CAPÍTULO 5 "CAOS"

1001 Palabras
Al día siguiente el rostro de todos esos caballeros llegando a sus lugares de trabajo, era toda una poesía. Todos notaban automáticamente que algo era diferente, la inmensa oficina lucía desierta y solitaria. Podía sentirse vacía cuando se escuchaba el eco de todos esos hombres llegar con expresiones de extrañeza en sus caras. Miraran dónde miraran, no había una sola mujer en todo el edificio a excepción de mí que los veía llegar desde lo más alto de ese parco con cara de pocos amigos, mis brazos cruzados, y esas gafas oscuras que ocultaban la alegría que se desbordaba a través de mis ojos. — ¡Buen día para todos! — alce el volumen de mi voz para que todos esos ejecutivos vestidos elegantemente de traje y corbata voltearan a verme automáticamente — sean bienvenidos al primer día oficial en el cuál el empoderamiento femenino toma el poder de toda la empresa AFRODITE C.A. por siglos, los hombres han expresado su supuesto dominio sobre la tierra con mucho orgullo. Ese afán por ser el sexo más fuerte, los ha llevado a desplazar de manera egoísta al género contrario hasta una orilla dónde pretendieron dejarnos para siempre. Se convencieron ustedes mismo que nosotras aceptaríamos ese pequeño rincón sumisamente sin decir una sola palabra al respecto. Pues en el día de hoy, estoy aquí parada frente a ustedes en representación de todas las damas que hacen vida dentro de este edificio, para informarles que hoy, mientras ustedes estarán ejerciendo labores tediosas, pesadas, y aburridas durante toda la jornada. Ellas, las flamantes mujeres de fuego pertenecientes al mismo gremio laboral que ustedes, estarán en sus casas durmiendo, o en el centro comercial comprando un lindo vestido, incluso quizás visitarán la peluquería para consentir sus cabellos. Quiero que esto no se vea como un hecho aislado, sino como un comienzo de algo a lo que tendrán que acostumbrarse, quieran o no. — ¡Tengo una pregunta! — levantó la mano espontáneamente un jóven delgado, cabello un poco largo, piel blanca, y rasgos faciales muy bien definidos — ¿cuándo será el turno de nosotros para disfrutar de un día libre? — ¿Cúal es tu nombre, niño? — pregunté señalando con mi dedo índice directamente. — Soy Zack, Zack Roldan, departamento de cobranza.. Señora — expresó ese jóven con cierta timidez en sus palabras. — Bueno Zack Roldan del departamento de cobranza... Cúando tu pequeño amiguito entre tus piernas, sangre durante cinco días continuos, tengas dolores infernales que te hagan odiar hasta tu fecha de nacimiento, y no te mueras en el proceso. Ese día tendrán un día libre como este que les dí a sus compañeras — respondí siendo totalmente concisa y directa. La expresión en mi rostro era de dominio absoluto, paseaba mi mirada entre ese mar de caras tratando de encontrar el rostro que en realidad estaba buscando, y que hasta ese momento no había podido encontrar. La de ese desgraciado que me hizo tanto daño en el pasado, sin embargo debía continuar esperando el momento para verlo frente a frente una vez más luego de tantos años — ¿alguna otra pregunta? — Yo tengo una pregunta — un sujeto fornido que se encontraba rodeado de muchos amigos, levantaba su mano mientras sus compañeros reían como comadrejas. Lo que era una clara alerta de que se venía una burla en mi contra — ¿La puedo invitar a salir? Hombres. Tan primitivos, tan básicos, tan ególatras de sí mismos. Todo para ellos resultaba una burla. Era muy difícil hablar algo con esos seres sin que terminara en un juego o en sentido s****l que solamente ellos entendían. Estuve muy cerca de despedir a ese idiota que quiso hacerce el payaso conmigo. Sin embargo no podía dejar que ellos hicieran salir mi lado salvaje ese día tan especial para todas nosotras, pues eso sería perder ante ellos. No tenía otra opción que sonreír y continuar mi jornada para verlos sufrir como estaba segura que lo harían. — Les deseo una bonita jornada de trabajo para todos, y espero no extrañen mucho a sus compañeras — dejé escapar una sonrisa malévola antes de irme, estaba totalmente convencida que aquello valdría la pena al cien por ciento. Justo como lo había pensado. Rápidamente la oficina se convirtió en un verdadero caos sin ese toque de la mano femenina que la sustentaba. Fue todo un deleite para mis ojos observar con gusto como esos idiotas no sabían prepararse siquiera un café en la máquina de expresos. Los charcos de esa bebida marrón inundaban los pasillos, charolas, y pisos adyacentes de los cubículos. Sin secretarías que llevaran el control de todas las operaciones, citas, reuniones, y obligaciones de los "importantes" ejecutivos, toda sus agendas se transformaron en un infierno en cuestión de minutos. La fotocopiadora era toda una tormenta de hojas blancas que llovían sin cesar al no saber controlar algo que las chicas de mi compañía dominaban con suma majestuosidad en su día a día, lo que para ellas era pan comido en sus rutinas diarias, para ellos era todo un reto. Resultaba realmente asqueroso siquiera pensar entrar en los baños de caballeros sin la presencia de las señoras de limpieza, aquello era una pesadilla que daba miedo de solo imaginar. Esos retretes seguramente quedaron inutilizables. Es que incluso hasta para una tarea tan sencilla como atender un simple teléfono de oficina, ellos necesitaban nuestra ayuda. Para mí era un verdadero show mirarlos hablar mientras intentaban no perder la cabeza ante todo el caos que se había desatado en su alrededor. Por mi parte yo me sentaba cómodamente en la silla de mi oficina, retiraba esos molestos tacones de mis pies para dejar que reposaran un poco, subía mis piernas en el escritorio frente a mí, y apoyaba el peso de mi cuerpo en el espaldar del asiento para relajarme oyendo el maravilloso sonido del tormento masculino. Y pensar que éste era solo el comienzo de todo que había logrado planear en estos diez años.
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