Día 1
1. Introducción
¿Que como he llegado a estar corriendo a lo largo del fondo de un desfiladero en Egipto en mi forma de lobo para salvar mi vida? ¿Que por qué nos persigue a este extraño grupo de hombres lobo una momia? Pues también lo quiero saber yo, porque hace una semana estaba tranquilamente al borde de la piscina de la casa comunal de la manada en España, tomando el sol plácidamente.
Nosotros, los hombres lobo, somos los descendientes de los lobos a los que Romulo y Remo, como dioses ascendidos, tras la fundación de la mágica ciudad de Roma, concedieron la humanidad a la loba Lupa, la que los había amamantado en una cueva y los mantuvo vivos. Con esta nueva humanidad de Lupa, también se transformaron todos sus hijos lobos naturales, pero estos, no sabiendo comportarse como humanos y acumulando pecados al no poder enfrentarse a su nueva humanidad con moral, les castigaron y los convirtieron en licántropos sin remedio durante la fase de luna llena. Una hembra se salvó del castigo, fue la mayor de las hijas de Lupa, que no cometió ningún error al haberse enamorado de un humano y seguir todas las reglas de moral humanas. Ella se convirtió en la sucesora de su madre y de la Diosa Luna: Selene. Con sus nuevos poderes como diosa, se apiadó de sus hermanos, y les creó una pareja, con la cual podrían controlar su transformación a voluntad, ya que no podía anular de pleno la maldición del castigo impuesto por los nuevos dioses Rómulo y Remo. Este control pasaría siempre y cuando aceptaran y mantuvieran la pareja que Selene les concedía. Rechazar a tu pareja no traería buenas consecuencias.
Día 1
Me considero joven, apenas tengo 145 años y tengo la apariencia de una humana de 30, aunque no vivimos eternamente, sí que tenemos vidas bastante largas. Los más mayores de aquí tienen alrededor de 500 años, pero sé que alguno se quita un par.
Sentada en el jardín de la casa comunal de la manada tomo el sol en la piscina junto a mis amigos. Miro pasar los aviones envidiando a los que pueden viajar. Los aviones que pasan tan cerca son del tráfico del aeropuerto que está al oeste, al pie de la colina que habitamos nosotros, la Manada Noche Azul y que a su vez está rodeada del bosque que nos protege del aeropuerto y de la ciudad más allá de él. Somos una manada milenaria que trata de pasar desapercibida en este pequeño oasis rodeado de extensas llanuras secas, y aunque hay humanos con nosotros, forman parte de la manada por diferentes razones. Mi propia madre fue una humana, que se sepa, la única humana que sobrevivió dos veces a un parto de hombre lobo. Sí, tengo un hermano mayor, el Beta de esta manada, puesto que heredó de nuestro padre, y que le ha costado mantener por su condición de medio humano. También ha conseguido ser parte del consejo de ancianos de la intermanada.
Tenía una vida bastante relajada, viví con mi hermano, sin hacer nada, varias décadas pero hace poco decidí, o más bien decidieron, que tenía que ir a una universidad humana, ya que era la archivera y bibliotecaria de la manada, debía seguir investigando lo que se creía una leyenda, pero sorprendentemente descubrimos que era realidad por un hecho fortuito: un hombre lobo nubio llegó hasta nuestro territorio con un pergamino antiguo que hablaba de “los poderes ocultos de la Diosa Luna” encerrados dentro de un diamante, reposando en una cueva, al sur del reino de los constructores de pirámides junto al gran rio.
El hombre lobo nubio llegó moribundo y perseguido por una jauría. Tras derrotar a sus perseguidores, tratamos de salvar su vida, pero murió por culpa del acónito y la plata que tenía en su organismo, tras dos agónicos días.
Fue entonces cuando nuestro consejo de ancianos me destinó a la protección del documento y a comenzar con la búsqueda del Secreto, ya que, aparte de archivera, era la única loba mayor que no tenía compañero, ese premio-condena que nos regalaron para no perder nuestra humanidad o completar nuestra licantropía.
Mi móvil suena y veo en la pantalla el número de mi profesor de Historia Contemporánea de España, le estuve preguntado sobre el pueblo donde los franceses no llegaron a entrar, pues es una cueva de esa zona, el rey lobo escondió El Secreto de la Diosa, según el pergamino. Me llama para comunicarme que tenía suerte, el pueblo que buscamos estaba a cuarenta minutos de donde vivo, y la cueva está cerca de una famosa gruta donde se hace espeleología. Eso es preocupante, porque si hay muchas visitas a la zona, lo mismo ya no está allí lo que buscamos, además tendré que buscar en forma humana, no puedo dejar que vean un lobo por la zona. Se acabó mi momento relajación en la piscina. Estaban encendiendo las barbacoas y olía todo tan bien, pero no puedo quedarme a disfrutar de la reuníon comunal, hay que ir lo antes posible, así que me levanto para ir a mi habitación a ponerme algo que me sirva para andar por el monte y las cuevas. Ahora vivo en la casa comunal, cerca del archivo y la biblioteca, donde también vive Alfa Sexto y su luna Gala, pero en el ala contraría a la mía. Sus dos hijos también viven aquí, Elvia, la princesa, la menor de los hermanos, mi mejor amiga, pero desde que empezó todo el rollo del pergamino apenas pasamos tiempo juntas, este día de piscina iba a ser para estar juntas, pero tampoco va a poder ser, así que se queda un poco decepcionada cuando ve que me tengo que ir. Su hermano Titus, mayor por 3 minutos es el futuro Alfa y lleva unos años viviendo en Nueva York, sus palabras al irse, me dijeron que fueron más o menos así: “Si voy a estar el resto de mi vida atado a servir a la manada, al menos pasaré mi juventud divirtiéndome”. Parece que sí lo está haciendo, aunque al menos no pide dinero a la manada, aunque ese no sería un problema mayor, los largos años de vida dan para ganar mucho dinero.
Con mis pantalones de faena con bolsillos, mis botas de montaña y mi camiseta de tirantes, bajo las escaleras con mi camisa de cuadros y la mochila preparada para meterme en le cueva. A mitad de la escalera me detienen Alfa y Luna.
- ¿A dónde vas? La comida estará en breve. - me dice Sexto con cariño, fue muy amigo de mi padre, de hecho, fue su Beta antes que mi hermano.
–Tengo una posible ubicación para el artefacto que dice el papiro, está cerca de una zona de mucha actividad humana, es mejor que vaya cuanto antes. – Me mira y asienta con la cabeza.
– No cojas ese trasto que tienes por coche, llévate uno de los míos. – Eso me hace muy feliz, el Alfa tiene varios coches, todos de alta gama. Creo que se ha notado mi sonrisa, pues los dos se alejan riendo. – Le diré a tu hermano que has salido. Cuídate. -
Cambio mi dirección y voy al garaje subterráneo. Puedo elegir coche, pero no me pasaré. Teniendo en cuenta que es una zona de montaña elijo el Jeep Cherokee. Tras cuarenta minutos, los últimos diez por carreteras estrechas que sube por montaña, me hace arrepentirme de la elección del coche, llegó a un pequeño poblado, donde no puedo pasar con el Jeep. Lo dejo aparcado en un parquin que está casi lleno, me pongo mi mochila y ato a mi cintura la camisa que tenía en el maletero. No tengo ni idea donde ir, pero veo gente con monos de trabajo con manchas de barro y casco con luces. Si no me equivoco, van a hacer espeleología, solo tengo que seguirles hasta la cueva donde la practican, y desde allí buscar la cueva donde está mi artefacto.
Cruzamos el pueblo, que es como los pueblos de montaña medievales y llegamos a unas escalinatas que bajan a un riachuelo. Desde allí se puede ver la entrada de la cueva hacía donde van ellos, pero no es mi destino. Es el momento de poner a trabajar mis sentidos de loba. Afino la vista y no veo nada que llame mi atención, pero a mi oído llega una especie de eco cavernoso: eso es lo que busco. Me adentro en el fondo del paraje y el sonido se va haciendo más fuerte hasta que, fijando bien la vista, veo que entre la maleza la oscuridad es más intensa en un recodo de la roca. Aparto el follaje y puedo ver la entrada de una cueva.
Saco mi linterna de la mochila e ilumino el interior, no es muy grande y parece de acceso complicado, así que entro y vuelvo a colocar el ramaje ocultándola, me adentro un poco y comienzo a quitarme la ropa para explorar en mi forma de loba. Dejo todo dentro de mi mochila y la cierro, estoy a punto de cambiar cuando un lobo sale del fondo de la cueva, asustándome. Miro sus ojos y veo que es un macho solitario, pero no tiene un mal olor, simplemente huele como esta cueva. De repente se transforma y es apenas un muchacho.
– Bonito cuerpo. – Me dice el muchacho mirando de arriba abajo.
– ¿De qué vas enano? - Me cabrea el machismo de los lobos, admito que como compañeros hay que pasar ciertas cosas, pero esto, ¡no!
– Tranqui lobita, solo admiraba lo que la Diosa me acaba de regalar como recompensa a mis largos años de vigilancia. – Ni sueñe este enano que me toca. Acomodo posición de ataque y el muchacho levanta las manos en señal de rendición. – Eh, eh, que es broma. Para una vez que me bendicen con una visita es un muermo. - Relajo la posición e inclino mi cabeza.
- ¿Un muermo? ¿Cuándo hace que no sales de esta cueva niñato? – Por su forma de habla parce que está allí desde hace bastante.
– De niñato nada, tengo 208 años y no salgo desde hará unos veinte, desde que los humanos empezaron a venir con asiduidad y mi trabajo se hizo permanente. - ¿Cómo es posible que sea mayor que yo y aparente ser un adolescente? - ¿Qué haces aquí? - Pregunta por fin, tras observar mi cuerpo otra vez.
–Vengo a buscar un artefacto que contiene la llave del “Secreto de la Diosa”- Digo sin querer dar más información de la imprescindible.
- ¿Kemin ha traído el papiro de las puertas? - me interroga con los ojos muy abiertos.
- No sé quién es Kemin ni sé de qué papiro hablas- Esto último es un poco falso, creo que es el pergamino del nubio.