CAPITULO 9

3753 Palabras
Daniel cambió, llegaba temprano y compartía tiempo con nosotras, se encargaba de meter en la cama a Gabi y ella se emocionaba cuando él atravesaba la puerta, la felicidad reinaba de nuevo en el hogar. Tal como lo prometió la llevaba todos los días a la guardería, era fantástico, sentía que las cosas volvían a la normalidad, tanto por nuestra relación como por mi trabajo. Me faltaba estar en movimiento y sentirme útil, estar encerrada entre cuatro paredes que me consumían lentamente. Pasaron los meses y mi princesa avanzaba muchísimo, inteligente e independiente, se pasaba las horas coloreando, haciendo garabatos y hablando de sus amiguitos, inició su propia vida social, no faltaba un mes en que no asistiéramos a una fiesta de cumpleaños, la felicidad la embargaba, cada día aprendía nuevas cosas, muy cierto lo que dicen, que los niños son unas esponjas que lo absorben todo. Mi mayor deseo era brindarle un hogar feliz donde pudiera desarrollarse sanamente, sin ningún tipo de complejos, darle el amor y el apoyo que como padres estamos obligados a ofrecer. En las tardes tenía problemas al recogerla, era casi imposible sacarla de la guardería, no quería venir a casa, sino quedarse con sus amiguitos. Tanto que Daniel pensó en el trauma que le causaría sacarla de la casa y ahora sus dudas se habían disipado, al llevarla todas las mañanas constata que Gabi ni se despide de él, sale corriendo al encuentro de sus compañeros, se levanta muy temprano y no quiere faltar nunca. Nuestro cambio de rutina dio la excusa perfecta para alejar a mi suegra de la casa y de su influencia negativa para con Daniel. El trabajo y Gabi ocupaban mi tiempo, en las tardes la llevaba a clases de natación y baile, tan chica y como se movía, las madres de sus compañeritos se convirtieron en otro círculo al que frecuentar, algunas eran madres primerizas como yo, pero otras ya tenían varios hijos y su conocimiento en la materia era edificante. Hice buena conexión con Alicia, Aida y Verónica, nuestras hijas se llevaban de maravilla y cuando alguna no podía llegar a algún evento el resto nos encargábamos, eran madres trabajadoras y nos entendimos bien desde el primer momento, nos reuníamos una que otra vez para tomar café y llevar las niñas al parque. Las tres con su estilo propio y original hacían la vida de madre divertida, Alicia me recuerda a Batgirl, le decimos que en un enterizo de látex se vería genial, es amante de su figura y de no dejar que el tiempo haga estragos sin dar la batalla, es caderona y tiene buen trasero, se hizo la liposucción y aumentó en dos tallas sus pechos, su cabello n***o liso y su rostro de rasgos orientales la hace una belleza exótica. Verónica tiene buena figura y lo que le faltaba lo arregló visitando el mismo cirujano plástico de Alicia, aumentó sus pechos para resaltar su belleza, alta, blanca, cabello castaño oscuro rizado, amante de un estilo desenfadado igual que yo. Aida es la más bajita del grupo, mide unos 1.50 metros de altura, pero no por eso es la menos hermosa, es una chiquitica muy matadora, como ella misma dice, “Los mejores perfumes vienen en envases pequeños”, nos reímos bastante, porque compensa lo que le falta de estatura utilizando tacones de más de 5 cm, nunca sale sin ellos. El color natural de su cabello no lo conocemos, le encanta cambiar de look constantemente, un día la vemos pelirroja, otro pelinegra, hoy la vimos de rubia, ayer le dio un arrebate y se fue a la peluquería para hacerse otro cambio extremo. Mantiene una bella figura gracias a su amor por el gimnasio. Al igual que Alicia no sale de casa sin maquillarse, ni sin un buen estilito, a pesar de la desbordante pasión que siente por su cuerpo no ha sido capaz de entrar al quirófano aún. Hablamos de todo y de nada, es genial pasar ratos agradables juntas, las historias de sus vidas son muy divertidas. De vuelta a casa en una de esas salidas madres e hijas encontré a Daniel con un aspecto desaliñado tirado en el sofá, me sorprendí porque supuse que pasaría el día con sus padres. -Hola amor, me acerque a besarlo -Levantó la cabeza para corresponderme -Hola nena contestó -Pensé que no estarías aquí. –Acomodé el cochecito de Gabi en la entrada -¿Por qué no me llamaste? hubiese regresado antes -No pasa nada, acabo de llegar. -Su brazo casi tocaba el piso, con el mando en la mano cambiaba los canales de la Tele sin interés alguno -¿Cómo te fue con tus papás? –dispuse a sacar carne de la nevera para la cena -Bien, te envían recuerdos -no quitó la mirada del televisor, persistía en cambiar los canales -Ajá, ¿Has comido algo? -Si almorcé con ellos –coloqué la carne en el mesón de la cocina y acomode el pequeño parque de Gabi que estorbaba en el pasillo -Gabi está muy fatigada, no ha hecho sino jugar y moverse de un lado para el otro -Si lo he notado, -la miro cautivado por su ternura -No me ha saludado siquiera -Cargué a Gabi y dejo caer su cabeza en mi cuello, la llevé a su habitación para que durmiera, con sigilo regresé para sorprender a Daniel, me acerque poco a poco y lo rodeé por la espalda besándole el cuello, al voltear noté en su mano un vaso de whisky. -¿No me invitas? Susurré, exhalando aire caliente en su oreja -Claro, ya te preparo uno. –se levantó, agarró la botella y lo sirvió, eludiéndome volvió al sofá -¿Y eso que estas tomando? –me pareció extraño ver esa imagen, se le veía preocupado, su cuerpo estaba en casa, pero su mente no -Me provocó -Saboreaba el trago como si fuera una bebida dulce -Tan raro en ti mi amor –esperé una respuesta sincera de su parte, algo no iba bien, lo intuía -Simplemente me provocó, ya te lo dije –esa respuesta cortante me dejó sin argumentos -Mi vaso quedó servido en la mesa -Estoy esperando el mío le reclamé -Como mande mi princesa, alargó el brazo y lo cogió -aquí tienes dijo sonriente -Cuéntame de tu familia, hace mucho que no los veo –esperé que me confesara que le preocupaba, algo me decía que el problema se debía a ellos -Están muy bien, mamá preguntó por ustedes, -se estiró por completo en el sofá desperezándose -esperaba verlas también, le explique que tenían otro compromiso -Sí, la nueva vida social de Gabi, expresé feliz por no tener que soportar a mi suegra -Eso les expliqué, hablaba sin quitarle la vista al vaso. –Mamá estaba loca por ver a Gabi. -Meneaba el whisky atontado, yo parecía no existir. -Le enseñe las fotos que le tomé con el móvil la semana pasada, se le saltaron las lagrimas -Ella puede verla cuando quiera –su tono nostálgico me afectó, verlo decaído pensando que su tristeza era producto de mi actitud de alejar a su madre me mortificó -La voy a llamar y le informaré que días está Gabi disponible -Inclinándose tomó de nuevo el control remoto. –Mejor así -¿Tu papá cómo está? Pregunté tanteando el terreno -Se volvió a acomodar en el sofá, suspiró y espetó -Bien jugamos al tenis un buen rato, estoy agotado -Más tarde te hago un masaje de los que tanto te gusta y quedaras como nuevo - masajee sus hombros con cariño y sonrió de placer -¡Esa idea me encanta! –Tomó mi mano derecha y sus labios quedaron pegados a ella -¡A que sí!, lo sabía ven aquí -Lo tomé entre mis brazos y lo besé apasionadamente, nos acariciamos hasta que no pudimos evitar lo inevitable - El primer round comenzó en el sofá, los cojines salieron volando por encima de nosotros, nada estorbaba éramos él y yo teniendo sexo bestial, como si no hubiese un mañana, sin apenas cansarnos me cargo y me llevó a la habitación como lo hizo el día que nos casamos. Nuestros cuerpos no nos pertenecían, el deseo del uno por el otro era incontrolable, nos besamos cada milímetro de piel, sus manos acariciaron mis pechos y sus labios recorrían mi cuello hasta llegar a los míos. Hicimos el amor como si no existiera nadie más en el mundo, olvidamos nuestros problemas, el tiempo se detuvo para nosotros permitiendo enfocarnos en lo que sentíamos. Al final el cansancio nos abatió y dormimos abrazados, sus piernas entrelazaron las mías no dejando que escapara. Al despertar no lo encontré a mi lado, después de esa noche de pasión ¿cómo pudo dejarme? Pensé. Me levanté a buscarlo y lo encontré tirado en el sofá sosteniendo otro vaso de whisky, esa escena era cada vez más extraña, un trago era aceptable, pero más de eso me decía que algo malo estaba sucediendo. -Se percató de mi presencia y giró la cabeza -Hola princesa -Hola amor, ¿qué haces aquí nuevamente? –Me quité la bata y desnuda me senté en sus piernas acorralándolo con mis brazos -me has dejado sola -Te veías linda dormida, estarás agotada dijo sonriente -Igual que tú, hoy te has dado un palizón jugando al tenis y ni qué decir de lo que hicimos –junté mi frente a la suya y mi nariz toco su suave cutis -Ya dormiré más tarde –ahí estaba desnuda a su lado y ni se inmutó, no deseaba otra faena, pero si romper con su silencio, anhelé que confiara en mí -¿Pasa algo que quieras contarme? –me levante y volví a ponerme la bata, percibí su apatía en hablar y decidí no seguir ridiculizándome -No, todo está bien. –Balbuceó tranquilo -Quiero relajarme -¿No te has relajado aún? –era triste saber que podría ayudarle y él me rechazaba, su angustia era la mía, juntos podíamos resolver cualquier problema, pero su orgullo era más fuerte -Por supuesto, ven acá, -me haló. -Eres maravillosa -Sentada en sus rodillas aproveche para sonsacarle. ¿Todo ha ido bien donde tus padres? -Sí, estupendamente, -su rostro no mostró emoción a pesar de hacer énfasis alargando la palabra -estuve con mi hermana y su novio -Molesta busqué una excusa para alejarme de él -Voy a ver a Gabi. -Era obvio que algo le preocupaba, pero si no quería contarme no lo obligaría, esa noche nos fuimos a la cama normal. No toqué de nuevo el tema, esperaba que me dijese algo, pero no fue así, se acostó y ahí terminó todo. Los días pasaban y él continuó llevando a Gabi a la guardería, su actitud era cada vez más extraña, unas veces desbordaba felicidad y en otras estaba apagado, intente no agobiarlo con preguntas, no deseaba llegar al mismo punto de la vez pasada, evite ante todo una nueva discusión. Pensé en preguntarle a mi suegra lo que sucedía, intuía que el trabajo era la causa, pero ¿cómo saberlo si él no confiaba en mí? Llamé a su madre con el pretexto de vernos esa misma tarde, Gabi era su debilidad, esperaba conseguir algún tipo de información que me ayudara a entender que pasaba con Daniel. Llegó a la casa y se dedicó a su nieta, casi ni me habló, ella adoraba a Gabi y viceversa. -Esperé el momento justo y le pregunté por mi suegro -Él vive para su trabajo - respondió sin dejar de jugar con Gabi -Le ofrecí unas galletas con café para endulzarla -¿Hay mucho trabajo ahora? -Siempre lo hay. El tiempo parece no alcanzarle, -tomó una galleta y se la entregó a Gabi -le digo que descanse, pero es muy testarudo -Daniel también está trabajando mucho, llega agotado a casa, le solté como si nada -Rodrigo le exige bastante, dice que Daniel tomará las riendas de los negocios de la familia algún día, por eso no lo deja ni respirar, -Gabi era un torbellino, con sus juguetes tirados por doquier y su abuela enloquecida recogiéndolos. -Seguir la conversación sin que se distrajera era complicado. -Tiene mucha presión y eso se nota expresé -Sólo se siente un poco amenazado por Esteban, -no logré asimilar esa parte de amenazado, sorprendida repetí -¿Esteban?, el novio de Tatiana, -Mi asombro consiguió que prestara atención -Levantando levemente la mirada y con voz incrédula y pedante recalco -Sí, mi futuro yerno -¿Qué pasa con él? –semejante estupidez me abrumó - ¿por qué Daniel se siente amenazado? -Cómo una doña mandona se acomodó en la silla y manifestó interés en la charla contando lo que sucedía. -Entró a trabajar en la empresa hace cuatro meses. Rodrigo aprecia su trabajo, dice que es un chico muy talentoso, mi niño es nuestro preferido, pero siente celos de Esteban, cree que le está robando su cariño. -¿Pensé que lo sabías? -Frunciendo el ceño y negando con la cabeza contesté - No, Daniel no me cuenta nada, he notado que está muy extraño desde el ultimo día que los visito -Inclinándose llevó su mano derecha a la mejilla arrugando los labios, el recordar ese día le trajo nostalgia, -aquel domingo fue desastroso, cuando Daniel llegó, Rodrigo y Esteban jugaban al tenis, él se enfureció muchísimo, tanto que se negó a jugar con su padre, -subió el tono rememorando los momentos, revoloteaba las manos de un lado al otro -estuvo callado durante el almuerzo y le lanzaba miradas asesinas a Esteban. Rodrigo intentó que entrara en razón, pero no lo consiguió -Caminé a la cocina buscando digerir la información. Me acerqué al mesón y preocupada le comenté - Está llegando muy tarde del trabajo y algunas veces no cena del cansancio que tiene -Taty habló con él la semana pasada, dijo desde el sofá dirigiéndome la mirada -Le lleva la contraria en todo a Esteban y nada le parece bien, -preocupada confesó -han llegado a discutir delante de los empleados -Desconcertada con lo que escuchaba le aseguré -No entiendo ese comportamiento, él siempre se ha llevado muy bien con Esteban -Daniel y Tatiana han sido el centro de atención de nuestras vidas, tal vez nos hemos excedido en consentirlos. -Nunca hubiese imaginado que se culpara por hacer de sus hijos quienes son, unos malcriados, me mordía la lengua para no echarle en cara que en efecto es su culpa. -Antes Esteban no trabajaba en la compañía, por eso no era una amenaza para él. –Bajó la pierna que había entrecruzado y envuelta en un aspecto lúgubre confesó -¿No sabemos qué hacer con este problema? -Taty no acepta que despidamos a su novio por culpa de Daniel -Es una tontería, el amor de los padres nada, ni nadie lo puede cambiar, esa actitud que ha tomado es infantil -Rodrigo es muy estricto con Daniel y le metió en la cabeza que será su sucesor, él pensó que nuestros hijos estarían por igual en la empresa trabajando codo con codo, pero Taty dejó muy claro que tenía otras ambiciones -¿Esteban tomará el lugar de ella? -Para nada, estaba desempleado y Rodrigo por amor a nuestra hija lo contrató, es un chico muy listo y creativo, -Sus manos entrelazadas mostraban preocupación -También es muy carismático enfaticé -¿Daniel qué pensará?, me pregunté. -Da igual que se quede a dormir en la oficina, no sé qué quiere probar Era increíble lo que pasaba, pero aún más increíble que Daniel tuviese esa actitud, sus padres eran sobreprotectores y consentidores, pero pensar que lo reemplazarían es algo ilógico. ¿La cuestión era como ayudarlo? si no confiaba en mí. Al caer la tarde su madre se despidió, dejando cansada a Gabi quien se quedó dormida en sus brazos, esperó a Daniel, pero no llegó a casa temprano como de costumbre. Al rato escuche la puerta abrirse, me puse detrás -¡Sorpresa! Salté sobre él emocionada. -Sus carnosos labios dibujaron una media sonrisa. –Me atrapaste -No dejaré que escapes –lo apreté contra mí -Tienes mucha fuerza, no puedo soltarme -en un gesto de derrota, extendió los brazos a los lados. –Soy todo tuyo, no puedo resistirme –esta vez sus labios denotaron una sonrisa picara -No tienes como ganarme, amor. –Rodeó mi cintura y pequeños besos en las mejillas buscaban incesantemente mi boca, me apretó el labio inferior al tiempo que bajaba sus suaves manos, me besó apasionado y me tiró al sofá, sin pensarlo fue desnudando mi cuerpo, con su boca arrojaba a los lados cada prenda, hice lo mismo con él hasta que solo estuvimos piel con piel. –Espera, tengo algo para ti. –Siguiéndome con la mirada no dejó que se apagara el fuego. –Derramé yogurt en su pecho y lo fui quitando con mi lengua, deje que tomara de mi boca lo que quedaba. A medida que bajaba su excitación era cada vez mayor. Pasamos del sofá al piso, al mesón de la cocina, la pasión se descontroló y recorrimos la casa. Había una nueva conexión s****l entre ambos, pasé de ser tímida en la cama a ser capaz de utilizar juegos sexuales sin traspasar los límites de mis convicciones. Mis nuevas amigas me aconsejaban cómo actuar y que cosas volvían loco a los hombres, Daniel no era la excepción. Ellas se jactaban de decir que tenían a sus maridos en la palma de sus manos. Yo buscaba relajarlo y mostrarle que nuestra familia es más importante que cualquier cosa, inclusive los celos y la envidia. Tirados en la alfombra boca arriba sin casi poder respirar me abrazó -Eres fantástica, el sexo es cada vez mejor. -¡Toda yo soy fantástica! Recalqué Después de un rato descansado y haciéndonos pechiches nos vestimos, le serví la cena esperando el momento preciso para tocar el tema, no dejé de pensar en cómo entrarle sin que se cerrara por completo. Al poner la mesa lo vi con un vaso de whisky, me molesté tanto que no pude contenerme y fui directo al grano -Vi a tu madre hoy y me contó lo que sucede entre Esteban y tú -Mostrando desinterés ojeó el plato. -¿Qué te dijo? -Que le tienes celos y estás rivalizando con él -Agresivamente apartó la bandeja. -¡Eso no es cierto!, no sé por qué mi mamá lo dijo -Temblando acaricié su mano -Está muy preocupada por ti al igual que yo -No hay razón para estarlo. –Se me quitó el hambre, alejó el plato y se levantó -Agarré la bandeja y la llevé a la cocina, -Sí que lo hay y lo sabes, llegas tardes, cansado y por supuesto no te levantas a tiempo para llevar a Gabi a la guardería, hace una semana que lo hago yo -Hay mucho trabajo. –Nervioso y cabizbajo iba de un lado a otro -Siempre te has llevado muy bien con Esteban, -quité de la mesa la botella de whisky -¿por qué le has cogido manía? -Tenemos nuestras pequeñas diferencias, pero no hay rivalidad –se tomó el trago como quien bebe agua -Te has vuelto distante y ¿qué hay de esa costumbre de tomar whisky? -Sostenía el vaso como algo valioso -Te lo he dicho antes, me apetece. -Un trago no hace daño y me relaja para dormir -Yo puedo ayudarte a dormir. –Proponiendo la perfecta solución, dejé caer mi blusa desnudando los hombros. -Te puedo hacer un masaje relajante y otras cositas más -No hace falta que te molestes, -No perdió de vista su vaso, miró donde coloqué la botella y fue corriendo a ella -Irritada abroché mi blusa -El voto de “en las buenas y en las malas” no te dice nada -No pienso dejarte llevar mis cargas dijo posicionado detrás del mesón -No es llevar tus cargas, solo quiero ayudarte para sean más ligeras, -Su tontería me sobrepasaba. –Además, un masaje relajante es mejor que un trago de whisky Enfurecida arremetí en su contra. -¡Me molesta que no me cuentes lo que te sucede!, ¿por qué tengo que enterarme por boca de otros? -¿dime que pasa realmente? -La presión fue demasiado para él y se desmoronó -Papá es demasiado exigente y Esteban se cree muy listo –Sin saber a dónde mirar, bajó su rostro- Se inmiscuye en mis decisiones, lo hace para sobresalir y robarme el amor de mi padre y mi lugar en la empresa -Su mirada reflexiva me conmovió -Tu padre es un hombre inteligente le recordé -me arrimé a su pecho dándole consuelo - por mucho que Esteban quiera, tú eres el segundo al mando.-Su mano fría toco la mía, aunque quise apartarla no pude hacerlo. -No podrá quitarte lo que es tuyo -Papá esta alucinando con él, -Difícilmente le escuchaba, su voz perdió fuerza hasta convertirse en un susurro inaudible -Cada vez que le enseño una propuesta, me pregunta si la he consultado con Esteban, llevó sus manos a los ojos limpiando las lágrimas que brotaban -Tal vez crea que es bueno que te ayude –le apreté con fuerza -Habla con tu padre, para él tú bienestar está por sobre todo -Ya hablé con él y se molestó - Siguió limpiando las lágrimas que caían de sus bellos ojos - Que si acaso era un crio de cinco años, -giró el cuerpo estirando su brazo para agarrar el vaso, ya en sus manos lo estampó contra la pared. -¡Es mi asistente, no soporto que se meta en lo que no le importa! -Salté conmocionada, no esperaba esa reacción violenta, bajó el brazo y dominado por la cólera golpeó la mesa. –guarde silencio evitando que arremetiera contra mí, su posición agresiva me aterró. -Sin pestañear afirmó -¡La solución es que se vaya! –El alboroto despertó a Gabi, comenzó a llorar y dejamos la conversación a medias. Mientras la tranquilizaba pensé en el dilema de Daniel, tal vez no comprendía la magnitud de su frustración, el no conseguir que su padre despidiera a Esteban, a mí parecer no era un problema, más que cualquier cosa era una postura infantil de su parte. Nunca le quitarían el lugar que le corresponde, aunque fuera cierto que Esteban quiere desplazarlo no podría hacerlo, Daniel son los ojos de su padre y estaba segura que Rodrigo no hacía las cosas por fastidiarlo.
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