ALESSANDRO
Llegué a mi casa, debo cambiarme para ir a la bodega. En la sala está Santino sirviéndose una copa, me quedo viéndolo y me acerco para que comparta.
— No culpes al pobre de Marcus, me dijo que estas rogándole a una chiquilla, que estas detrás de ella y te ha rechazado, te desconoce amigo… te desconozco amigo mío —. Ruedo los ojos.
Santino no cree igual que yo en esas cosas del amor, ni en las mujeres. Pueden ser un jugador muy peligroso en estas cosas.
— No es nada, es la novia de Dante Lombardi, ¿Lo recuerdas?, quiero tener vigilados a esa familia, pueden ser nuestra nueva puerta a otros destinos. Mejor cuéntame ¿Cómo salió todo, que tal llegó la mercancía?, necesito estar seguro que valió la pena invertir con los rusos —. Él rostro de Santino cambia inmediatamente, eso hace que me puse tenso y me siente inmediatamente.
— No, la mercancía que enviaron no es de calidad. Nos vieron la cara, el maldito ese piensa que no conocemos del tema, eso me dijo el Cuervo que negó todo, no he ido esperando que aparecieras y fuéramos juntos. Acá tenemos dos opciones: vamos a sacarle información a ese hombre o nos vamos directo a su fábrica. Tú solo dime y yo traigo a los hombres.
Golpeó la mesa con mis manos. — Buscaremos a ese maldito y se va a dar cuenta que con Alessandro Rossi no se juega. Esperame, voy a la habitación y me cambio.
Subo y me colocó el traje especial, este es todo n***o y elegante, su tela es delicada y no deja que residuos se adhieran a él, cambio mi reloj y colocó anillos. Yo no perdono tres cosas: la traición, el engaño y la mentira. Esas personas se metieron con la persona equivocada.
Nos subimos en el carro con Santino, él saca un cigarro y comienza a fumar, poco hago eso. Quiero que mi vida sea lo más larga posible. Llegamos a la bodega, manejo tres bodegas diferentes ubicadas en sitios estratégicos de la ciudad, una es en la que hacemos el proceso de lavado de dólares, allí empacamos, contamos y distribuimos el dinero; la segunda es donde ensamblamos algunas piezas de los carros para simplemente encaletar nuestra mercancía y finalmente la tercera que es la más pequeña y la más nueva es donde distribuimos droga, esta última es más de Santino que mía solo le apoyó económicamente en algunas cosas y lo respaldo en otras.
Llegamos a aquella bodega ubicada en Palermo, allí mis guardias la tenían restringida, nuestra fachada es simple… Somos una productora de telas. Nos permitieron la entrada, allí estaba aquel hombre amarrado a una silla, su nariz llena de sangre; me acercó a la mesa y allí estaba un paquete que él Cuervo destapó aleatoriamente. Abro aquella sustancia, la palpo para posteriormente probarla y sí lo que decía el Cuervo es verdad, pura imitación. Me acercó a aquel hombre y lo miró a los ojos, se ve el pavor en su mirada, escupo a un lado y le sonrío.
— Dime una razón muy fuerte para no acabar contigo hoy mismo —. Su barbilla comienza a temblar, yo miro a Santino en forma de fastidio. — ¿Vas a llorar? Acaso no escogiste esto, nos ofreciste mercancía de calidad, dimos el sesenta por ciento del dinero como anticipo para que nos traigan esta porquería, no es justo. La vida no es justa y nosotros dos no tenemos porque compadecernos de ti, quien se compadece de nosotros, de nuestro dinero, sencillamente nadie.
— Me engañaron mis jefes, no sabía lo que iban a hacer, discúlpeme señor. Le prometo que me volveré fiel a usted y le pagaré cada peso que perdió acá —. Santino se rió y vi como alistó su arma.
— Que lástima, no alcanzaría tu vida para pagarnos. A mi lo que me importa es mi mercancía. Le vamos a enviar un mensaje a tus jefes, tienen veinticuatro horas para que me traigan la mercancía que es o si no su pequeño laboratorio explotara en mil pedazos.
Él pobre hombre asiente asustado, yo me retiro. Antes de salir muevo la cabeza hacia Santino en confirmación para que acabe con aquel sujeto, ese tipo de trabajos no lo hago yo, solo cojo un arma cuando me debo defender, de resto todo eso lo hace mi fiel amigo. Salgo y cierro la puerta y escucho como suenan dos tiros. Me dirijo hacia la oficina del Cuervo, es un empleado de confianza que lleva veinte años trabajando para nosotros, es como mi segundo padre, él fue el que me enseñó a conocer cada tipo de sustancia solo que esa parte poco me gustaba.
— Otra vez haciendo bien tu trabajo, si tuviera un cuadro de honor tú estarías allí — Le dijo en tono de broma, él se coloca de pie y me estrecha la mano.
— No dejaría que nadie abuse de la generosidad de ustedes dos, son como mis hijos. A parte no me gusta que crean que soy un idiota y menos esta vez que te animaste de apoyar a Santino. ¿Qué quieres hacer? Tu solo habla y ordena que yo ejecutó y limpio.
— Vamos a buscar a los Rusos, nos devolverán cada centavo y buscaremos con quien hacer negocios seriamente, si reniegan le quemas todo, que no quede rastro alguno de ellos y de su pequeño laboratorio.
Él Cuervo sonríe, esas son las cosas que le gusta hacer, lo que lo hace feliz. El Cuervo no tiene familia, tuvo una esposa pero ella lo dejó, nunca tuvo hijos ya que no puede, nos apodo a Santino y a mi como hijos, por mi esta bien, al menos me salieron dos padres mejor que el verdadero.
Salgo de ahí y Santino está afuera limpiando su arma, el cuerpo de aquel sujeto ya está en otro lugar y no hay rastro alguno de lo sucedido acá. Miró mi teléfono y veo el número de Dante, una sonrisa interna aparece al ver lo metido que está él conmigo y lo endeuda que se va a quedar si sigue así.
— Bueno, ¿Sé puede saber por qué me llamas?, te dije que no quería que me buscaras hasta la fecha del evento.
— Perdón señor Rossi, quería comentarle que la familia de mi prometida quiere hacer negocios con usted, bueno con su parte legal —, comienza a reír. — Entonces para informarle para que tenga todo listo y hablamos de negocios.
— Mira espero por tu bien que no hayas mencionado nada, que por tu bocota de presumido no haya salido palabra alguna de nuestro negocio. Por otra parte invita a la familia de tu prometida, a toda incluida a ella, quiero conocer tu familia política y ver que tan afortunada es ella.
— Claro amigo, entonces nos vemos.
— No soy tu amigo, para ti soy el señor Rossi. No me hagas perder más mi preciado tiempo.
Me despido de Santino y subo en mi carro, Marcus me espera como siempre, me mira y me entrega el sobre, lo abro y ahí está ella, está en un traje de baño que deja ver su pequeño cuerpo al natural, es tan perfecta así como es, no puedo negar que esa chiquilla me atrae, no se porque quizá su forma de ser o la forma en que me enfrenta, Dante es muy afortunado pero eso cambiará muy pronto.
Miró a Marcus en forma de advertencia.
— Espero y no le cuentes a nadie que te mande a investigar a esa muchacha. Soy adulto no debes cuidarme como niño —. Él me mira y tiene la total confianza de mi parte para decirme las cosas.
— Señor lo hago por su bien, solo no se obsecione con ella, no es de nuestro mundo y eso puede ser peligroso no solo para usted, también para ella —. Prendió el motor y comenzó a conducir.
Las palabras de Marcus no tenían algo de error, eso era cierto, siempre salen sufriendo las personas que más amamos, solo que con ella es algo más grande que yo, hay algo que me conecta a ella y me atrae de una forma que no puedo evitar. No creo que esto se convierta en algo mayor, quizá sea solo mientras logro mi propósito con ella.