6

4995 Palabras
Devora El día del regreso de Katherine resultó ser el mismo del cumpleaños de Cody. Mi cabeza de seguro explotaría antes del anochecer. En los últimos años y sin darnos cuenta, Allison y yo nos habíamos hecho de un sólido grupo de amigos y personas confiables a quienes obligar a ayudarnos con el extravagante cumpleaños y fiesta de disfraces de Cody. Por un lado, estaba su madre y sus compañeras de algún aburrido club de mujeres navegando en los cincuenta que se reúnen a tejer y chismosear de la vida. Por el otro extremo, estaban mis compañeras y amigas del bar que me avergonzaban a cada minuto con sus sugerencias de llevar alcohol, mujerzuelas y juegos de azar para todos. Les mencioné como mil veces que Cody cumplía nueve no veintiuno. También estaban esas personas raras a las que llamaba familia: Damian, mi madrastra buena y mi hermana que era más rara de lo que esperaba. A ratos se paraba en la mitad del patio y giraba hasta marearse y caer, condenada genética Wigmore. Luego estaban mis primas, sus hijos, los gritos, mi abuela dando consejos de cocina a Allison y el pony que habían llevado para atraer la atención de los mocosos. Estaban los amigos cercanos, Ana y Owen, su prometido. Básicamente solo hablaban de tatuajes y m*******a así que rápidamente llamaron la atención de futuras clientas, las chicas del bar. Para terminar, estaba mi dúo favorito en una esquina, mimando a un hermoso bebé de cuatro meses de vida. Caminé hacia ellos con una bandeja de mini-hamburguesas a las que miraron con deseo incontenible y que se devoraron sin siquiera respirar. Pude darles más atención porque eran realmente sorprendentes y patéticos, pero vi a Cody sentado y viendo a Avril recostada en el pasto. Suspiré pensando en cuánto extrañaba verlo reír y siendo un niño. Caminé hasta él y vi cuando me miró de reojo antes de llegar a su lado. No dije nada y acomodé la falda de mi vestido largo para sentarme a su lado. Nuestra conversaciones eran inexistentes ahora, solo peleábamos por su curiosidad y mi miedo así que esperé que el hablara primero. — ¿A qué hora te vas a disfrazar? —En un rato más—un silencio incómodo y suspiré dramáticamente—. Al final ¿Iron Man o el Capitán América? Me miró en silencio y entrecerrando sus ojos. —Debes estar muy desesperada como para inventar dudas sobre eso. — ¡Está bien, Cap! —vi el atisbo de una sonrisa, pero rápidamente miró al frente—. Cody, lamento mucho como han estado las cosas estas semanas. Lamento la forma en que he actuado, es solo que ha sido... —Estresante—asentí y lo miré suspirando como si cargara el peso del mundo en sus pequeños hombros—. Solo quiero que acabe. —Lo hará y todo volverá a ser como siempre—bajó la mirada y dejé de ver sus ojos porque su cabello los cubría—. Porque eso es lo que tú quieres ¿No? Solo bajó su cabeza y miró entre sus pies. Resistí el deseo de llorar porque lo que más deseaba era darle lo quería, pero eso solo lo lastimaría. No podía estar con Evan. —Iré por mi disfraz. Sin mirar atrás, solo se fue y traté de mantener la calma cuando Katherine llamó diciendo que estaba en el aeropuerto y que necesitaba que fuera por ella, su padre, su padrastro y su hermanastra. Vaya sorpresa. Si no tenían disfraces, se quedarían en la entrada. Por necesidad llevé a Joe en su auto y yo fui en el de Allison, Internamente me debatía entre estar muy triste por Cody y muy feliz porque Katherine estaba finalmente de regreso. — ¿Sabes lo ridícula que te ves? —miré de reojo a Joe en su traje de Zorro. No sabía con qué cara me decía ridícula a mí—. Ni siquiera sé quién eres ¿No se suponía que eran héroes? —Eso soy, ignorante. Soy Juana De Arco, estudia un poco—incómodamente acomodé mi armadura y dejé el escudo en el suelo—. Además, las heroínas de comics son un montón de estereotipos sexuales. No son verdaderas heroínas, solo son guapas. —Muy bien, feminista. Ni siquiera le trajiste flores a Katherine. Puse los ojos en blanco y lo miré. —No soy una chica de flores, soy más la clase de chica que la llevará a los baños del aeropuerto y se comerá su entrepierna ahí. —Demonios, acabo de tener una erección en mis mallas—solté una risa y él me dio unos toques con su sable de utilería—. Ahí viene tu chica. Miré hacia el frente en donde el grupo de personas se encontraba con sus familias y automáticamente todos se convirtieron en un estorbo con su felicidad que ocultaba a la mía. Tardé un poco en encontrarla entre las irrelevantes emociones ajenas, pero una vez que la vi fue como que me quitaran una muy pesada carga de los hombros. Ignorante de mi felicidad, ella solo sonrió hacia su hermana convirtiendo sus ojos en unas apretadas grietas. Fue la misma sonrisa que me dio el día después de nuestro primer beso y fue el momento perfecto para recordar. Le di un golpe en el pecho a Joe y sonreí. — ¡Cuida mi escudo, Macho! A pesar de la armadura plateada y la espada de utilería, corrí al encuentro de Katherine que aún no me veía por ir mirando a su hermanastra. Una vez que la pequeña me apuntó entre asustada y curiosa, ella me vio. Suponía que su primera sonrisa fue debido a la armadura porque la segunda definitivamente fue por verme, solo dejó su maleta y corrió hacia mí. Ignoré que estaba en el ojo público en medio del aeropuerto y las lágrimas escaparon de mis ojos cuando Katherine saltó y me abrazó fuerte. No la solté hasta que mi respiración y mis latidos se normalizaron al sentir los suyos. Luego la besé. Extrañaba tanto abrazarla, besarla y simplemente tenerla viviendo a la distancia en que yo pudiese oír su respiración y oler su perfume. Extrañaba todo sobre Katherine y luego de ese mes y días contados, no volvería a dejarla ir. Nunca. Nunca. Nuuuuuunca. —Dev...—dejó de besarme y me sonrió iluminando mi mundo como solo ella podía—. ¿Sabes que tienes una armadura puesta? Eres como una princesa azul. Puse los ojos en blanco ante la fea comparación. —El azul es igual de ñoño que los príncipes—soltó una risa y besé sus mejillas muchas veces haciéndola reír y sonrojarse—. Tal vez soy una princesa gris—dejé de besarla solo para mirarla a los ojos y al fin y soltar un gemido agónico—. Dios, te extrañé tanto. Guardó silencio unos segundos mientras acariciaba mis mejillas y sonrió con tristeza. —Y yo a ti—rápidamente me desvió la mirada y se volteó a mirar a quienes la seguían. No veía disfraces en ningún lado, a no ser que ser canadiense contara como uno—. Este es Gary, Rachel y Ronan. Miré al alto hombre de brillantes ojos celestes tan parecido a Katherine y sonreí. —Hola, es un placer para todos. Soy Devora—el esposo de Ronan me saludó antes besando mis dos mejillas y la niña se limitó a saludar con la mano y sonreírle a Joe. El padre de Katherine solo me miró en silencio—. Hoy está de cumpleaños mi hijo, eso explica el disfraz, pero me gusta lo que traen. Vamos hasta allá ahora. —Eres idéntica a tu madre. Contuve la respiración y me sentí muy tímida por unos segundos. Tenía mis problemas respecto a parecerme a mi madre, pero aun así le sonreí y dejé mi mano en mi cintura. —Gracias, tenía una madre muy sexy—él sonrió y miró a Katherine convirtiéndose en un momento muy surreal por el parecido de ambos—. ¡Oh! Lo olvidaba, el payaso que ven aquí atrás es Joe. Él los llevará en su auto y deberíamos dejar las maletas ahora. Joe usó su encanto y cargó las maletas hasta el estacionamiento. Yo aproveché el momento y tomé a Katherine de la cintura y la besé nuevamente. —Nos estamos quedando atrás—habló por encima de mis labios y sonreí—. Dev... —Necesito ir a los baños. Es una emergencia. Un rato después de las negativas me encontraba con Katherine a mi lado hablando de su viaje. Su hermana iba atrás escuchando a Justin Bieber, dándome una extraña sensación de no reconocerme a mí misma luego de saber cada letra de sus canciones. —Es de Ronan biológicamente, pero él y Gary han sido sus padres desde que nació—Katherine la miró hacia atrás y luego tocó mi hombro sonriendo—. Se parece a mí ¿No? —Sí, pobre chica—le dio un leve golpe a mi hombro y reí—. Doblaremos aquí. Cookie tiene su auto en el taller de Augusto y si no vengo por ella, no saldrá de la casa. No sabe usar el transporte público o su cerebro. —Está bien ¿Me conseguiste el disfraz? —Sí, tu vestido y tus orejas élficas están atrás, Arwen—ella comenzó a husmear los bolsos y me preparé para estacionar cerca de los departamentos—. Muero de curiosidad por el disfraz de Cookie. Es muy original. Katherine y yo subimos al ascensor mientras su hermana se quedaba con Molly y el 10% de sus gatos, o sea trece. Mientras subíamos guardé silencio esperando que Katherine dijera algo, pero estaba muy callada, demasiado para un viaje de más de un mes. Obviamente se lo mencioné. —Solo estoy agotada por el viaje. Estaré mejor cuando ponga algo dulce en mi boca. Me sonrió coquetamente mientras nuestras manos se unían. Salíamos con rumbo a la puerta 69 que, curiosamente, estaba abierta y que, al entrar, irónicamente, encontramos una demostración del número hecha por mí adorada prima y la adorable mejor amiga de Katherine. Ahí, en el mismo suelo donde tuve varias crisis existenciales. Katherine gritó y se cubrió los ojos, pero yo me quedé impactada mirando cuando se separaron bruscamente y Teresa se ocultó detrás de las cortinas. Mis manos comenzaron a temblar de una forma muy anormal y ni siquiera escuché lo que Cookie decía. — ¡Katherine está aquí! —Cookie sonrió nerviosamente y se cubrió con el vestido de Teresa, lo que hacía todo más horripilante. Luego se acercó y le estiró la mano a Katherine—. ¿Qué tal el viaje? — ¡Qué asco! ¡No la toques! —golpeé la mano de Cookie y abracé a Katherine para alejarla de la escena—. De seguro todos tus dedos estuvieron en lugares asquerosos e insalubres. — ¡Hey! —los ojos de Teresa se asomaban por la cortina y sentí deseos de que la ventana estuviera abierta para empujarla—. ¡Amiga! —¡Que se jodan! —ambas me levantaron una ceja y di una patada al sofá—. Ya sé, ya lo hicieron ¡Vístanse entonces! Katherine y yo les dimos la espalda y miré extrañada como ella seguía riendo. Yo estaba horrorizada, ni siquiera creía que esa expresión abandonara mi rostro. —Creo que...Cookie se acababa de correr. — ¡Dios, Katherine! ¡Deja de reír! Es mi prima, por todos los cielos—ella asintió y la miré curiosa en su intento de contener su sonrisa—. ¿Cómo puedes saber eso? —Son muy parecidas. Cuando tú llegas al orgasmo necesitas afirmar tu frente en alguna parte de mi cuerpo. Le levanté una ceja aún más curiosa por sus análisis y me sonrió. —Oh vaya, no te estoy dando suficiente placer como para que seas tan observadora. — ¿Pueden callarse? Lo último que quiero es imaginarlas teniendo sexo. Jesucristo. Me limité a enviarle odio visual a Teresa y su comentario tan agraciado por Cookie, luego solo puse los ojos en blanco tratando de escuchar los susurros a mi espalda mientras ambas se vestían. No sabía si estaba molesta o furiosa, solo sabía que alguien moriría luego de ser colgada de su ridículo pircing en el clítoris. — ¿Debo ir con disfraz? Miré el techo de mi antiguo departamento. Estaba a punto de partir mi lengua en dos de tanto morderla. Cookie moriría, en caso de que no hubiese quedado claro. Lleva semanas diciéndole sobre la fiesta y ahora tenía dudas. —Sí, es una fiesta de disfraces. Muero por ver de qué pareja de lesbianas se disfrazará el par de bisexuales. —Hey, mídete con tu discriminación y envidia—Cookie apareció a mi lado sonriendo y a punto de dormirse de pie. Odiaría imaginar que así me veía—. ¿Vamos? —No lo sé ¿No se te queda nada? Tal vez tu dignidad metida entre las largas piernas de esa... ¡Zorra! —Katherine solo me dio una mirada defendiendo a su amiga y luego caminó hacia ella. Yo me quedé frente a mi prima pensando en más formas de matarla—. Eres asquerosa y lo peor, ni siquiera puedes hacer un decente 69. Parecían dos gusanos deslizándose en barro. Patético. Cookie sonrió y miró a Teresa. Eso fue lo peor. Mi miedo opacó la rabia cuando vi cómo la miraba. Pude desvanecerme y morir. No estaba siendo dramática. — ¿Qué? Solo negué con la cabeza y caminé con rumbo al ascensor, muy lentamente y al ritmo que me permitía el maldito disfraz. Iba caminando como un auténtico cangrejo cuando me volteé a ver que las tres caminaban aún más lento e incluso riendo. — ¡Katherine! —grité—. Se supone que debes estar de mi lado. La vi poniendo los ojos en blanco y apurando su paso para alcanzarme. De todos modos, las cuatro bajamos juntas en el silencio más incómodo y odioso de mi vida. Odiaba las miradas que probablemente se estaban dando a mis espaldas y odiaba aún más la idea de Cookie enamorándose de Teresa. A ese paso, jamás sacaría a Teresa de mi propia vida. Una vez en el primer piso miré muy de lejos a Molly ahogando a Katherine con besos en las mejillas y a Teresa y Rachel conversando en el asiento trasero del auto. Cookie se les iba a unir, pero la detuve. —Escucha... — ¡Dios! No estoy enamorada de ella. — ¡Diosa! Y no, sé que aún no lo estás, pero estás a punto y solo te diré lo que pasará ahora con este turbio romance tuyo—ella puso los ojos en blanco e intentó ponerse sus gafas, pero se las quité y bajé la voz—. Tarde o temprano, Oksana volverá por ella. —Aquí no está segura—dijo—. No desde que yo estoy aquí—me quitó sus gafas y se las puso lentamente, creyéndose en control—. No desde que esa chica es mía. Verás, Devora. Somos exclusivas ¿No es así, cariño? Teresa asintió calmada. Por mi parte, miré a Katherine sentándose en el de copiloto. —Es irónico ¿No? —Teresa ladeó su cabeza y me sonrió arrogantemente. Yo continué—. Aconsejaste tanto a Katherine para que no saliera conmigo y mírate ahora, terminaste con alguien tres veces peor que yo y de mí misma sangre. — ¡Oh sí! Cookie me dio los cinco y ambas reímos antes de que Teresa la golpeara en el brazo y guardara silencio el resto del viaje. Una vez que llegamos a la parte trasera de mi casa vi cuan bien se veían las luces blancas y amarillas colgando en los árboles y no podía negar cuan bien se veían todos en sus disfraces. Esta fiesta era diferente porque era la primera en que Cody estaba rodeado de sus amigos y no solo los amigos de sus madres. Estaba tan feliz, incluso se emocionó cuando vio a Katherine y corrió hasta ella siendo seguido por sus nuevos amigos: mis pequeños cuñados que corrían aún más emocionados hacia su hermana. Inevitablemente nos separamos. Katherine se quedó rodeada de niños y junto Allison y su versión de Padme Amidala en el episodio II. Rendida, caminé hacia el tipo disfrazado de Robin. Ni siquiera debía reconocer su perfume o ver sus ridículas mallas: Ian no tenía remedio. Estaba secretamente feliz por verlo. El último tiempo se la pasaba viajando, pero era más necesario ahí. Con sus mallas y todo. —No deja de sorprenderme tu talento al lucir cada vez más gay que la anterior. Él me levantó su copa honrado con mi comentario. — ¿Qué puedo decir? Tú mejor que nadie deberías entenderlo con ese ridículo disfraz de marimacho. Puse los ojos en blanco y evité seguir el camino que nos llevaría a los insultos de siempre. Preferí caminar el de la paz, directo hacia el ponche de durazno que estaba obteniendo un éxito increíble. Por unos segundos miramos en silencio a la gente que llegaba y nos aseguramos de estar fuera del oído de cualquiera antes de hablar. —Entonces ¿Qué tienes para mí? —Se ha casado dos veces y con mujeres adineradas de las que recibió la mitad de sus bienes en acuerdos de divorcio—me entregó fotos de Evan con sus respectivas ex's esposas. Lo primero que pensé fue que todas eran parecidas a Tania—. Hey, calma. Me quitó las fotos una vez que notó como temblaba al sostenerlas. No quería saber a qué nivel llegaba su perversión si buscaba a una mujer muerta entre las vivas. — ¿Razones de los divorcios? —Diferencias irreconciliables, la mierda de siempre—guardó las fotos y me dio un leve codazo—. Vamos a atraparlo, tranquila. Alguien limpió su historial, demasiado limpio para alguien con un pasado como el suyo. Debemos averiguar en otros condados, donde no parezca que lo protegen. En ese preciso momento divisé a Cody alejado del grupo de gente, charlando misteriosamente con un sujeto que estaba arrodillado frente a él y que llevaba el disfraz de esa maldita película que jamás entendí, pero no era necesario. Nadie sería más literal al vestirse del protagonista de V For Vendetta. No hubo tiempo de razonamientos. Fui directamente a ellos y abracé a Cody para alejarlo de él. No estaba ahí por el cumpleaños de su hijo biológico, estaba ahí para burlarse. Hasta podía escuchar su risa a través de la máscara cuando vio la reacción de Cody. Forcejeó conmigo y, en el proceso, me dio un golpe en la mejilla. Me miró sorprendido por unos segundos ante lo que hizo, pero se puso firme en el mismo periodo. La música terminó y yo estaba ahí, mirándolo a los ojos y cubriendo mi boca. Lucía tan molesto, tan parecido a Evan. — ¿Cómo se te ocurre? —Allison apareció a mi lado y jaló a Cody de la oreja, pero la detuve antes de que siguiera: no lo iba a avergonzar en su fiesta. Solo me levanté y miré de frente a Evan. Allison miró a sus espaldas en busca de apoyo—. Sáquenlo de aquí. Evan dio un paso atrás cuando mi padre y Joe se acercaron a él, pero no perdió el tiempo y se quitó la máscara luciendo una falsa cara de preocupación. —Lo siento mucho, no quería causar problemas. Solo le traía un regalo—ni siquiera miré el enorme regalo que traía para comprar su amor, solo podía mirar a Cody que miraba molesto a Allison que, contra cualquier opinión mía, seguía jalándolo de la oreja—. Me iré. Cody se zafó del agarre de Allison y protestó pidiendo que se quedara. Terminó de romperme el corazón cuando lo vi abrazando a ese bastardo. Miré a Evan que parecía satisfecho y durante ese momento pensé en el gran error que cometí cuando años atrás hice añicos su pene: debí ir por su cráneo. —Lárgate, Evan—me levantó una ceja y podía sentir a Cody mirándome molesto—. No quiero llamar a la policía, no se vería bien frente al juez. Tu abogado de seguro lo mencionó. Si quieres al niño, haz todo limpiamente. Así esto no se alarga más de lo soportable. Miré a Allison que estaba a punto de llorar luego de mis palabras y finalmente miré a Cody. Toda su rabia se había ido y supuse que por primera vez había pensado en las consecuencias de que lo eligiera a él por encima de mí. —Gracias por el consejo—le asentí calmadamente y él sacudió el cabello de Cody—. Disfruta el juego. La fiesta continuó luego de que él se fue, pero Allison, Cody y yo la continuamos encerrados en el granero. —¡Eso quieres! Todo este tiempo has fingido que te importa conservarme y ahora...—Allison intentó calmar los gritos de Cody y una vez que lo hizo, le siguió el llanto—. ¡Te odio! Finalmente exhalé soltando todo y alejé a Allison del lado de Cody para sacudirle el berrinche de encima. — ¡La próxima vez que vuelvas a levantarle la mano a una mujer quemaré tus manos! —lo solté, pero no perdió el equilibrio ni la convicción—. ¿Entendiste? — ¡No me quedaré con ustedes! —presioné mis puños cuando noté que no era tan personal el tema porque él le acababa de gritar a Allison—. ¡No será necesario que te preocupes! —Eres un mocoso malcriado. —¡Pues ustedes me criaron! Abrí la boca sin nada que decir y miré a Allison que lo miraba de la misma forma que yo, pero mil veces más decepcionada. —Hemos hecho todo lo que está en nuestras manos por ti, Cody. Nunca te ha faltado nada, te ha sobrado amor y cariño... —Bueno, tal vez no era suficiente—afirmé la mano de Allison para intentar calmarla, pero debí callar a Cody. Las palabras que estaba usando no eran suyas, pero creía en ellas y eso era lo que dolía—. Tal vez necesitaba una familia normal. Me quitaron esa oportunidad. — ¿Normal? Solté la mano de Allison, pero ella intentó detenerme. Caminé hasta Cody que por primera vez lució intimidado frente a mí. — ¿Sabes qué me hizo tu padre? —cuando ambos me miraron dejé que una última vez saliera una parte de mi pasado, algo que ninguno de los dos sabía—. Me golpeó hasta dejarme inconsciente. Me pateó cuando estuve en el suelo y también me violó ¿Esa normalidad querías en tu vida? ¿Querías crecer al lado de un hombre que intentó matar a tu madre cuando supo que estaba embarazada de ti? Él jamás te quiso Cody y tampoco te quiere ahora, solo quiere vengarse de mí. Tú no le importas, pero si quieres esa maldita normalidad con una bestia estás muy cerca de conseguirlo. — ¡Devora! —Allison me jaló del brazo cuando Cody comenzó a llorar. — ¡Basta, es solo un niño! — ¡Ya basta de tratarlo como si fuera estúpido o débil! —mi grito hizo que ambos siguieran llorando y me alejé considerablemente—. Y escúchame muy bien, mocoso. Si te vas con él, no volverás a verme. Esperaba esto de cualquiera, pero tú...tú me golpeaste y si hubieras tenido una pistola entre tus manos me habrías disparado sin pensarlo. Así te criamos ¿No? Me miró sin molestarse en ocultar sus lágrimas. Parecía el niño al que criamos, pero sabía que en el fondo era un pequeño manipulador cuando se lo proponía y que no era capaz de identificar el riesgo dentro de su inocencia. Yo lo amaba más que a todo, pero debía aprender de una u otra forma. Sin dudarlo los dejé ahí, aguanté todo el llanto hasta que estuve afuera y unos familiares brazos me envolvieron con fuerza. Katherine besó mi frente y yo intenté mantener el llanto adentro, pero solo terminó siendo escandaloso a medida que nos alejábamos a la casa. No dije nada durante el proceso en que Katherine me preparaba un té. Solo reviví el momento en que su mano impactó mi mejilla y la fragilidad salió a la luz. Claro que entendía que un segundo o un acto puede cambiar cualquier tipo de relación, pero no el afecto. —Lo está envenenando—estiré mis dedos muchas veces como una terapia para mantenerme en mis casillas—. A Cody jamás le ha importado tener dos mamás, y ahora... —Ya, tranquila. Cody verá la luz por su cuenta, es muy listo. Solo está enfrentando algo difícil para su edad—delicadamente, Katherine se metió entre la taza y yo y se sentó sobre mis piernas—. ¿Eso es lo que pasó en ese callejón, Devora? —cerré mis ojos y bajé la cabeza—. ¿Joe, Kevin y tú se vengaron de él? No dejó de mirarme, pero tampoco me obligó a levantar la mirada. Quizás necesitaba terapia, dejar de sentir vergüenza por algo que me hicieron. Debía repetirme hasta creer que no fue mi culpa. —Solo yo—suspiré en respuesta—. Los chicos estaban ebrios. Siento que los obligué y de pasada arruiné sus consciencias. —Dudo mucho que ellos lo hayan hecho por sentirse obligados—besó mi frente y comencé a calmarme de verdad—. Las personas que te aman hacen lo que sea por ti. Levanté mi cabeza de su pecho y la vi mirándome atenta, sonriéndome un poco y deslizando su dedo índice por mi barbilla. Respiré profundo antes de poner mis manos en la falda de su vestido y levantarla hasta sus caderas. Por su parte, soltó un leve gemido cuando enredé mis dedos en sus bragas y volví a hundirme en su pecho, pero no para llorar. —Esta es una extraña forma de tratar el dolor—sonreí ante su comentario, pero no me detuve—. Para algo estamos. Besé lentamente su clavícula a medida que mis manos intentaban quitar sus bragas, pero no tardé mucho hasta que ella se levantó sujetando la falda de su vestido y sonriéndome. Rápidamente las bajé y las dejé sobre la mesa, esa misma mesa en la que Katherine estaba sentándose para recibir mis besos una vez más. — Este es mi clase de vestido—susurré sobre sus labios cuando encontré un muy bien oculto cierre entre sus pechos y que parecía sin fin a medida que lo bajaba hasta sus muslos. Katherine solo sonrió y pasó su lengua por mi barbilla una vez que el cierre se separó de su riel y la dejó completamente desnuda para mí—. Acuéstate. Deslicé mis manos por sus piernas sin dejar de mirarla mientras se acomodaba entre paquetes de frituras vacíos. Incluso tuvo la suerte de encontrar una papa, llevársela a la boca y lamer sus dedos. Juraba que antes de Katherine nunca había conocido a alguien que jugara con fuego y se saliera con la suya. A ojos cerrados, mis manos siguieron su camino favorito por su cintura hacia arriba. Durante ese tiempo sin ella, mis dedos hormigueaban recordándolo, pero ahora estaba ahí así que apreté con fuerza para probar cuan real era. Le di una mirada cuando gimió y encorvó su espalda buscando llevar mi boca a nuestro lugar favorito. Sus gemidos aumentaron y por primera vez estaba preocupada de que alguien nos viera o escuchara, así que terminé acercándome para besarla mientras mis dedos retomaban lo que yo había dejado. Intentó apartarse de mi boca muchas veces porque adoraba el escándalo, pero no se lo permití, solo lo hice más duro. Sus piernas se envolvían firmemente a mis costados y sus manos se aferraban a la mesa haciéndola lucir radiante cuando lograba escapar de mis besos y echar su cabeza hacia atrás para gemir. Estaba en la nube de la plenitud cuando los golpes en la puerta me pusieron lo suficientemente nerviosa. Cubrí la boca de Katherine con mi mano libre e incrementé el ritmo de la otra, pero no pude evitar sonreír cuando la vi fruncirme el ceño. —Vamos, cariño—acerqué mi boca a su oído y le susurré muy bajo—. Córrete para mí. Sonreí cuando sus caderas dejaron de moverse y tuvo que estabilizarse sobre sus codos. La miré unos segundos más, alejé cada parte de mi cuerpo del suyo y gimió en respuesta una última vez. Ni siquiera los gritos del exterior podían arruinar esa imagen celestial. —¡Devora! ¡Te esperan para cantar! Respiré lo más calmadamente que pude y me preparé para responder, pero Katherine se sentó muy cerca de mí y, sin previo aviso, metió mis dedos en su boca. Era mi turno de soltar un gemido, uno bastante ahogado. — ¡Oh, eres el demonio hecho mujer! Se vistió entre sonrisitas sabiendo que con ese gesto me tendría deseándola el resto de la noche, luego solo salió sonriendo como la niña dulce e inocente que todos creían que era. Yo la seguí, siendo el cachorrito domesticado que era en la fachada de un lobo indomable. Esa noche pudo ser mejor si Evan no hubiese aparecido, pero de todos modos terminó siendo un éxito cuando vi a Cody sonriendo en los brazos de Allison. Eso era lo que más me importaba: que nada los separara. Horas después, me dormí con Katherine sobre mi pecho y envuelta en la tibia calma antes de la tormenta.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR