdas esa perspectiva de la que hablas.- agregó para intentar recuperar su sonrisa, no sabía que ella se había quedado pensando en su primo, en el secreto de su familia, en la extorsión que había recibido, pero no le importaba el motivo tampoco quería verla triste. Entonces ella por fin sonrió, fue breve pero real y él se dio por satisfecho. -Voy a intentarlo, te lo prometo.- respondió aumentando el tamaño de su sonrisa para volver a mirarlo a los ojos y producir un nuevo silencio que lejos de ser tenso se volvió tan reconfortante que logró asustarla y por eso buscó una nueva salida.
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