...

1621 Palabras
-Mi niña, ¿qué te ha pasado en la ropa? -la cargó sin importarle ensuciarse también. -Fuimos al parque y corrí mucho -Gabi se aferró a ella y no dejaba de besarla. -La bajó y la agarró de la mano -vamos a tener que cambiarte de ropa -caminaron al dormitorio y yo las seguí de cerca -Johanna y yo te compramos algunas cositas -Rebeca, no tenías por qué molestarte, le dije. -Todo lo de niña que vimos es tan lindo, que no paramos de pensar en Gabi -las bolsas invadieron la cama, -he aquí el resultado –ropa y juguetes enloquecieron a Gabi, se tiró de cabeza a la cama y sacó sus regalos -Cuñada, es nuestra culpa, -volteé y Johanna estaba de pie en la puerta de la habitación -fuimos a comprar algunas cositas para nosotras y quien salió ganando fue Gabi, -se acercó dejando en la mesa de noche la copa de vino que traía en sus manos -no pudimos resistirnos -Me mostró un vestido blanco bordado con hilo rosa, una prenda hermosa y original, Gabi se la arrancó apenas la vio -es adorable y es parte de esta familia exclamó al verla encantada con su ropa -Hermanita, estas aquí -Marcos presionó sus cachetes consiguiendo que hiciera un gesto de dolor -Por supuesto, no pienso dejarme quitar mi lugar, contestó quitando sus manos de ella -Gracias por los regalos, -tomé una de las muñecas y la apreté contra mi pecho -me avergüenza que gasten su dinero en nosotras -Es lo que nos hace feliz querida, replicó Rebeca. Me llevo a Gabi para ducharla y cambiarla, ambas salieron corriendo hacia el baño a la vista de los tres -No nos mires a nosotras, no somos las únicas, -tomó su copa y salió del cuarto -vamos afuera que quiero enseñarles algo -Llegamos al patio y lo encontramos invadido por cajas y herramientas -Hola chicos, ¿cómo están? -Haciéndonos paso nos fuimos acercando al bulto de la esquina que pronunció el saludo -Muy bien señor Ronald y usted Carolina, -agachado giró mostrando su cara -llámame por mi nombre, puedes tutearme lo sabes perfectamente -Ronald, ¿cómo estás? corregí -Eso está mejor -divisé a su lado contrario una gigantesca casa de muñeca, más grande y más linda que la teníamos en casa -¿Qué haces papá? –Preguntó Marcos ayudándole a ponerse en pie -¿Qué es todo esto? -Su brazo extendido señaló el costado contrario del patio -La zona de juego para Gabi, -nos enseñó sonriente un pequeño juego de té rosado -un día nos dijo que soñaba con tener una casa grande para invitarnos a tomar el té y jugar con sus muñecas -Ruborizada me negué a consentir tanto derroche -Esto ya es demasiado, no tienen por qué molestarse, hay que devolverlo todo de inmediato -El rostro se le contrajo, su semblante cambió y su voz alegre se tornó apagada -Carolina, es un placer para nosotros tenerla aquí, -sus ojos irradiaron felicidad al hablar de mi hija -le gusta dibujar y estar corriendo por la casa, pero llegaba un momento en que se aburría. -Con energía renovada entró en la casita y nos hablaba desde su pequeña ventana - Esta zona es también para nosotros, Gabi nos llena de vida, nuestros hijos han crecido –acongojado cerró la ventana, salió y se acercó a ellos quienes lo miraban con sentimiento de culpa -estamos solos, sin nada más que el uno para el otro y ella nos ha devuelto la chispa. -Se me saltaron las lágrimas, Marcos me abrazó, ustedes se merecen esto y mucho más dijo -Así es Caro, estamos aquí para ayudarlas, tu regreso ha traído felicidad a esta familia - Johanna puso una copa en mis manos y me sirvió vino, es un Gana, Gana, mi hermanito es feliz, mis padres tienen una nueva chispa en sus vidas, ¿qué más podemos pedir? -¡Abuelo lo has terminado!, gritó Gabi a lo lejos, corrió lo más rápido que pudo y abrazó a Ronald, luego se subió al columpio que parecía que la llamara, ahorita les invito a tomar el té en mi casa dijo sonriente -Si señorita, pero primero a la mesa que es hora de comer -Si abuelita, tengo hambre, bajó del columpio y la siguió al comedor. Durante el almuerzo nos reímos de las historias que contaba Gabi, no dejó de hablar, a nadie parecía disgustarle que fuera un lorito parlante, al terminar nos fuimos a la terraza a tomar el té, ella estaba dentro de su casita, mientras nosotros nos sentamos alrededor de la piscina, vigilando todo lo que hacía, no paró un solo segundo, se subía al columpio, se tiraba del tobogán, jugaba con las muñecas, tanta energía inagotable en una niña tan pequeña como puede ser pensaba. Al caer la tarde nos quedamos a cenar, Rebeca y Ronald no nos dejaron marchar, un poco más y nos tocaba quedarnos a dormir, Gabi fue cediendo al cansancio y nos despedimos, el día estuvo lleno de risas y de historias asombrosas, los padres de Marcos nos contaron cosas increíbles, me recordó a los momentos vividos con los míos, en los que nos transportábamos a otras épocas, los extrañaba mucho, pero no podía viajar, era imposible hacerlo con tantos problemas legales que resolver. Le pedí a Daniel que nos fuéramos de vacaciones a visitar a mi familia, su trabajo nunca se lo permitió, pero tampoco accedió a que me llevara a Gabi, repetía lo mismo, que fuera yo y que se la dejara a su madre, me molestó ese comportamiento, pero ni aun viendo su egoísmo pude predecir lo que vendría después. Nos llevamos a casa las cosas que le compraron, entre ropa y juguetes, el maletero del coche quedó lleno. -Tus padres son un poco exagerados, mira todo lo que han gastado dije cerrándolo -No les importa el dinero, -verificó que Gabi estuviese bien abrochada en su silla -su consigna: “Es mejor dar que recibir” la felicidad de Gabi es la de ellos, -cerró la puerta del coche y se puso en frente mío, rozó el borde de mis labios con los suyos - igual pasa conmigo, vuestra felicidad es la mía -Soy realmente feliz a tu lado -lo aprisioné con un dulce y prolongado beso y me aparte para subirme al coche -Ven acá, -tiró de mi brazo acercándome de nuevo a él -no quiero dejarte ir, ni alejarme de ti por un segundo, ten presente que estaré para ti siempre -Voy a seguir tu consejo y buscaré ayuda –admití que sola no podía seguir adelante, él y su familia me están dando la oportunidad de ser yo de nuevo -Te ayudaré en lo que necesites y estaré a tu lado hasta que logres superarlo -con una risa de oreja a oreja y emocionado espetó - viajaremos a Colombia a visitar a tu familia -Eres adorable respondí feliz. -Lo miro y veo la gran diferencia existente entre Marcos y Daniel. No vale la pena arrepentirse de las cosas, pero lo que si me duele es lo que no hice, ponerme firme y exigir lo que me pertenecía, respeto a mi persona y a mi origen, tan culto se creía que ni siquiera se preocupaba por documentarse, investigar y darse cuenta que el único riesgo era que quisiera quedarse en mi país, como muchos extranjeros han hecho en los últimos tiempos, reconozco la mala imagen que le han dado a Colombia, pero no todo es cierto, somos gente maravillosa, acogedora, trabajadora y obvio que hay vándalos como en todas partes del mundo, pero ese grupo es muy reducido y es al único por el que le hacen eco al país en el exterior. No pudo siquiera hacerlo por mi felicidad y la de Gabi, que solo ha visto a sus abuelos a través de una pantalla de ordenador, ¿acaso nuestra felicidad no era lo más importante?, pero no, yo debía sacrificarme por nosotros, sin que eso sirviera de algo, simplemente llevarme a la destrucción. -¿Qué piensas? Hola, hola -Una oscuridad nubló mi vista, era Marcos moviendo su mano para traerme de vuelta -Lo siento, recordaba algo -No hay tiempo para recuerdos tristes, la vida continua -miró dentro del coche comprobando que Gabi siguiera dormida, se recostó al maletero con los brazos cruzados observando mis movimientos -Me devolviste las ganas de vivir, llegaste a nuestras vidas para ponerlas patas arriba, para bien, claro está. -Me interrumpió poniendo sus dedos en mi labios -soy yo quien está agradecido de tenerte de nuevo en mi vida, Gabi y tu son lo más importante para mí -Tocó el lado izquierdo de su pecho -si tengo que entregarme en cuerpo y alma lo haré -Llevé mis manos a los ojos para secar las lágrimas de emoción. -No pensé que volvería a sentirme viva, has cambiado mi punto de vista acerca de la vida misma. -Somos el uno para el otro -el sonido tranquilo del viento arrullaba sus palabras trayéndolas a mis oídos y penetrando a cada célula de mi cuerpo -Todo tiene su tiempo y el nuestro ha llegado. -Siento que no merezco tanto amor y dedicación -me percibía a mí misma como poca cosa -Intuyó lo que me afectaba, extendió su brazo y me acercó más a él. -Lo que pasó no puede ser cambiado, pero si somos responsables de nuestro futuro y ese lo vamos a construir juntos -Cuando estaba con Daniel, pensaba que el alma me dolía. -Esa sensación desgarradora que te debilita hasta ceder totalmente a un profundo dolor que emana del interior -Me abrazó fuertemente, mientras besaba mi cabeza. -Nunca más lo volverás a sentir, te lo prometo. -Nos subimos al coche y nos dirigimos a casa.
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