Capítulo 2

1250 Palabras
Escuché gritos, risas y murmullos  así que bajé corriendo las escaleras, parpadeo un par de veces ya que no podía creer lo que veía, — !Oh por Dios es María! — dije en voz alta. María es mi mejor amiga mejor dicho es como mi hermana, bueno somos uña y mugre > jaja, es inevitable no reír, con ella he compartido muchas cosas, me dirigí hacia ella quedando a su lado.  — María viniste — digo con emoción, dando saltitos de felicidad, pues llevaba rato que no la veía. Hasta siento como se me asomó una lágrima.  — Ana, ¿Acaso no pensabas decirme que hoy te casaba?,eh —. Me reclama en forma de reproche haciendo  pucheros. Sí, ella es así de caprichosa.  — Amiga pensé que ibas a estar ocupada —. Me excusó, y es verdad no quería que mi mejor amiga pierda un día viniendo a mi boda, ya que se encuentra en prácticas y estos días así después le toca reponer el doble.  — ¿Cómo crees que iba a faltar a tu boda, eh bobita? — me dice tomándome la nariz con su meñique, yo suelto una pequeña risa.  — Si no hubiera sido por don Juan y la señora Emma, me pierdo este gran paso que vas a dar — dice haciéndose la digna.  — Y la verdad nunca te lo hubiera perdonado, por no haber invitado a la madrina de bodas… Aunque ya sabes Ricardo nunca me gustó y mucho menos para ti —. María como siempre hablando con sinceridad no la culpo  pues desde que conocimos  a Ricardo, a mi amiga nunca le cayó muy bien que digamos, pues siempre me ha dicho que Ricardo esconde algo, que su fría mirada le hace dar escalofríos, pero no la culpo porque el sentimiento es mutuo, ya que Ricardo tampoco tolera muy bien a mi amiga dice que es una niña malcriada que le hicieron falta unas nalgadas de pequeña, me quedo hundida en mis pensamientos hasta que ella chasquea sus dedos para despabilarme. — Ana, todavía estás a tiempo de arrepentirte — vuelve a decir  mi amiga sacándome de mis  pensamientos, suelta una gran carcajada que es tan contagiosa   que terminó uniendome a la  escandalosa risa de mi amiga.  No soy de supersticiones pero ella insiste tanto que hasta miedo me da, pero le voy a demostrar a ella que se equivoca.  Subimos a mi habitación para poder arreglarme pues ya quedaban pocas horas para mí boda, los nervios comienzan a hacerse presente, me dirijo a mi clóset  y sacó una enorme caja, la abro y saco mi vestido de novia. Es realmente hermoso y creo que esta perfecto para mi y la ocasión; mi amiga queda con la boca abierta y, pues es mi primer diseño yo tampoco me lo creo, ¡quedó realmente hermoso! Estoy orgullosa de lo que mis manos pudieron crear.  — No puedo creer que ese sea tu vestido ¡está bellísimo amiga! — Esto último lo exclama con gritos y dando saltitos, parece una niña pequeña a quien le acaban de dar un dulce. Lo miró y tiene razón. Es un vestido blanco en corte sirena en corazón y encaje con diamantes incrustados alrededor de mis pechos, se puede ver perfectamente el corazón, en la cola lleva pequeños bordados a mano esta es larga, aparte su velo transparente con cuencas al borde.  Me lo pongo y se ajusta perfectamente a mi cuerpo, resalta el color de mi piel y cada curva presenté, me pongo unas sandalias transparentes, aliso mi cabello y al final hago algunas ondas para resaltar mi perfil, todo esto con ayuda de Ana, me pongo un collar de diamantes que Ricardo me dió para que lo luciera este día, ella se encargó del maquillaje, este era suave con colores pasteles, pestañina y un labial color carmesí, absolutamente sentía que este era mi día, un día especial donde iba a brillar no solo por mi vestido y lo demás, sino por la felicidad que brota de mi.  Mi amiga se puso un vestido rojo tallado hasta sus muslos, strapless, debo admitir mi amiga tiene un cuerpazo, a ella todo lo queda bien, su cabello lo dejó suelto con ondas mientras su maquillaje fue diferente al mío, este fue más atrevido fue con colores brillantes y un labial rojo pasión, somos un contraste pero nos complementamos a la perfección. Bajamos ya que mi madre nos avisa que la limusina acaba de llegar, aunque yo no quería ese vehículo me parece muy ostentoso, Ricardo insistió en ella dijo que era una forma de recompensar pues nuestra boda iba a ser muy íntima,  pocos amigos, los padres de Ricardo tampoco iban a asistir ya que estaban en un crucero por el Caribe, pero a mi no me interesa así sólo fuéramos él y yo… iría con él hasta el final del mundo.  Antes de subir a la limusina mi padre me vio y pude ver sus ojos cristalinos, no sabía que decir, se le notaba por el movimiento de las manos " Estás preciosa", habla entre los dientes, se acerca y me da un abrazo fuerte, de esos que te arrancan el alma. Luego nos abrazamos con mi mamá y hasta María se une al abrazo.  Ya en la iglesia mi padre me hace entrega según él a la joya más preciada que tiene,   mis ojos se cristalizan de la emoción y los pocos invitados aplauden eufóricamente, este día lo recordaré siempre, no creía que lo que decían en las telenovelas que el día de la boda era uno de los más importantes en la vida de una mujer y hoy quedó demostrado que sí, es el día más importante.   Damos nuestros votos después de que el sacerdote nos indica, nos ubicamos de frente logrando ver esos ojos que me enloquecen.  — Ana te aceptó a ti como mi mujer, para darte lo inimaginable, prometo darte amor, ser fiel, honesto y sobre todo hacer que cada día te sientas la mujer más feliz del mundo — dice Ricardo, todos aplauden ante sus palabras.  Mis manos sudaban, era mi turno. Lo leí un par de veces para aprenderlo pero en estos momentos los nervios me traicionan. — Ricardo, hoy prometo que haré que cada día de mi vida estés bien, te voy a hacer feliz, te daré amor, comprensión, tolerancia y fidelidad. Hoy delante de todos quiero agradecerte por cada día que me haces feliz, a tu lado los días son mejores, agradezco enormemente al destino que nos junto y no cambiaría nada de lo que he vivido contigo hasta el día de hoy —. Digo sin más y las personas aplauden nuevamente, él da un gracias silencio.  Después de dar el sí, el sacerdote nos declaró marido y mujer. Escuché gritos y aplausos pero mi mente no dejaba de repetir una y otra vez las palabras >.  — Puede besar a la novia —. El sacerdote mira a Ricardo. Nos miramos fijamente y nos fundimos en un largo y exquisito beso.  Salimos para un pequeño salón de recepciones, para hacer un brindis pues Ricardo me había dicho que después de la boda nos iríamos en su jet privado para nuestra luna de miel dijo que iba ser sorpresa que nunca la iba a olvidar… Y eso es lo que quiero, nunca olvidar. Qué la decisión de haberme casado siempre ha sido lo mejor. 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR