VLADISALU
Dejo a Artemisa en la habitación que adecué especialmente para ella. Le dije que nos veíamos en una hora en el comedor para desayunar. Así que entro a mi habitación. Me quito la ropa y me meto a la ducha. Abro la regadera y dejo que el agua caliente caiga en mi cuerpo. Intentado que esto relaje mis músculos.
El vapor empaña el espejo, y detrás del cristal no soy más que una silueta monstruosa. Porque eso es lo que soy. Un monstruo con el alma carcomida y la mente enferma.
Aprieto los dientes cuando una imagen que no debería llegar se cruza por mi cabeza.
Es ella.
Mi pequeña muñeca rota.
Está vestida con esa maldita bata blanca que le di, pensada para cubrirla, solo sirvió para exponerla más. Puedo verle las pequeñas protuberancias de sus senos. Su rostro inocente no hace ma
