Daniel está encantado con los trabajadores, han dejado una habitación preciosa para su princesa, es una habitación al lado de la suya, el día que se quede a dormir, si es que llega a hacerlo no quiere tenerla lejos, quiere que su hija se sienta a gusto en su casa, de eso se trata. Está esperándolas, es casi la hora que ha quedado Anna en traérsela, pero también está nervioso por verla a ella, por tenerla en aquel sitio donde una vez fueron tan felices, donde él fue el hombre más feliz el mundo. De repente le vuelven los recuerdos. Llega a casa una noche después de un día difícil, ha estado todo el día fuera de la oficina y no ha visto a Anna, no habían quedado en nada, ¡Lástima! Porque ahora necesita tenerla cerca y que se deshaga entre sus brazos. Cuando va subiendo el ascensor saca

