-¿Cómo se ha quedado Isabella?- la voz de Zahra, lo detiene justo cuándo va a entrar a sus aposentos. -Muy bien. Ahora lo que necesita es descansar. -Sí. Pobre, ha pasado por tanto, yo no creo que en su lugar hubiese podido con ello. -Ya ves, es valiente y fuerte, una gran mujer. -¿Es cierto lo que me ha dicho tu madre? -¿A qué te refieres?- le preguntó frunciendo el ceño. -La Tía Hayffa, asegura que tú. . . que tú. . . que te comprometerás en matrimonio con ella. -Así es- le responde con voz serena. -Zabdiel- le dice y se acerca a él, hasta quedar muy cerca del masculino cuerpo- sabes que te he amado toda la vida, he soñado con ser tu esposa desde que soy una niña- sus ojos brillaron y su voz se cargó de desesperación- pensé que nos casaríamos. -Pensaste mal Zahra, siento que hay

