Me la he pasado toda la noche llorando,
tengo mis ojos hinchados de tanto llorar, no se que hora es, siento como el sueño me empieza a vencer y quedó profundamente dormida. Entre mis sueños escuché unos golpes sutiles y me desperté de inmediato. La paranoia me ataca.
— ¿Quién es? — Pregunté aún soñolienta.
— Soy yo señora Ana, Betty. Traigo su desayuno — Dice ella con dulzura.
— No quiero nada, puede llevárselo, quiero dormir — Digo con rabia, intentando hacer que ella se vaya, pero si que es insistente.
— Señora Ana, si no come nada el señor se va a enojar. Por favor coma aunque sea un bocado, piense que también se puede enfermar.
— No me importa lo Ricardo piense, no creo que se preocupe por mi salud, digo con sequedad, yo se que ella no me ha hecho nada, pero para mi ella es culpable, por quedarse callada.
— Bueno me retiro señora, sólo espero que el señor Ricardo no sé enoje, ya que yo tengo que cuidar de usted —. Ella lo dice de una forma que más bien parece súplica, Ya me dio un poco de remordimiento por la señora Betty, ya que no quiero que la castiguen por mi culpa, pero no quiero nada, no puedo pasar bocado es como si la tráquea se hubiera cerrado y mi estómago hubiera desaparecido porque no lo siento y mi alma abandonado el cuerpo, ya no soy aquella joven con ganas de superarse para poder ayudarle a mis padres ya no río ya no tengo sueños no tengo nada ni a mis padres, tampoco a María mi amiga y mucho menos el amor de Ricardo. Le recibí la comida y ella salió.
Después de algunas horas de estar acostada, abren la puerta de sopetón y entran dos hombres altos musculosos con traje n***o, me alzan en sus hombros.
— ¿Qué hacen?, sueltenme, sueltenme —. grito de desesperación.
Aquellos hombres por lo visto además de musculosos también son sordos, porque no me responden, sólo me bajan a la fuerza hacia un lugar oscuro y me encierran. — ¿Dónde estoy?, ¿Qué es este lugar?... Saquenme de aquí —. grito desesperada, me siento y me pongo a llorar desconsoladamente.
La tristeza se apodera de mí ser y sólo lloró mientras la soledad me habla y jura no abandonarme, siento que me estoy volviendo loca en este lugar, no entiendo como mi vida ha cambiado tan de repente no merezco esto, ahora estoy encerrada entre la oscuridad y el frío. No se cuantas horas ya llevo encerrada, veo como abren la puerta y ahí está el hombre que me está haciendo la vida miserable.
— Amor, Espero que hayas dormido bien — dijo con sarcasmo. Sólo levantó la mirada del suelo para mirarlo fijamente.
— No entendiste lo que te espera si no me obedece, créeme no soy bueno para aguantar tonterías de niñas malcriadas —.
Lo sigo mirando de igual manera, sin demostrar miedo.
— Querida, si me obedeces todo irá bien.
— Me liberarás si obedezco — Hablo rápido.
— No, eso nunca eres mía.
— Entonces no quiero nada, no quiero nada — digo llorando, él solo toca su cabeza.
— David , Gael amarrenla y la dan un baño de agua fría a ver si así se le quita lo malcriada —. Veo que Ricardo abandona la habitación y me deja con sus guarulas, me atan mi cuerpo a una silla y me lanzan Valdés de agua hacia mi cara, no tengo más fuerzas así que caigo desmayada tengo frío, hambre y ahora me siento tan sola.
Despierto y veo que me encuentro otra vez en la habitación, estoy con ropa seca, miro mis muñecas y aún están marcadas por las cuerdas con las que me ataron me duele demasiado, ¿Cuántas cosas más debo aguantar? Me siento un poco para descansar de la espalda. Veo que abren la puerta y la señora del servicio, Betty. Jmm que raro está vez no golpeó.
— Disculpé señora pensé que seguía durmiendo —. dobla unas toallas y las guarda en el cajón.
— ¿A qué horas me trajeron a la habitación? —, le cuestioné mientras la miró.
— Esta madrugada, el señor Ricardo dijo que ya había aprendido la lección, así que tuve que ayudarle a vestir y acomodar para que durmiera cómoda — Dice la señora con dulzura.
— Muchas gracias —, bajo mi rostro. — Por todo lo que hace por mi y disculpeme si he sido grosera en algún momento.
Me disculpo con la señora Betty por que por más que ella trabajé con Ricardo, conmigo se ha comportado bien. Ella me da una mirada de compasión.
— No es nada señora, en mí puede confiar y si está en mis manos voy ayudarla en todo lo que sea posible.
Ahora señora Ana, coma un poco, lleva tres días sin comer y se enfermara.
— ¿Y qué? Al final moriré de todos modos, no ve como me tiene encerrada, me lastima y hace su voluntad conmigo. La verdad no tengo hambre.
— Señora Ana tiene que tranquilizarse y mejor coma algo, mire señora Ana si no come la van a volver a encerrar en el sótano y va a ser peor para usted, piense en su familia —. Con esas palabras fue un estímulo para mí.
— Está bien comeré un poco, sin embargo, cene todo. — No creí que tenía tanta hambre hasta cuándo lleve el primer bocado a mi boca, >. veo como Betty ve como devoró todos los alimentos y sonríe , creo que le cause gracia pues nunca había llevado tantos alimentos al mismo tiempo a mi boca. — Gracias porque estaba delicioso, dije satisfecha.
— Me alegra mucho que haya cenado, no por lo que le puede hacer el señor Ricardo, si no por usted por su salud, tiene que ser fuerte. Y por favor dígame Betty.
— Bueno Betty, gracias y suelto una pequeña sonrisa.
— Ah, Señora se me olvidó decirle que el señor Ricardo no sé encuentra en casa salió hace varias horas, pero le dejó dicho que escoja unos de lo vestidos y que esté lista a las 8:00, que ya sabe.
Gracias estaré lista Betty, digo más para mi que para ella. La noche llegó y mi corazón palpita a mil, no sé qué piensa hacer Ricardo conmigo y eso me llena de nervios, adrenalina, camino por toda la habitación en círculos no puedo más con esta angustia el reloj avanza demasiado rápido ya son las 7: 30 y decidí arreglarme abro el clóset y veo tantos vestidos hermosos, tengo tanta pena por mi carrera se ha ido a la basura, mi sueño de ser una de las mejores diseñadoras se ha esfumado por completo, tengo que ser fuerte no me voy a dejar derrumbar.
Me decido al fin por un vestido n***o ceñido al cuerpo con brillantes en la cintura y en el Escoté, llega hasta el muslo, tiene pequeñas transparencias que le dan un toque elegante, su tela de seda deja ver lo fino que es; decido dejar mi cabello suelto y pinto mis labios de color rojo y el resto de mi cara al natural, me veo al espejo y me veo hermosa a pesar de lo gris que estoy.