TIAM El tiempo se había convertido en un enemigo silencioso, uno que devoraba mis días sin que apenas me diera cuenta. Dos meses transcurrieron, aunque para mí se sintieron como una condena interminable. Me aislé de todo y de todos. Dejé que Edric manejara mis responsabilidades con la eficacia que siempre lo caracterizaba, sin cuestionamientos, sin comentarios. La corte murmuraba sobre mi ausencia, pero no me importaba. Nada lo hacía. Gracias a mi mano derecha también sabía cada movimiento de Ariana. Cada noche, el insomnio me arrastraba a recuerdos que no quería revivir. La imagen de Ariana dejándome atrás era un espectro que no me abandonaba. Me dolía su dolor, pero ahora, la realidad me obligaba a reaccionar. El embarazo de Efi era algo que ya se murmuraba más allá de las paredes d

