ARIANA
El sol golpeaba mi rostro mientras caminaba apresurada por la calle, con el corazón latiendo desbocado y la respiración entrecortada. Ni siquiera me di cuenta de que había salido de la universidad dejando una clase pendiente. Simplemente, necesitaba huir. Mi mente era un caos, un torbellino de recuerdos y emociones que había creído enterrados.
Ver a Tiam después de dos meses en los que me esforcé por convencerme de que todo estaba en el pasado, de que mi corazón había dejado de pertenecerle, de que su sombra ya no me alcanzaba, me había destrozado.
Apenas llegué a mi departamento, cerré la puerta tras de mí y me dejé caer contra ella. Mi pecho subía y bajaba con dificultad, y sentí las lágrimas arder en mis ojos.
No, no iba a seguir llorando. No por él.
Me pasé las manos por la
