VLADISLAU El murmullo del sueño aún me envuelve. Me remuevo en la cama, medio dormido, semiconsciente, buscando una posición cómoda, el sopor aún anclado a mi cuerpo. Coloco la almohada sobre la cabeza, un inútil intento de apaciguar el ruido. Frunzo el ceño. No es un ruido cualquiera; son gritos. Desgarradores. Aterradores. Animalmente humanos. Me incorporo de golpe, todavía con la confusión empañando los bordes de mi mente. Estoy medio vestido. Desde que Artemisa duerme bajo mi techo, he dejado de hacerlo completamente desnudo. Solo uso bóxers, un gesto estúpido de respeto que no me representa, pero que ella inconscientemente me inspira. El sonido crece, como si una criatura estuviese siendo desollada viva. Mi pecho se comprime. Salgo a toda velocidad. La preocupación me araña. Me apr

