ARTEMISA En mi vida había visto a hombres matarse por una mujer. Dejar tras de sí un baño de sangre y una alfombra de cadáveres, solo para proteger lo que consideran suyo. Pero jamás, y repito, jamás, había presenciado a una mujer destruir medio maldito barrio porque su mejor amiga no la siguió cuando se lo ordenó. —¿Qué? —Nikki se incorpora, alarmada. —¡Se terminó de enloquecer! —grita Eva, con las manos en la cabeza. Travix la observa con cara de horror. —Te lo dije, ¡te lo dije! No era buena idea mezclar los genes de ese demonio con los tuyos —chilla, señalándola como si eso explicara todo. Eva se pone de pie a mi lado, claramente preocupada. Las explosiones se escuchan cada vez más cerca. El suelo tiembla. —¿Dónde está Agust? —pregunta Eva con la voz crispada. Travix la mira co

