quince

2572 Palabras
Eira. El meditar sentada bajo un fuente me sirvió para calmar mis nervios y neutralizar mis chakras. Han pasado como una hora desde que estoy aquí pensativa ideando mil planes para neutralizar a Koch. Lo primero que debo hacer es investigar su alcance territorial, sus alianzas y sobre todo conexiones fuera de estados unidos. Si es que tiene. Deben de tener, posible algún cartel de México o Colombia. No me preocupa eso, lo que me preocupa es a qué se deben dedicar y que tipo de contrabando tiene. Los voy a machacar como un ajó y cerrar cualquier tipo negocios que tenga. Haré que pague por lo que me hizo. Así me tomé la mayoría de mi tiempo. Lo haré sufrir lentamente sin tocarle ni un cabello. Le daré dónde más le duele. Dinero. —Eira... Esa voz. Sin pensarlo me giro rápido para ver la figura. Viene con las manos a cada lado caminando rápido meciendo, está bien vestido como un traje Armani de tres piezas azul marino. Su saco está suelto y el cabello como si no hubiese tenido tiempo de peinarse. Llega a mi mucho más rápido que yo a levantarme y entonces me abraza. Yo le devuelvo el abrazo. Dos días que no nos vemos. He pasado meses y hasta un año sin saber suyo, sin verlo o tenerlo cerca y dos días han Sido como una eternidad. Cómo si no lo viera de nuevo otra vez. Me aprieta tanto que siento que me podría partir. —¿Estás bien? — me examina por completo. Me toca y busca en mi rostro. El maquillaje ha tapado bien mi rostro. —Estoy bien. — le digo con voz agitada. Cómo si hubiese corrido cuando solo he estado sentada. Mis ojos también lo examinan por completo. Luce cansado. Entonces el deja de tocarme y me observa preocupado. Su inquietud se mete de llenó en mi cuerpo y comienzo a sospechar cada vez peor. Que Javier no esté acostumbrado a estos tratos lo entiendo, pero el... No lo sé. Luce consternado. Me coloca las manos en mis hombros y trae mi atención hacia su rostro. —¿Bien? — suelta brusco —Tu jamás has dicho bien desde nunca. Tiene razón.. Cuando alguien me pregunta cómo estoy siempre saco algo de lo que me ha pasado el día. Por ejemplo: aquí intentado que el carro me prenda y no morir explotada en el intento porque suena feo. Una vez inclusive el me llamo y yo estaba apunto de dormir con Ashton al lado. Entonces cuando me preguntó cómo estaba mi respuesta elocuente fue: Aquí esperando que cuelgues para follar con mi novio. ¿Ven? A veces no pienso lo que digo u lo que hago. —Bueno, podría estar mejor claro está. — le digo —Pero estamos siendo extorsionados y soy la moneda de cambio si algo sale mal. —Veo a mi alrededor. —¿Quien te ha dicho que estoy aquí?. Mi hermano pone una cara indescifrable. Una que me deja con un nudo en el estómago. Veo sus bolsas debajo de los ojos lo que me permite saber qué no ha estado durmiendo bien o estubo muy preocupado por mi que se que es una alta posibilidad o hay algo mucho más. Algo que puede que no me guste y que simplente no quiera pensar. Como el hecho que papá no tengo el cargamento con el y no haya cambio. —¿Dónde esta padre? — pregunto viendo a todos lados. En este espacio solo estamos nosotros. Mi hermano ni si quiera volteo a ver a los lados. Pone las manos en puños y aprieta la mandíbula. Oh, no. No me gusta su postura. —Me han dicho que está aqui.— su teléfono suena y revisa. Un suspiro más pesado que mil toneladas de hierro sale —Vamos. No pregunto. Simplente me dejó tomar por la muñeca y lo sigo a su lado. Cruzamos por todo el jardín hasta llegar a un amplia calle. Detrás puedo ver la increíble mansión del gobernador. Algunos autos están estacionados y no hay gente. Me obliga caminar hasta parar en medio de la calle. Desde que puedo ver a Zaddiel, Zacarías, un hombre rubio que he visto antes, el de la cicatriz horrendo en al mejilla y Mich que está vestido casual. Pero sin dejar de tener estilo. Todos ellos nos ven y de repente me doy cuenta qué mi hermano ni yo estamos preparados para algo así. No tenemos quien nos resguarde la espalda como hace el rubio con Zacarías o como haría Mich con Zaddy. Mi familia no tiene esa clase de matones. Solo gente de seguridad pero Javier no ha venido con nadie, tampoco veo a mi padre. Estamos cayendo directo a la boca del lobo. Al menos que mi padre venga con un séquito y siendo el caso ya tendría que estar aquí ¿No? Me detengo. Pesando si corremos tendríamos la ventaja de llegar lejos. —Por favor, Eira. Déjame hablar solo a mí. — me pide cogiendo de mis mejillas para que vea sus ojos oscuros. Está nervioso.— Debemos salir de este aprieto y yo más que nadie quiero que vengas hoy conmigo, no me fío de esa gente, no me fío ni de nuestro padre y ahora solo estamos tu y yo. De inmediato me preocupo. Un frío me recorre desde mi columna en subida hasta la nuca. Sus manos me aprieta las mejillas en busca de aprobación y sus nervios pasan por mi cuerpo. Está sensación es la misma que sentí cuando Zed me dijo que pasará lo que pasará yo... Diablos. No. No puedo pensar en esto este preciso momento son circunstancias diferentes y sobre todo no es lo mismo. —¿Dónde esta el idiota que ayudo a traerme el mundo Javier? — mi voz sale rara pero es por la manera en que me sostiene la mejilla y que mi boca está presionada. Me suelta y cierro los ojos intentando aclarar. Para cuándo me vuelve a ver puedo notar su agobio y descontrol ante la situación. —Solo dijo que iba a buscar el cargamento y no volvió. Mi corazón debería partirse, de romperse en dos. Pero no sucede. No llega, es que como si de momento ya estuviera preparado para esta afirmación. ¿Ahora como salimos de esta? Muevo mis mano y camino de un lado a otro. Estoy muy consiente que desde donde estamos pueden vernos y que si corremos con suerte alguno de los dos pueda terminar con vida. Huir no es solución ahora. ¿Cómo mierda mi padre no está aquí? Eso es como un acto de traición y si ellos trabajan parecido como lo hacen en... Mierda. Nada de aquí saldrá bien. Nada. Me comienzo a morder el pulgar. El cargamento debería de tener algo que ellos necesitan. Tiene dinero, al menos que sea un contrabando y ahora lo deben. —Conozco esa mirada — dice mi hermano viéndome como repiqueteo con mis tacones. —Sea lo que sea que piensas déjalo estar. Yo hablaré como responsable de la cagada de nuestro padre, me haré cargo de lo que sucedió y con eso espero que pueda sacarte de esta mierda. Yo niego rotunda. Mil veces no. Javier no sabe nada del Inframundo. Papá lo tuvo alejado a mi vida por demasiado tiempo, tanto que solo cuando nos reuníamos me prohíbia hablar de lo sucedido. Después de lo que pasó en Pertch mis visitas fueron escasas a solo un par de días cuando mucho en reuniones familiares y sin embargo no asiste algunas. No fue hasta que me mudé a Quebec que retome mis conversaciones con ellos. Por lo tanto Javier no sabe cuando mucho lo que puede suceder aquí. Suelto mi pulgar gruñendo por esta frustración. No puedo creer que mi padre robara y de paso se da a la huida. Veo a mi hermano. —¿Alguna vez en tu vida has hablado con algún mafioso? ¿Sicario? ¿Orden de sicariato? ¿Asesino a sueldo? ¿Crímen organizado? ¿Mercenario? El niega rotundo ahora. Sus fracciones son más duras. Me llevo las manos hacia mi cara. Maldición sin fin de veces. »No es negociable. Dieron un tiempo estipulado y había que cumplir si o sí, de lo contrario harán algo. — le digo deteniendo mi paso para verlo —Ellos son mafiosos, gente mala. No aceptan un no. Trata de estar un paso adelante. Dinero eso es lo que debes negociar, padre se encargó de humillarlo al robarlo ahora tu barajeo eso a tu favor y ponte a su disposición sobre devolver así sea con el diez por ciento más de lo que se obtuvo. — le coloco una mano en la mejilla — Tienes que averiguar que había en ese cargamento apenas salgamos de aquí y por favor. No prometes nada que no puedas cumplir. Si estuviéramos hablando con la organización de Sicarios fuera más fácil para mí. Pero no es el caso y no estoy en ello. Busquemos cómo carajos salir de está. —Das miedo cuando tienes esa mirada. Es espeluznante verte actuar así, ya bastante aterrador fue que te lanzaras como escudo humano ante Julián para prevenir que lo matarán y ahora también me estás dando consejos para hablar con... ¿Cuando mi vida cambio así? — niega hablar más para si mismo. Prueba de lo nervioso que está. —Lo cierto es qué sí, está faceta tuya dura y frívola no me gusta. Quiero mi niña traviesa y elocuente. Cierro los ojos. No es el momento ni el lugar pero aún así le doy media sonrisa. —Hermano. Esa niña murió hace cinco años lo sabes. — le señalo hacia las personas —Hay que ir y la próxima trata de traer alguien armado, no puedes hacer tratos sin tener uno. Es escencial, una parte de tí, otra extermidad. — lo regaño mientras lo insto a qué camine. Arruga su cara mientras me aprieta la mandíbula. —No conozco a nadie que esté armado y pueda servirme de extermidad adherida hermanita. —Tienes que buscarte uno ahora más que nunca. — Quito la pulla y su tono de sarcarmo porque es real. —Puedes llamar a Antuan o Noah. Conocen de seguridad a n Nivel mundial. No hablamos más y nos acercamos. El ambiente se podría cortar con un cuchillo. Zacarías ve a mi hermano como si fuese un niño, alguien aprendiendo a caminar. No me atrevo a ver a Zaddy pero se que está viendo todo y miendiendo la situación. Estamos detrás de un deportivo rojo. Uno que conozco muy bien. El de mi hermano. —¿Tu padre? — le pregunta Zacarías viendo a todos lados. Como si no supiera ya que el no va a venir. —He venido por... — tengo que admitir que no decir que huyó es bueno. Zacarías ve al rubio con una ceja encima. Cómo diciéndole "este es un principiante o que se cree" el rubio no hace nada. No se ríe ni tampoco responde la atención que le ha dado su jefe. Por lo menos no se burló. —¿Ha huido no es así? — ninguno de los dos hablamos. —De seguro intento salir de la ciudad y del estado pero no puedo. Tengo muy seguro que debe de estar en algún agujero por ahí como rata de alcantarilla. De mi ciudad nadie sale y entra sin que yo lo noté. La seguridad con que lo dice me recuerda demasiado a tantos momento en que llegue a espiar cosas que no debía. Pero me alegro saberlo. Controla las rutas de la ciudad. —¿Que has traído contigo? — interviene Zaddy el cháchara de su padre —O vienes a pedir prórroga por el cobarde de tu padre. —Yo no vengo a hablar en representación de él. Yo vengo por mi hermana y renegociar. —Renegociar...— Zacarías lo interrumpe —Yo quiero lo mío, si no me quedo con la chica como pago, más las rutas del norte. Silencio. Eso fue lo que se extendió. Por alguna razón mire por el rabillo del ojo a Zaddiel lucía aburrido por el comentario de su padre, ni una pizca de emoción para demostrarme que todo lo que le dije dentro del evento le llegó al cerebro por lo menos. Pero nada... Está impasible como si eso fuera más de lo mismo. Ni una mirada hacia mi. Veo que Mich se mete las manos en el bolsillo y se recuesta del auto. —Tengo oro. — mi hermano me coge de la mano. —Pero necesito tiempo para descubrir la embarcación o traerlo de nuestra reserva. —¿Sabes que había en la embarcación? — Interrumpe Zacarías. Mi hermano me ve y luego pestañea. No sabe. Yo tampoco. Se. —¿Cómo vas a conseguir algo que no sabes que es? —Lo que sea que había lo puedo pagar. Ya te he dicho, tengo oro o si quieres te doy el dinero. — por lo menos a Javier no le tiembla la voz. Pero la mano si. —¿Que me dice a mi que vas a cumplir? Tu padre huyó como se que no harás lo mismo. —No soy mi padre. — responde neutral. —No claro que no. Eres estúpido al venir sin un guarda espadas. Por eso se que no eres tú padre. El sin embargo tiene más dedo de frente y prefiere no dar la cara resguardar su vida insignificante. — me ve de manera asquerosa como si me desnudara por completo. —Parece Eira, que si te quedarás conmigo un tiempo. Por qué tú hermano ha venido con las manos vacías creyendo que negociar me basta. Mi hermano me aprieta la mano y yo solo busco en el fondo de mi cerebro que hacer. No conozco los negocios de mi padre. Me fueron ignorados por completo desde que practicante respire. La empresa Halls y sus sucursales a nivel mundial me parecía más de lo mismo. Petróleo y oro. Es lo que papá se dedicó por años y que explotó en masa. Se que hay una reserva de oro que padre utiliza para vender, explotar el producto. Hasta se que la joyería de la familia el oro de la mayoría de las joyas viene de ahí de la reserva. Entonces un recuerdo de anoche me viene a la cabeza. El viejo Zacarías tiene su casa repleta de arte y pude ver un huevo feberge no se si es imitación no tengo ojo tan bueno. —¿Cuanto es lo que te robó el mi padre querido?— le pregunto aunque ahora me arrepiento. Prometí no hablar pero algo debo de hacer. Veo a los cuatro. Midiendo lo que pueda pasar. Cuerpos ejercitados. Músculos. El rubio es grande y pesado no puede ser rápido. Deben de tener por lo menos un arma. No le sentí ninguna a Zaddiel pero eso no quita que ahorita la tenga. Mich está muy lejos para medir algún bulto. Lo que me queda claro es que sigo en desventaja. —Me robó lo suficiente para que ahora te vayas a vivir directo a mi casa. — me responde y el olor a tabaco rancio, su lengua en mi cuerpo, su sudor me recuerda quien es. La mueca en mi rostro es evidente y no pasa desapercibida.
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