El auto se encontraba completamente boca abajo y si no fuera por el cinturón de seguridad, seguramente habría atravesado el vidrio, que ahora se encontraba hecho añicos frente a mi. Le di una mirada a Ben, que parecía estar consciente; pero, no lucía del todo bien, apenas dejaba salir bajos murmullos de dolor, quejidos que no tenían mucho sentido. En ese momento intenté decir su nombre, sin mucho éxito, porque mi garganta ardía y mi voz parecía haberse ahogado en lo más profundo de mi pecho. —Penny —lo escuché susurrar con voz ronca y sin mirarme —. Algo cambió… —¿Qué? —pregunté con esfuerzo. —El día que apareciste, algo cambió… Ahora lo comprendo —continuó diciendo, un poco pensativo y aguantando el dolor que sentía en su cuerpo —. Y puede que cada vez que estés aquí, algo cambie —, co

