Destruirlo todo

1094 Palabras
Ana Tomó con gran fuerza la mano de Paul y lo llevó al escondite en donde miles de veces solía ocultarme, sé que él va a estar a salvó aquí, mientras yo voy en busca de ayuda. —¡Ana por favor no me dejes solo! —Lo miro a los ojos, y la verdad me parte el alma, pero es lo mejor, él es tan pequeño que solo logrará retrasarme. —Debes quedarte aquí, yo vendré pronto por ti con ayuda, te lo prometo —hablo, mientras estrechamos nuestros meñiques. Dejó un beso en su frente y salgo de ahí, está casa es demasiado grande y sé que por algún lado podré salir e ir en busca de ayuda, solo espero contar con suerte. Quito mis zapatos, la verdad me duelen mucho mis pies, es mejor así podré caminar y correr si hace falta. —¡Así que aquí te escondías! —Me giró al escuchar una voz carrasposa detrás de mí. «Por Dios», no puede ser tanta mi mala suerte. Mi cuerpo se congela al ver al mismísimo lucifer en persona, "Leonardo Santoro" quisiera hacerme chiquita en este momento o desaparecer, pero no puedo este hombre tiene un arma apuntando justo a mi cabeza —¡Eres un maldito bastardo! —grito para segundos después escupir en su cara—. Eres el peor ser humano que hay sobre la tierra, ojala te pudras. —Vaya ahora estamos sacando valor, te comento chiquilla que no estás en condiciones para insultos —habló aquel hombre rodeándome como cazador a su presa. Haciéndome sentir pequeña e insignificante. Quisiera decir que no tengo miedo, pero no, mi cuerpo se congela de inmediato y más al sentir su cercanía, además que mi cuerpo tiembla como gelatina, al ver su fría mirada recorrer todo mi cuerpo. —Pues no le tengo miedo señor, y si me va a matar hágalo en este mismo instante, porque le juro que si me deja con vida no voy a descansar hasta hacerle pagar lo que nos está haciendo, eso téngalo por seguro —hablé con determinación. —Jajaja, yo no les estoy haciendo nada, fue el imbécil de tu padre quien les está haciendo esto, pero él ya pagó con su vida. No obstante, ahora estoy aburrido y se me antoja algo de diversión —vociferó aquel hombre lamiéndose el labio inferior. —Yo no soy entretenimiento de nadie —grito antes de estampar mis manos en sus mejillas, la cual se toma al sentir que rasguñé. —Pues para mí ya lo eres —dijo mientras tomaba fuertemente de mi brazo, quise soltarme de su agarre pero fue imposible, su cuerpo era demasiado grande a comparación al mío que estoy totalmente plana, me llevó hasta la casa jalándome como si yo fuese una muñeca de trapo. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver tirados en la sala los cuerpos inertes de mi padres, quise soltarme y correr hacia ellos, pero me fue imposible, aquel hombre me jalo con mucha más fuerza. Me llevó hasta una de las habitaciones en donde me tiró con fuerza a la cama, quise llorar, pero mis lágrimas no salían, estaba seca. Mis lágrimas al igual que mi cuerpo se marchito en los brazos de aquel hombre ruin y cobarde como lo es Leonardo Santoro. —¡Hermanita!, ¡Hermanita!, Ya despierta, ¡Por favor! —Abro mis ojos con gran dificultad, la luz atenuante hace que mis ojos duelan, solo que a mi mente llega como una ráfaga de aire todo lo que me pasó, intenté levantarme pero mi cuerpo se siente pesado, me duele demasiado. —¡Paul!, ¿Por qué te saliste del escondite? —hablo totalmente angustiada, porque esos hombres lo pueden ver. —No te preocupes Ana, ellos se fueron hace dos días, yo los ví. —Dejo salir una lágrima de dolor al ver a mi hermanito claramente preocupado por mi. —¿Y dónde estamos? —pregunto confundida al no reconocer el lugar en donde estamos, pues si esos hombres se fueron, está no es nuestra casa y de eso estoy más que segura. —Estamos en donde el amigo de mi papá, él llegó cuando yo intentaba sacarte de la casa para que no te quemaras junto con todo. —Abro mis ojos de la impresión, pues no logro imaginar la angustia de mi pequeño hermano. Veo como la puerta se abre, y logro ver a Pablo, el único y gran amigo de mi padre, el mismo que un día mi padre dijo que llamara si estábamos en problemas, solo que no pensé que él fuese el que nos encontrará. —Por fin despertaste mi niña, en verdad que eres una guerrera, pensé que no lo ibas a lograr después de la manera en que te encontramos. Trato de recordar aunque sea un poco, pero lo último que recuerdo es a Leonardo Santoro encima de mi. —¿Y mis padres?, ¿Dónde están ellos?, No me digas que se quemaron junto con nuestra casa —le hablo totalmente angustiada. —Claro que no mi niña, tienes al hombre más fuerte y valiente como hermano —dice mientras coloca su mano derecha en el hombro de Paul, el cual deja salir una pequeña sonrisa. —Quiero destruirlos por lo que nos hicieron, quiero acabarlos poco a poco. —Lo se mi niña, pero todavía no es el momento, ellos creen que estás muerta al igual que tú padres, y mejor que lo sigan pensando, mientras tanto tu te vas a encargar de tu recuperación para después salir del país, y créeme que te voy ayudar en todo, pero solo hay que darle tiempo al tiempo. No sé cuántos días me llevó poder levantarme de la cama, mi hermanito dice que cuando me encontró yo estaba envuelta en sangre y totalmente desnuda. Bueno me imagino que fue por la atrocidad que ese hombre hizo en mi, pero fue tan cobarde para también disparar en mi pecho, sé que Paul fue mi ángel en el camino, además de Pablo quienes me salvaron la vida. Además por más que he tratado de recordar lo que pasó en ese habitación, me ha sido imposible creo que mi mente decidió reprimirlo, pero lo que si no logro reprimir fue la imagen de mis padres, los cuales hoy después de un largo mes por fin estoy frente de sus tumbas. —Papito te juro que les voy hacer pagar todo el dolor que ese hombre nos causó, esto no se quedará así…
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR