Capítulo 36: La conversación frustrada con Ramona.

1446 Palabras

Cuando llegué a casa, el silencio me envolvió por completo. No había señales de Mar, pero el aroma de una empanada recién horneada llenaba la cocina, dándole un toque cálido a la soledad que sentía. Al menos alguien había pensado en mí antes de irse. Me acerqué a la mesa, donde la empanada seguía tibia. No tenía hambre, pero el olor era reconfortante, como un abrazo que necesitaba. Corté un trozo y lo acompañé con un vaso de leche fría del frigorífico. Cada bocado me sabía a nostalgia, aunque no podía precisar el porqué. Quizás era la soledad que había vuelto a colarse en mi vida, o tal vez el hecho de que nada parecía salir como esperaba últimamente. Me quedé un rato mirando por la ventana, observando cómo la luz del atardecer se desvanecía, tiñendo el cielo de un rojo profundo antes de

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