—¿Cómo estás? —preguntó Ephraim, sentándose a los pies de la cama de la reina, tras haber entrado a la habitación y encontrarla despierta, mirando a la nada mientras acariciaba con las yemas de sus dedos la cabeza del recién dormido príncipe heredero—, ¿peleaste con Teoh?
—No —respondió la joven, evidentemente cansada—, no peleamos. Ya hablé con él sobre el conde Urzette, también le expliqué lo peligroso de hacer cosas en secreto y está un poco descolocado por haber puesto en peligro al mejor amigo de su papá.
—¿El mejor amigo de su papá? —preguntó el rey de Tassia, que creía conocer bien las relaciones de su difunto hermano, y a quien definitivamente no le sonaba el nombre de Antoine Urzette.
—Me dijo que le decía Muro —explicó la joven y dio el significado de semejante apodo, diciéndo
