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1341 Palabras
—Madeline—escuché la calmada voz de mi padre—. Por aquí. Levanté mi mirada del piso y le sonreí tranquilamente cuando me encontré con sus ojos. No era buena ocultando lo que sentía, según mi madre, mi rostro refleja casi todo lo que siento o pienso. Sin embargo, esta noche se trataba de los gemelos. Sonreí como el gato de Alicia en el país de las maravillas y me senté junto a Jasper, mi mejor amigo desde que me obligó a serlo en segundo grado. —Ahora sí estamos completos—dijo Samuel, mi pequeño hermano sobreprotector. Por suerte no nació primero que yo, si no fuera un verdadero problema. Samuel acepta a Jasper porque lo conoce desde que abrió los ojos por primera vez en el hospital, pero el resto del género masculino no tiene mucha suerte cuando se trata de él y mi familia. Recuerdo cuando Jasper llevó a mi casa a Grigori Thomson, un amigo de su universidad para conocerme, Samuel mordió su dedo meñique de la mano derecha luego de verlo darme un largo abrazo. Mis padres lo castigaron, yo hubiera querido darle las gracias, pero no podía pasar sobre la detención de mis padres en ese momento, así que cuando él tuviera 15 le daría las gracias y lo felicitaría. —Llegas un poco tarde, osito de goma—Jasper me dice así de vez en cuando porque cuando estábamos en primaria yo tenía un poco de sobrepeso. Se volvió hacia mí y habló seriamente—. Saray ha estado encima de mí desde que llegué. Tienes que ayudarme. —Ella te ama. —Su amor es obsesivo. —¿Qué esperabas de una niña de 6 años enamorada? —lo codeé en las costillas—. Además, creí que te gustaba estar así de cerca con las mujeres. —Sí, cuando son mayores de 18 y es legal. Jasper es del tipo de hombre que disfruta la compañía femenina… diversas compañías femeninas. No diría que juega con las mujeres, siempre ha sido bastante directo y franco sobre lo que quiere con ellas, pero no lo felicito por su fijación de no salir por más de un mes con una chica. La novia con la que más ha durado es mi hermanita, aunque solo sea real para ella. ¿Pero quién no se sentiría atraída por Jasper? Es pelinegro de ojos verdes, se mantiene en forma, es un caballero con las mujeres, aunque quizá esa sea la trampa. Y esto no debería contar para enamorarte de alguien, pero ciertamente la chica que se case con Jasper—si es que eso llega a suceder—, no pasará hambre. Jasper es un Carpenter, sí, como ese viejo grupo de música que le gusta mucho a mi madre, pero no me refiero a ellos. La familia de Jasper dirige una enorme cadena de cafeterías y él está estudiando administración de empresas para estar al nivel de las exigencias de su familia. —¡Mami, papi! —exclamó Saray y atrajo a Jasper de su otro brazo—. Ya sé que quiero de regalo de cumpleaños. Mis padres observaron divertidamente a Jasper porque sabían cuál era el deseo de su pequeña. —¿Y qué es eso, Sara? —inquirió mi padre intentando parecer serio sobre el tema. —Quiero casarme con Jasper—contestó mi hermana. —Ewww. Samuel hizo una mueca, pero el resto de nosotros en la mesa a excepción de Jasper nos reímos por la seguridad y contundencia en las palabras de mi hermanita, incluso aunque fuera un deseo que ella haya comentado antes. Luego de la comida trajeron el postre, mi momento favorito de venir a estos restaurantes cada cumpleaños. Pedí mi favorito, pastel de chocolate con crema de chocolate y maní. El resto pidió su postre según sus gustos. No me consideraba una persona viciosa, pero cuando hablábamos de chocolate me encogía de hombros y admitía que era como mi adicción. —¿Cómo te fue hoy en tu primera prueba? —me preguntó mi madre, a mitad de su pastel de frutas. Mi padre chasqueó la lengua. —¡Es cierto! El miércoles nos comentaste sobre eso por teléfono. ¿Y? ¿Les gustó tu pastel? Mis padres viven en Danbury, está muy lejos de manhattan donde está la pastelería de Lucy Stewart, así que hace dos semanas me mudé a la ciudad y dejé mi casa. Fue emocionante comenzar a vivir casi sola. Beatriz me dejó quedar en su departamento y pagar la mitad de la renta juntas, lo decidimos una semana y media después de comenzar el curso. Ella y yo nos conocemos desde la segundaria, en aquella época no éramos más que compañeras, pero luego de encontrarnos ahora las cosas van bien. Ella es todo lo contrario a mí, pero ambas compartimos esta obsesión por el chocolate. Ha sido más fácil mudarme gracias a ella. Me mudé, más mi independencia económica ha tenido que esperar. Mi padre aún me ayuda a pagar las cuentas. Él siempre me dice lo bien que está con eso, no tenemos problemas económicos gracias a su trabajo, pero me gustaría quitarle ese peso que sé que tiene, no me lo dice, pero sé que es importante ahorrar dinero para la universidad de los gemelos. Así que actualmente estoy a la espera de una respuesta para un trabajo de medio tiempo, no puedo seguir haciendo nada después de mis clases en el curso. —¿A quién no le gustaría lo que prepara Mac? —dijo Jasper, intentando mantenerse en esta conversación mientras manejaba a mi hermanita del otro lado—. Les gustó, ¿verdad? —Sí, Lucy me felicitó—contesté. De repente mis ojos viajaron casi magnéticamente cuando sentí una mirada sobre mí, una mirada que provocó a mi corazón latir desbocado. Las piernas me temblaron, agradecí que estaba sentada. Era ese hombre con el que me tropecé en la recepción, pero no estaba solo, lo acompañaban tres mujeres más. ¿Quiénes serían? Una de ellas parecía lo suficientemente mayor como para ser su esposa. De repente sentí deseos de vomitar ante la posibilidad de estar interesada en un hombre casado. ¿Qué? ¿Interesada? Madeline, ¿lo acabas de ver y dices que estás interesada? Estás loca. —¡Lo sabía! —mi padre aplaudió con orgullo, y creí que se refería a lo que yo estaba pensando, por lo que me aturdí por un momento. A regañadientes desvié mi mirada del hombre al otro lado del salón—. Tu trabajo vale cada centavo, cariño. —Todavía no es un trabajo—sonreí tímidamente—. Cuando esté trabajando con Lucy Stewart en su pastelería será un hecho. —Lo es cariño—dijo mi madre con firmeza—. Ganarás ese puesto. Este curso de repostería con Lucy Stewart no solo era caro y uno de los mejores en la ciudad, sino que al final Lucy elegiría uno de los mejores para ser contratados permanentemente en su pastelería. Sí, mi meta era ser una de las escogidas, pero sabía que no era la única que lo deseaba y haría lo que fuera para obtener ese puesto. La gran mayoría en esta cocina ya han estudiado en academias de chef y solo están aquí por la única oportunidad de obtener un trabajo con Lucy porque de otra forma es imposible. Es por lo que muchas veces, aunque considero que estoy a la altura de todos, me siento insegura a veces. No tengo dinero para pagar una de esas carísimas academias. Por suerte para mí, Beatriz solo estaba haciendo este curso por diversión, aunque todo le saliera bien, así que no había competencia entre nosotras mientras vivíamos juntas. Miré una vez más hacia la mesa del hombre que probablemente está en una cena familiar con su esposa e hijas, y yo aquí, babeando por él, un hombre de familia, casado. Sacudí mis pensamientos y dejé de mirarlo, aunque sabía que él no dejaba de hacerlo conmigo.
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