En el hospital me examinan si tenía realmente fracturada la clavícula y yo rogaba al cielo porque así fuera. De esa manera podría tener más tiempo para decidirme qué hacer con respecto al compromiso con Harry Wood.
Harry Wood lo conocí cuando tenía dieciséis años. Desde entonces no ha dejado de perseguirme para que saliéramos juntos y cada vez que insistía, yo lo rechazaba. Sabía que no era un buen hombre, aunque aparentara ante los demás que lo era. Él era celoso y posesivo, algo violento y eso hizo que nunca me fijará en él como hombre. Jamás lo amé y jamás lo haré.
En la habitación del hospital estaba acompañada por mi madrastra y hermanastra. Ella miraba con indiferencia su teléfono hasta que su hija decide romper el silencio para burlarse de mí.
—Es increíble que seas una deshonra para nuestra familia. ¿Qué se puede hacer cuando eres una hija ilegítima? Ser una deshonra.
Sujeto con mucha fuerza la sábana que tenía sobre mi cuerpo para no decir nada imprudente.
—Eso pasa cuando te niegas a casarte con el hombre que se te escoge y quieres ser libre para revolcarte con cuánto hombre deseas.
Ambas mujeres se callan de inmediato cuando escuchan que se acercan unos pasos.
—Sí, eres una deshonra.
—Cállate alguien viene.
Le susurra a su hija y esta se enoja. Ellas creen que no las he escuchado, pero lo hice perfectamente. Entra un doctor diferente al que había asistido a nuestra casa. Era alto, tiene ojos azules, cabello rubio y piel bronceada y de cuerpo tallado como los dioses, creo que así era como Maya se refería a los hombres de cuerpos increíbles.
—Buenos días, soy Leo, el doctor a cargo de su caso.
—Buenos días, doctor.
Responde Maya reluciendo su lado coqueto. A su madre le molesta un poco, pero queda hechizada también por la belleza física del nuevo doctor.
—Buen día, doctor. Espero que tenga los resultados de mi hija.
Menciona, mi madrastra arrastrando la palabra «hija».
—Buenos días.
Respondo el saludo de manera más neutral posible. Él se acerca a mí y se me queda viendo fijo.
—Tu clavícula y brazo izquierdo están fracturados, tendrás que llevar una férula y yeso para inmovilizar ambas partes del cuerpo. Por ahora, será un mes usando la férula para tu clavícula y yeso en tu brazo. Una vez que se cumpla el mes miraremos si debes llevarlo un poco más de tiempo o si podremos retirarlo. También tendrás que asistir a terapias con el fisioterapeuta para que tu brazo y clavícula no pierdan la fuerza y queden rastros de las fracturas, el resto de tu cuerpo no tiene fracturas, pero si hematomas y tardará varios días para que desaparezcan. Si deseas hacer alguna denuncia por lo sucedido, puedo llamar a la policía para que testifiques y se busque al responsable.
—Eso no será necesario, ¿Verdad, Isabella?
Agacho la mirada para evadir la mirada del doctor, el cual estaba muy fija en mí observando cada expresión de mi parte.
—Es correcto. No es necesario, no recuerdo a mi atacante, será difícil decirle a la policía alguna descripción del atacante para su búsqueda.
Mi voz sonaba suave y segura. Debería ganarme un Óscar por mi actuación frente a él.
—Muy bien, pero si recuerdas algo podrás acudir a la policía en cualquier momento. Podré darte una copia de tu historial clínico por si te decides demandar.
—Gracias, doctor. ¿Puede mi hija ir a casa? Volver a casa la hará sentirse mejor y eso ayudará en su recuperación.
Inconscientemente, sujeto con fuerza mi muslo y parece que él se da cuenta de eso.
—Lo siento mucho, señora Davies. No será posible.
Ambas mujeres se ponen un poco nerviosas, pero no borran sus falsas sonrisas.
—¿Puedo saber por qué aún no puede ir a casa?
—Noté algo extraño en sus exámenes sanguíneos y me gustaría que se quedara para otros exámenes. Nada más es para asegurarme de que no sucederá nada malo con su cuerpo. Lo siento, me gusta ser muy meticuloso con mis pacientes y cuando observo algo en los resultados, me gusta repetirlos para asegurarme de que no volverán a este hospital dentro de unas horas o días. Lamento los inconvenientes.
Su sonrisa era radiante. Tanto, que las ha convencido sin ningún esfuerzo.
—Oh... lo entiendo, considero que es mejor seguir sus recomendaciones, después de todo, usted es el doctor aquí.
Responde Angélica al discurso del doctor Leo. Él les sonríe y parecía que Angélica y Maya se derretían por él, en especial Maya.
—Le avisaré a tu padre sobre los resultados. Vendremos mañana a primera a hora a visitarte. Dudo mucho que tu padre pueda venir, debe viajar por asuntos de la empresa, pero estoy segura de que está muy preocupado por ti, Isa.
Angélica usa una voz muy sutil, pero había un cierto tono de advertencia y no hubo necesidad de más palabras. Madre e hija se van después de despedirse de nosotros, fingiendo preocupación y es entonces cuando consigo respirar con tranquilidad.
—¿Estás bien?
—Sí.
Me vuelvo a tensiona por no percatarme que había sido muy evidente con el doctor Leo sobre mi reacción ante esas dos mujeres.
Mi visita en el hospital fue muy corta, pero muy tranquila. Excepto cuando Maya y su madre venían al hospital para aparentar frente al doctor Leo que somos una familia unida. Aprovechamos el momento en que estamos a solas para hablar.
—Doctor, ¿cuándo debo comenzar con las terapias?
—Aún falta mucho para eso y puedes llamarme Leo. Me gustaría ser tu amigo.
—Lo siento, me gusta más la formalidad.
—¿Por qué?
—No quiero romances.
Mi confesión hace que se ría a carcajadas e incluso hace que su cuerpo parezca como si tuviera una convulsión, por tanto, reírse.
—Isabella, no eres mi tipo.
—Pues me alegro.
Nuevamente, se ríe sin parar y niega con su cabeza sin dejar de reírse. Una vez que él consigue calmarse, habla sin borrar la sonrisa de su rostro.
—Escucha, ya tengo a alguien aquí y aquí.
Señala su corazón y después su mente.
—No hay un lugar para ti, además...
Su mirada y su voz se vuelven tristes, lo cual me hace pensar que ese amor es un amor no correspondido.
—Esa persona se ha adueñado de mí sin saberlo y ella no lo sabe, pero gracias por ser honesta conmigo. Si no estuviera...
—Enamorado.