Capitulo 15

3789 Palabras
No se como lidiar con las cosas de la vida. Cuando éramos una familia estable, económicamente u sin muchos problemas, las cosas eran demasiado sencillas, no tenía nada que pensar, nada que analizar, solo teníamos que vivir y hacer lo que bien mi padre o la persona que se encargara de nosotras, pero ahora estábamos solas, sin nadie que nos ayudará a tomar decisiones, sin nadie que nos pusiera las cosas en bandejas de plata. Una pequeña parte de mi, lo agradece, me hace demasiado feliz poder comenzar a ser libre, a hacer lo que deseara como y cuando fuera, antes siempre estaba atada a lo que los demás decidieran por mi, a no tener identidad propia, era sencillo porque no tenía que cansarme en cada una de las complicadas decisiones que daba la vida, los odio con toda mi alma, pero ahora que me estoy enfrentando a las duras decisiones de la vida, no puedo negar lo emocionante que eso es, las emociones que trae el poder de decisión, es un poder precioso pero uno que no me gusta experimentar, porque el proceso de tomar decisión o el proceso de hacerlo era lo doloroso. Había pasado casi dos meses desde mi primera cita con Antony. Tras esa cada miércoles noche, viernes mediodía y las mañanas de sábados y domingo quedábamos, sin contar lunes, martes y jueves que nos veíamos en el instintito, era una de las mejores cosas que jamás me han pasado, no se si éramos novios o todo era una mala ilusión mía pero creo que tengo bastantes certezas de que somos pareja, sobre todo por las flores que me deja en mi mesa cada mañana deseándome un buen día. Demasiado tierno. Hoy era miércoles y estaba más que preparada para nuestra cena. Me senté en la cama mientras decidía que me podía poner. —¿Cuándo nos vas a presentar a ese chico?—me pregunto mi abuela en la puerta de mi habitación. Sonreí. —Cuando confirme que somos novios—le deje claro. Ella me miro sorprendida. —Espero que sea bueno, mereces un chico decente—me dejo claro. No respondí. Por mucho que lleváramos más de un mes quedando, casi dos, no estaba demasiado segura de si éramos pareja o éramos dos amigos que estábamos quedando, nos besábamos, abrazábamos peor no habíamos dormido juntos, tampoco es una cosa que dio, para mi éramos novios pero debíamos estar los dos de acuerdo, sino sería solo dos personas en puntos diferentes. —Pásalo bien—me dijo mi abuela y beso mi mejilla antes de salir de casa. Como cada miércoles mi abuela estaba en una de sus partidas de poker y mi padre estaba haciendo doble turno en alguno de sus miles de trabajos que tenía, para ser sincera no se donde estaba mi hermana, y no me importaba, llevaba casi dos meses sin hablar con ella, el primer mes hablamos demasiado poco, lo justo para sobrevivir, pero no hacíamos mucho más y ahora no hablábamos nada, no decíamos nada, ni siquiera íbamos juntas a los sitios, ella iba por su lado y en la mayoría de las ocasiones a mi me llevaba Zach o Antony, al principió intente que me dejara llevarla, puede que estuviéramos enfadadas pero podía seguir ayudándola y cuidándola, nunca quiso. Fui al salon para verla ahí sentada en el sofá, sabía donde estaba pero no le iba a invitar ni dar explicaciones. Antes por muchas semanas estuve intentando hablar con ella, que fuéramos amigas a pesar de las cosas dichas, ella tiene sus razones y yo las mías, las dos nos equivocamos por lo que disculparse era una tontería que no serviría de nada, solo entraríamos en un buque de enfados y de peleas sin fin, cosa que no quería. Por un tiempo intente que siguiéramos siendo parte de la vida de la otra, ella no quiso, cada vez se alegaba más de mi sin poder controlarlo, no iba a suplicar a nadie que no se quisiera quedar en mi vida, es una cosa que ella me enseño, quizás ahora le molestaría lo que me enseño pero ella lo hizo, me explico cuando éramos muy niñas, cuando lloraba porque ninguna amistas se quedaba a mi lado, ella me dijo que quien quería estar a tu lado, lo haría aunque quemara, si no hacían un esfuerzo, era porque no querían estar a mi lado. Buen consejo. —He quedado—le dije, tenía aún la esperanza de que me hablara y aunque sea pudiéramos actuar como hermanas con amistades y vidas diferentes pero era ella quien debía dar el paso, no yo. Siempre era yo quien en las peleas, tuviera o no razón, era yo quien se arrastraba, siempre lo hacía yo por no perder la hermandad como si a ella no le importara, no le importaba nada lo que pasara entre nosotras por lo que no iba a seguir luchando por algo que ella no se esforzaba. No hubo respuesta, ni un mínimo sonido. Estábamos enfadas. Ella creía que todo era mi culpa por lo que le debía unas disculpas, para mi, ella era una egoísta que solo pensaba en ella y sus intereses, sin importarle lo que los demás pudieran querer o desear, era egoísta porque solo le importaba los deseos de ella, no miraba lo que los demás pudiéramos sentir o querer, no le importaban esas cosas. No quería una relación con alguien así. —Olvídalo—me dije a mi misma, me haría mucha ilusión que mi hermana y yo estuviéramos felices, estuviéramos bien y que incluso ella pudiera salir con el hermano de Antony, siempre me gusto y me gustará la idea de que mi hermana y yo saliéramos con personas de la misma familia, así seríamos más que hermanas, más que amigas. Camine por las calles del bario se que podía pedir un taxi pero me gustaba caminar por las calles y tomar aire libre. Además había una ventaja, Antony Black era quizás una de las personas más influyentes de la ciudad, una persona con demasiado poder que todos respetaban, no se que les dijo pero tenía tanta inmunidad que podía ir paseando por la noche por la calle que nadie me haría nada, estaba segura que incluso tenía alguno de sus empleados siguiéndome, no me importaba, me parecía demasiado bonito que una persona fuera capaz de dar todo por mi, que aun estado lejos se preocupara de que estuviera segura, me cuidaba por muy lejos que estuviera. —Eli—se acerco a mi una chica rubia. Naja era una chica que había conocido unos días atrás en el centro comercial cuando fui a comprar cosas para clase, era una chica del bario pero estudiaba en casa, era demasiado mona y buena. Ella vivía por la zona pero su padre era policía, ella me conto que tuvo problemas con las personas del bario porque eran delincuentes y ellos la autoridad por lo que en clase le hacían pasarlo muy mal, así que decidieron que no fuera, me daba pena, pero no podía hablar a Antony de Naja, si se lo decía, se iba a enfadar. No porque fuera hija de policía sino porque me pongo en peligro sin saber a quien me acerco. No puedo negar que desde que me aleje de mi hermana, tengo mucha más gente a mi lado, a mi alrededor. Quizás era yo, que me ataba a ella porque sentía que era lo que debía hacer, porque sentía que era mi lugar seguro, aunque ella no es una persona que mantenga a las personas con ella, es borde, y con objetivos claros, cuando los cumple, echa a la gente de su lado, sin importarles quien sea. Siempre he sentido que por ser hermanas, debemos estar unidas, debemos estar atadas, debemos ser una, no solo somos hermanas; somos gemelas ¡Joder! No decidimos, algo decidió que de ser una pasaríamos a ser dos, dos seres independientes pero que en muchas ocasiones funcionan como uno propio, como uno solo, siempre me sentí atada a eso. —Naja—la salude abrazándola. Naja tenía como yo, dieciséis años, era rubia con unos preciosos ojos azules, era demasiado guapa, era alta y encima tenía un cuerpo atlético, era el tipo de personas que me daban demasiada envidia, guapas sin apenas intentarlo. —¿A donde vas?—me pregunto y la mire—Voy a cenar con unas amigas por si quieres venir—. La mire. —He quedado—. —¿Con tu novio?—. Le mire sorprendida por la pregunta, no le había hablado de Antony. —Perdón, he supuesto que lo tenías—me dijo. —Es un amigo—. Puede que Naja sea mi amiga pero meterse en mi vida no es una cosa que pueda hacer, a menos que yo le deje, por ello cuanta menos información tenga mejor, es mi amiga y la quiero en mi vida porque me lo paso muy bien con él, pero soy demasiado consciente de las cosas, si sabe que tengo novio, tendré que presentárselo, y no es tonta, tardara poco en saber quien es, en saber que es un criminal y contárselo a su padre para que le detenga, antes no me hubiera importado, se lo hubiera dicho y hubiera ayudado a detener a un criminal, pero Antony me gustaba de verdad. —Voy a llegar tarde, hablamos mañana—le dije y bese su mejilla para despedirnos e irme hacía el edificio de Antony. Cuando me dijo donde vivía me explico que si iba a ir a este, debía dar una vuelta para si alguien me seguía, le despistara, confiaba plenamente en mi pero no en los demás, y lo entendía, no era algo que me costara ni me importara, él estaba atado a un peligro que nadie puede entender a menos de que lo viva, deben ser él para saber el dolor de vivir escondido y con miedo a ser atacados, pero de la misma forma con el poder suficiente para destruir una ciudad. Era tan poderoso que consiguió que en la esquina de mi casa hicieran cosas, ahora era solo un callejón donde ir ha echar la basura, no era algo demasiado complicado. Antes bajar la basura era una enorme aventura por ver que cosa rara nueva te podías encontrar pero ahora era la cosa más sencilla del mundo, bajaba con la tranquilidad de saber que nada malo me iba a pasar, que nadie me atacaría. Llegué al edificio y me quede unos segundos intentando recordar que piso y letra era. Tengo mala memoria por lo que esto iba a ser un juego, además no se podía cargar con los teléfonos de casa, no servían en la calle y eran demasiado pesados, por lo que me tocaba memorizar pisos y calles, antes era más sencillo porque todos vivían en casas con un solo timbre y su nombre en ellas por lo que era imposible equivocarse, pero aquí, te equivocabas casi seguro. Toque el timbre del piso. —¿Si?—escuche la voz de Zach al otro lado del telefonillo. Era su casa. Me sentía demasiado aliviada por no haberme equivocado, por haber hecho las cosas bien, tuve que pararme unos pocos segundos para calmar mi emoción y mis nervios ante esta situación. Ninguno habíamos estado en la casa del otro, quitando la vez que entro a mi habitación que era lo máximo que vio, como norma general íbamos a uno de sus locales, cocinábamos y disfrutábamos. ¡Wow! Ese era un muy importante paso, al menos para mi y mis emociones de tonta, mi mente solo podía pensar que esto significa la casi oficialización de la relación, seguramente si me enseñaba su casa era porque quería tenerme en su vida, por lo que presentarle a mi abuela no iba ser una cosa demasiado loca. —Zach, soy Elizabeth—. La puerta se abrió, subí al piso y en la puerta se encontraba Zach abriéndomela con una gran sonrisa. —Hola Eli—le salude sonriendo. Me dejo entrar en la casa y la mire, estaba muy bien cuidada y muy limpia, estaba demasiado preciosa. —Me gusta vuestra casa—comente. —Todo es cosa de mi hermano, le obsesiona el orden y el control—comento. Reí. —Antony—grito Zach. Entre a la casa y le di mi chaqueta a Zach para que la guardara, me hizo quitarme los zapatos y ponerme unas zapatillas de andar por casa, eran de mi talla y rosas, por lo que estaba claro que me lo habían comprado para mi, eso solo hacía confirmar cada vez más la relación cosa que me encantaba. —¿Pues no gritar?—pregunto Antony saliendo de la cocina. Al ver que estaba en la entrada, dejo de estar serio y se acerco a mi para besar mi mejilla y abrazarme. —Hola—le salude feliz. —Estas preciosa—me dijo. Estaba una camisa y unos vaqueros, estaba demasiado tranquila, demasiado desarreglada pero es que no pensé que fuera importante prepararme, no porque no fuera importante él sino porque él la persona con la que podía ser como era o estar cómoda sin miedo, con demasiado tranquilidad de no ser juzgada por nada del mundo. Le abrace con fuerza, estaba demasiado emocionada, demasiado esperanzada de que esta relación fuera una de las mejores cosas del mundo, donde me sintiera totalmente libre, totalmente capaz de conseguir lo que quisiera, puede que la capacidad de Antony para conseguir las cosas que fuera, las capacidad de hacer lo que quisiera, me daba demasiada confianza. —Vamos a comer—me dijo llevándome a la cocina, ahí me senté en la silla de la mesa y Antony nos sirvió la comida. Le mire. —¿No vamos a cocinar juntos?—. Me miro por mi pregunta, sorprendido pero más lo estaba yo, en todas las citas que tuvimos, siempre cocinábamos para así hablar y conocernos mejor, era una hermosa forma de hacer las cosas, de compartir algo, pero esta vez lo había hecho solo, me sorprendía pero suponía que era por una razón, por una idea que tuviera para hacer más tarde, no se si debía tener miedo o estar tranquila, aunque ver la mesa ya preparada y todo bonito, era un detalle. —Tenemos que hablar—me dijo Antony. Le mire mientras me servía espaguetis en el plato. Si que había una razón para que hubiera preparado la cena sin mi, porque teníamos que hablar y estaba claro que era algo importante, demasiado. —Cuenta—le dije estando tranquila pero no se si la tranquilidad dure mucho, porque el se veía demasiado nervioso, cosa que no solía pasar mucho, porque Antony siempre mantenía la calma—Espera—le dije. Me miro. —Mi abuela te quiere conocer—le dije. Estaba claro que lo que el tuviera que decirme era algo complicado, ya me había contado que su padre había muerto y de la enfermedad de su abuelo, me había contado muchas cosas de su familia, eso no le costo pero por su cara esto era demasiado complicado, algo que le iba ha hacer sufrir mucho, una batalla interna, por lo que debía intentar que estuviera preparado para ello, aunque quizás no sean esas las palabras. —Solo si quieres, ella cree que somos pareja porque no paramos de quedar y bueno quiere conocerte para saber si debe preocuparse o no de un embarazo antes del matrimonio—le explique. Antony me miro suspirando e intentando asumir las cosas que me tenía que decir y las que yo le estaba diciendo. —Primero déjate contarte algo primero y luego vemos si quieres que conozca a tu familia—me dijo. Le mire en silencio y bastante sorprendida. —Vale pero dudo que algo me haga querer alegarme de ti—. No puedo enfadarme con las personas por las cosas que han hecho antes de que estuviera en su vida. Creo que las personas siempre nos dedicamos a criticar y enfadarnos por las decisiones que personas que viene a nuestra vida tomaron antes de estar con nosotros, no me parece justo, esas personas no viven por y para nosotros, viven tomando las decisiones que cree correctas, juzgarle por eso, esta muy mal. Antony me miro bastante preocupado. —¿Que has hecho?—le pregunte yo demasiado preocupada porque pusiera esa cara. Me estaba empezando a preocupar demasiado, en el mes que llevaba conociendo a este chico, me había contado muchas malas cosas pero pocas le hacían callarse, pocas le hacían ponerse así. Y estamos hablando de una persona que se dedica al crimen, vive de matar y torturar gente, vende armas y drogas, no es una persona que se vaya a ganar un espacio en el cielo, por lo que no se a que debía temer. —Nada y todo a la vez—. Le mire sin entender nada. —Tu familia materna—comenzó ha hablar y le mire. —No les conozco—. Me miro por mi interrupción pero quería que supiera que no tenía nada que ver con ello, que si les hubiera hecho algo, no me importaba, no le iba a esperar no le iba a juzgar, no le iba a odiar porque ellos nos abandonaron, no les quería, pasara lo que les pasara, no era asunto mío. Antony se acerco a mi y agarro mis manos. —Déjame hablar—pidió. —Lo que hayas hecho con esas personas no me importa, nos abandonaron, no son mi familia—le deje claro. Antony beso mis manos. —Tu familia materna, trabaja para una empresa de seguridad independiente que detiene criminales—me explico y le mire, no me importaba lo que hicieran o los detalles de sus trabajos, podían ser los mismos mensajeros de dios que de todas formas iban a tener mi odio, y no les iba a perdonar nada—Mataron a mi padre—. Le mire en silencio demasiado sorprendida. Puede sonar irónico porque estoy con una persona que mata sin miedo que se puede decir que en cierta forma se ganaba la vida matando a sus enemigos, pero no creo que la muerte solucione nada, si matas a un criminal le das paz, dejas que su alma descanse sin darle la oportunidad de a repetirse, de sentirse mal por todas las acciones que hizo, el asesinato nunca es la solución, es solo una forma de asegurarse que la persona no pueda liberarse, de asegurarse de que las cosas serán si o si como lo deseas. —Lo siento—. Me miro. —No tienes nada que ver con ellos, no te culpo—. Fije mis ojos en él. —¿Entonces porque me lo cuentas?—. No es que no me importe que su padre haya sido asesinado, me da mucha pena y me siento realmente mal por ello, me da mucha pena y le quiero dar todo mi apoyo, todo lo que pueda hacer por él lo haría, pero debía explicarme la razón de las cosas, sino estaba perdida sin saber que podía hacer. —No puedes enfadarte—. Su petición no me daba buena espina. —Diciendo eso solo harás que me enfade más—le avise. Antony suspiro. —Me acerque a ti por ello—. Me congele. Sus palabras eran como dagas que se clavaban en mi con demasiada fuerza, provocándome demasiado dolor. Solté mis manos de su agarré y me tape la boca con ellas mientras intentaba asumir lo que me estaba diciendo. —Quería vengarme de ellos pero son casi intocables por lo que pensé hacerles daño por vosotras—explico y le mire mientras intentaba aguantar las ganas de llorar—Pensé que sería la persona más insoportable del mundo y que me sería tan fácil hacerte daño pero no—. —¿He sido solo un juego?—pregunte sorprendida. Antony me miro. —No—dijo Zach desde la puerta. —Lárgate—le ordeno Antony. Mire a Antony demasiado dolida. —No—me dijo y se arrodillo ante mi agarrando mi cara—He intentado con todas mis fuerzas no enamorarme de ti pero con una sola sonrisa, me enamoras y no puedo hacerte daño, quería vengar la muerte de mi padre quería que cada una de las personas que le hicieron daño, sintieran el dolor que yo siento, el dolor de haber tenido que madurar demasiado rápido para que Zach sea libre y porque mi abuelo se muere—. Su historia era desgarradora. Me dolía que hubiera tenido que pasar todo eso, solo y sin tener a nadie que le ayudase pero yo no tenía la culpa de nada de eso, yo no hice nada, lo único que le di yo era amor, nada más. —Te lo cuento porque no quiero tener secretos contigo, quiero ser tu pareja y tener una relación sana—confeso. Me levante y camine por la cocina mientras intentaba pensar las cosas. —No puedo creer que hayas querido hacerme daño—. Antony me miro. —Solo lo quise por un segundo, cuando te conocí, me cambiaste los planes—. Le mire. No le podía culpar, en realidad no me hizo daño, me cuido como la mejor persona que podía tener en mi vida y me estaba contando las cosas ahora, me estaba diciendo cual era su plan y porque lo hizo, porque la locura le llevo al punto este, me lo conto, me lo estaba contando antes de hacer alguna locura, no me hizo nada, nada de nada, podía haberlo hecho pero decidió que lo mejor era contarme la verdad para tener una relación basada en la confianza, en la verdad por lo que, no podía enfadarme, al menos eso creo, quizás solo hable la parte enamorada de mi. —Agradezco que me lo cuentes, creo que necesitare tiempo para perdonarte pero seguiré a tu lado—. Era una rara y complicada decisión pero espero y deseo que aproveche esta oportunidad que le estoy dando, aún estoy a tiempo de irme de su lado, aún puedo dejar esto. —Hay una cosa más—aviso. Le mire. —¿Que más has hecho?—. —Esto es una cosa mala, demasiado y quiero que tengas la mente abierta y no me grites antes de que termine, antes de que te cuente todo, antes de que puedas entenderme porque esto, si es algo malo que puede hacer que me odies—. Creo que no estoy preparada para más disgustos.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR