Román Desde el día que estuvimos en la cabaña no la he vuelto a ver. Sé que está trabajando en una de las empresas de Ricardo, pero también me doy cuenta de que me está evitando. Diablos, jamás pensé que me fuera a poner de esta manera por una mujer. Estoy trabajando, pero sinceramente mi mente siempre está pensando en qué está haciendo, con quién platica, si sale a pasear... Dios, me estoy volviendo loco. Prometí alejarme, pero no ha sido fácil. Salgo de mis pensamientos cuando veo que la puerta de mi oficina se abre. Yo solo volteo los ojos porque esta mujer no se cansa de repetir algo que ya sé: lo idiota que soy. —¿Qué necesitas, Karen? —Te estoy tocando la puerta y no te dignas a darme el pase. —Lo lamento, estaba perdido en mis pensamientos. —Lo imagino, pero no me has dicho có

