Capítulo 2.

2079 Palabras
“No es posible es él, el chico del club —se dijo a sí misma mirándolo fijamente con una cara de asombro. Su hermana la empezó a mirar un tanto extraño, como confundida”. “Pero si es aquella chica del club —pensaba Aaron, disimulando por fuera dicha sorpresa repentina. —mierda no puede ser posible, Amanda nunca me contó sobre una hermana —Aaron miró fijamente a Samantha como tratando de decirle con la mirada que se callara la boca y no dijese nada. Estiró su mano para saludarla y hacer como que todo estaba bien”. Samantha estaba muy impactada y no dejaba de mirar a Aaron, su cerebro no podía realizar la acción de levantar la mano para responderle al saludo. —¿Acaso se conocen? —preguntó Amanda mirándolos fijamente tratando de entender el por qué se miraban de una manera tan extraña. —Se siente una extraña vibra aquí —bromea un poco a ambos, pero ninguno de los dos ríe. —No, no nada solo me pareció algo conocido, pero veo que me equivoqué, solo eso —estira la mano para corresponder al saludo y no dejar en evidencia sus nervios. —mucho gusto, Samantha. —Bueno terminaré de preparar la comida y tú te ves hambrienta Samantha —dijo Amanda con una pequeña risilla mientras caminaba a la nevera para sacar algunas cosas y terminar de cocinar. Samantha y Aaron terminan entrando a la casa, pero la incomodidad entre ambos era evidente. —Necesito ir al baño mi amor —le dijo a Amanda. Aunque la intención de Aaron era totalmente diferente. —¿Puedes llevarlo Samantha? Es que estoy ocupada —se estaba colocando el delantal amarillo para cocinar. —Sí claro yo lo llevo —dice con una voz un tanto cansada mientras caminaba por el pasillo. —ven es por aquí —le indica y Aaron la sigue luego de sonreírle a Amanda que se ponía en marcha para terminar el desayuno. —Bueno está allá al final, es ese de la puerta blanca —le señala Samantha, empezó a caminar alejándose de él, pero escuchó unos pasos que venían tras de ella. Aaron le agarró por el brazo halándole. —Oye ¿Qué te pasa? —dijo con un tono moderado para que Amanda no pudiese escuchar. —No te hagas —contestó Aaron como un poco molesto. —será mejor que te calles la boca y no digas nada. —¿Acaso estás loco? Yo ni te conozco —se trataba de zafar, pero no podía. —ya suéltame me haces daño. —No te hagas —decía él con un tono pesado. —Sabes perfectamente quién soy, esa noche nunca se te olvidará yo solo te digo una cosa, cierra tu boca y no digas nada de lo que pasó —parecía que explotaría de rabia, pero terminó por besarla luego de cogerla bruscamente por la cintura. Cosa que para Samantha no fue nada agradable, aunque intentó alejarse sus reflejos no fueron rápidos. —¿Qué te pasa? —se limpia la boca con el dorso de la mano derecha. —pervertido, le diré a mi hermana que la engañas —decía con un tono amenazador tratando de causarle miedo, pero al parecer no tuvo mucho efecto en él que se burlaba de ella con una risa egocéntrica. —¿Y qué le dirás? ¿Qué te acostaste con su novio? —dijo Aaron con un tono un poco burlón. Y volvió a tomarla por el brazo. —¿Cómo crees que se pondrá tu hermana al saber eso?, Yo creo que nada bien, será mejor que hagas silencio o te callaré a mi manera, y sabes que si lo hago van a pasar cosas. Cosas que seguramente después de lo de hoy no querrás que vuelvan a pasar —esta vez la suelta y la deja tranquila. Se corre por un lado y se dirige hasta la cocina donde se encuentra Amanda. Samantha apretaba los dientes de rabia, pero Aaron tenía razón en lo que decía, una palabra y podría desmoronar a su hermana por completo en cuestión de segundos. “Maldito idiota —pensó ella. —ya verás”. Mientras tanto, ese mismo día Nathan se encontraba en casa con su hermano en la habitación. Era difícil pensar que una relación de dos años se podía acabar con una simple palabra, y que el tiempo que se invirtió jamás sería recuperado nuevamente por nada del mundo. —Entonces ¿Sí le dijiste por fin? —le preguntó Drake desde el ordenador. Nathan estaba en su cama jugueteando con una de las almohadas hundido en sus pensamientos. —Sí, pero creo que me pasé de la raya —se escucha arrepentido todavía por lo de la ruptura. —debí decirle de otra forma, ni siquiera pude explicarle bien y ella se fue llorando. Ya no responde mis llamadas o mensajes. —Será mejor que no la hagas llorar más —responde Drake. —ella no lo merece. —¿Acaso crees que no me siento bastante mal ya? —le observa. —no quise hacerlo. —Solo digo que debiste pensarlo mejor —regresa la mirada al ordenador y Nathan se voltea de lado contrario para intentar dormir. “Sí claro —pensaba Nathan. —solo soy un idiota”. El veintiocho de mayo hace dos años, ese día Amanda les pidió a Nathan y a Drake acompañarla a buscar a su hermana recién llegada al aeropuerto, ellos aceptaron sin ningún problema. Al llegar encontraron a esa chica sentada en las sillas de espera, cabello castaño, ojos claros, una linda sonrisa y un rostro tan hermoso, incluso no parecía para nada hermana de Amanda quien no se queda atrás en belleza. Era tímida, y un poco alejada de las conversaciones con otras personas. Se notaba su dificultad para mantener pláticas largas. Nathan como siempre estaba delante de su hermano Drake en todo, y no perdió tiempo para juntarse con Samantha y poco a poco enamorarla. Seis meses fueron suficiente para que el amor que se tenían floreciera, mientras que el de Drake se marchitaba. Era difícil intentar superar a su hermano en cualquier aspecto, y terminó por ser solo su sombra. Al día siguiente mientras que Samantha batallaba consigo misma para despertar de la cama recordó que tendría que volver a Nathan en las clases de la universidad, sería difícil sacárselo de la cabeza por un tiempo. Luego de despertar completamente se alistó, bajó a desayunar y se fue a la universidad, estuvo un rato hablando con unas amigas hasta que sonó la campana y fueron a los salones. Al entrar se sentó en su puesto de siempre y luego de eso entró Nathan el cual se sentó seis puestos lejos de ella y ni siquiera le miró en ningún momento al pasar por su costado. “Debe odiarme —se dijo a sí misma mientras lo miraba. Luego deslizó su mirada hacia abajo tristemente, giró la cabeza a la derecha y notó que en la ventana estaba ese tal Aaron mirándola. —No puede ser que él éste aquí, esto debe ser una broma”. En el receso. —¿Te pasa algo Samantha? —preguntó Amanda. —Es que te vi muy desconcentrada en todas las clases y no estabas prestando mucha atención. —No nada, estoy bien solo que me sentía un poco mal. —respondió con una sonrisa un poco fingida. —Muy bien ahora vamos, Aaron me está esperando y debe estar con los chicos. —dijo Amanda. Luego tomó de la mano a Samantha y la llevó a donde estaban reunidos los chicos y Liz, una amiga de hace mucho tiempo de Amanda y Samantha. Nathan nota que Samantha venía y al llegar ella él simplemente sin decir nada se fue caminando. “Creo que me odia más de lo que imaginé —pensaba Samantha mientras lo miraba alejarse y en sus ojos se reflejaba una gran tristeza, a pesar de no haber sido ella la culpable de su ruptura”. —Oigan ¿Y por qué Nathan se va, así como así? —Amanda no se enteraba de nada, se le dificultaba entender los sentimientos de Samantha. —No lo sé —respondió Liz. —quizá tenía algo importante que hacer. —¿Tú sabes algo Drake? —preguntó Liz. —digo, ya que él es tu hermano quizás sepas qué es lo que le pasa. —No sé nada, lo siento —responde e igualmente se marcha dejando la situación con más incomodidad entre todos. —Vaya, estos dos andan muy raros —decía Amanda que volteaba con la mirada a ver si encontraba a su novio que justamente venía saliendo del edificio y se acercaba caminando hasta su ubicación. —Hola amor —parecía ser un chico totalmente diferente, casi era creíble esa personalidad de príncipe azul. —Hola amor, ah te presento a una amiga se llama Liz —le señala y esta se presenta con una sonrisa. —Mucho gusto —dijo Aaron para saludarla estirando su mano y Liz hace lo mismo. —Ah y Samantha que ya la conoces —esta vez sí se tensaba el ambiente. —Por supuesto —le sonríe de manera cortante a Samantha, fingiendo amabilidad. —Debo irme, no me siento bien —Samantha sabía que debía salir de ese triángulo amoroso pronto. Pero Amanda la detuvo antes de que pudiese dar un paso más. —Oye cuéntame lo que tienes —adquiría su típica cara de preocupación, pero no funcionaría con Samantha que debía callar muchas cosas. —Nathan y yo terminamos solo eso —desvió la mirada, pero Amanda no soportó la situación, por lo que la abrazó fuertemente. Era el abrazo que Samantha necesitaba, aunque uno solo no sería capaz de cerrar todas esas heridas que se iban agrietando a menudo. —Pero ¿Qué pasó? —la angustia de Amanda se convertía en la de una madre protectora. —Si quieres habla con él, yo no tengo ganas —luego de decir eso se fue sin otra cosa que decir. —Mañana discutiré con Nathan —se dice Amanda. —es que es raro, él la quiere demasiado, no sé por qué hizo eso —Aaron escuchaba atentamente y veía como Samantha se alejaba entre las personas. —Bueno, está bien Amanda —respondió Liz. Se despidió de ambos, debía volver a la facultad de ingeniería a entregar unos formularios y no tenía demasiado tiempo libre. Después de todo, el día se tornaba algo extraño y todos estaban de malas. —Bueno amor, vamos quiero invitarte a comer —propuso Aaron. Idea que a Amanda le parecía estupenda. Irían a un restaurante de almuerzos, después de comer y conversar un rato ya era hora de irse. Amanda se fue a su casa y Aaron salió a caminar un rato por el parque. —Ya necesitaba caminar un rato —se escuchaba cansado incluso hablando consigo mismo. En otro lado del parque Samantha está sentada en una de las banquetas leyendo un libro. En eso Nathan va caminando por la misma dirección y se da cuenta de que ella está más adelante. “Vaya se ve feliz —se dice a sí mismo. —bueno se nota que en realidad no me necesitaba tanto como yo pensaba, me alegro que no le duela demasiado, la verdad no me gustaría verla sufrir más —aunque sus ojos y su corazón la pedían a gritos él se negaba a dejarse llevar hasta donde ella se encontraba sentada. Samantha se da cuenta de la presencia de Nathan a lo lejos, pero esta también se encuentra dudosa sobre lo que debería hacer”. “Pensaba que al menos vendría a saludarme —se dice ella. —pero ni eso, debe odiarme —se levantó y caminó en dirección contraria por donde estaba Nathan. Mientras Samantha recorre el parque se tropieza con alguien y cuando vuelve en sí, se da cuenta de que se ha cruzado con la última persona con la que quisiera, Aaron. Por mucho que intenta hacerse una chica fuerte no lo consigue, termina siendo vulnerable ante cualquier situación y es difícil para ella conservar la tranquilidad. Aaron tenía una mirada recóndita, parecía como si fuese capaz de ver dentro de Samantha. Y ella se sentía tranquila, pensando en que alguien podía entenderla sin necesidad de decir una sola palabra. Por primera vez creía que sus decisiones solo la llevarían por el camino contrario al que ella quería, pensaba que si se dejaba llevar podría salir adelante con mayor facilidad, sin preocuparse por detalles. Sin perderse a sí misma en el largo camino que le quedaba por recorrer sola. —Vaya, vaya. Lo que me trajo el viento —le dice Aaron de forma sarcástica. —Tú otra vez —hace un gesto de desprecio con su rostro. Comenzó a caminar, pero él volvió a ponerse delante suya. —¿Por qué te vas tan rápido? Si acabo de llegar, más bien pensaba que te alegraría verme. Deberías saber una cosa señorita —su mirada era seductora, y su estatura infundía una sensación de inferioridad en Samantha. —Me gustan los retos como tú.
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