Anaís, Redención...

Todo pasa en cámara lenta, veo a Luca desplomarse, sus manos cubiertas de sangre, su propia sangre, un grito desgarrador parece salir de mi garganta, estoy paralizada. Hombres entran, muchos hombres, uno de ellos sujeta a Mariana en el piso, parece estar herida, Felipe yace en un charco de sangre. Corro hacía Luca y me dejo caer junto a él. Un hombre le toma el pulso, policías piden ambulancias. Tomo su rostro, está pálido y ojeroso. Las palabras de Felipe resuenan en mi cabeza... "Quién lo diría "pequeña" en realidad te amaba más que a su propia vida"... Me ha cubierto con su propio cuerpo, ha recibido la bala que debió ser para mí. Lo llamo, le grito, lloro, me niego a dejarlo partir. Pero sus ojos, hermosos y grises, están cerrados. Siento frío y vacío. Apoyo su cabeza en mis piernas y cubro su herida con mi chaqueta. Mis lágrimas corren sin detenerse, le pido que se quede con nosotras. Lloro hasta que una ambulancia ingresa y me apartan. Las manos de alguien me sostienen y me ayudan a seguir a los paramédicos. Nos suben a los dos... La puerta se cierra y la ambulancia parte a toda velocidad, me mantienen alejada, mientras tratan de estabilizarlo. Cierro los ojos y le pido a Dios, que por favor lo salve. Lo necesito tanto cómo al aire que respiro. " Lucha, mi amor... lucha por mí, por nuestra hermosa Lunita" El camino a la clínica me parece demasiado largo y los paramédicos no dejan de trabajar en Luca. Parece un mal sueño, una horrible pesadilla. Mi mente se niega a creer que esto está pasando. Pienso en mi hijita, en su amor y su necesidad por su padre, si Luca se va, si no logra resistir, qué le diré, qué voy a hacer, en esos momentos, cuándo sólo su voz puede calmarla. Uno de los paramédicos me avisa que estamos ingresando a la clínica, lo baja rápido y a pesar de mi resistencia me llevan a una sala a revisarme. Mientras me explican, Luca será intervenido de urgencia. Cuándo salgo me encuentro a Franco, el señor Giovanni y Francia en la sala de esperas... Fran, que se ha convertido en una gran amiga, corre a mí y me abraza... y vuelvo a llorar, necesitaba esto, un poco de consuelo, el que justo ahora, mi Luca, no puede darme y lloro al pensar que tal vez nunca más podrá... - Anaís, cariño, ten fe... Luca es un hombre fuerte y va a luchar por quedarse con ustedes. - ¿Les han dicho algo? - Sólo que la bala le ha perforado un pulmón y está en cirugía. - ¿Se va a poner bien? - No lo sé, cariño... pero esperaremos a que salga de pabellón. - ¿Lunita? - Se ha quedado en casa con Rosita, Luis y Mario y todos los de seguridad... Está bien, sólo un poco inquieta. - Ella lo adora... - Lo sé, cariño... Franco y el abuelo de Luca, caminan hasta nosotros, los dos han llorado, los dos me abrazan sin palabras. Me siento en una de las sillas a esperar, Franco se acomoda a mi lado. - ¿Sabes que saldrá de ésta, cierto?- No, no lo sé... pero intento sonreír, sé que el también necesita consuelo. - ¿Qué ha pasado con Felipe y Mariana? - Mariana fue llevada a algún hospital de la zona, custodiada por la policía, han encontrado suficientes pruebas para meterla a la cárcel por muchos años... Felipe... ha muerto en el lugar. - Lo sospechaba... - Lo siento, sé que a pesar de todo era tu amigo. - Él se puso en ésta situación, Franco... De no ser por él, Luca no estaría en esa sala, entre la vida y la muerte. - Luca, sólo pensaba en salvarte, Anaís... que pudieras volver a casa con Lunita. - Necesito que se quede con nosotras, Franco... Él seguía pensando que me debía algo, por todo lo que pasó en nuestro matrimonio... Pero yo ya lo había perdonado, sé que quizás nadie entienda porqué, ni siquiera él, pero mi decisión fue perdonarlo y nadie tenía derecho a cuestionarlo. - Lo sé, Anaís... - Felipe se creyó con derecho y nos puso en ésta situación... yo... yo debí escuchar a Luca, irme ese día con Arturo y dejar que él se fuera con Luis, tal vez hubiésemos evitado esta tragedia. - O tal vez no, ellos venían siguiendo sus pasos hace demasiado tiempo, Anaís... tarde o temprano iba a pasar y nadie sabe si podría haber sido peor. Pudiste estar con Lunita o algo así... Todo pasa por algo y pasa en el momento en que debe pasar. La culpa aquí es de Amestica y Mariana... No tuya o de Luca. - Gracias... - ¿Tienes hambre? ¿Sed? ¿Te traigo algo de la cafetería? - Un café... Gracias. Me quedó esperando y las horas pasan, nadie nos dice nada. Franco ha llamado a Rosita y he hablado con ella, mi bebita duerme y mi padre está con ellas. Se me ha puesto a llorar por su Luquita al teléfono y no he sabido que decirle para consolarla. No sé cuánto tiempo ha pasado, hasta que el doctor sale... - Familiares del señor Luca Santorini.- Todos nos acercamos. El doctor nos informa que ha habido una complicación en la operación, que ha retrazado un poco las cosas, pero que al final ha sido un exito, han podido extraer la bala y que la operación al pulmón ha salido bien, debemos esperar que pase las 24 horas críticas y ver su evolución, por ahora permanece en coma inducido y muchas cosas que no alcanzo a registrar. Todos parecen aliviarse, menos yo... necesito verlo, oírlo... necesito que me llame pequeña y que me abrace. El señor Giovanni, se pasea de un lado a otro, nervioso y apenado, me acerco a él y lo llevo a un asiento. - No toda la culpa fue suya, Anaís... - Lo sé, yo también pienso que lo que hizo fue una locura, debí ser yo... él no me debía nada... - La pequeña de Luca, su pequeña... mi nieto te ama, siempre lo ha hecho. Créeme que con o sin culpa, él lo hubiera hecho. Mi nieto nunca hubiese dejado que esa bala te hiriera. Por ti y por Lunita... - Lo sé... Sólo quisiera que nada de esto hubiera pasado. Debería ser yo. - Calma mi niña, mi nieto es terco y fuerte. Estoy seguro que se pondrá bien. Muchas horas pasan y me niego a moverme de aquí... Francia y Franco me han traído ropa limpia y mi padre ha venido con ellos. Nadie dice mucho, unos se van y otros llegan. Rosita me ha traído a mi Lunita, mi bebita me ha visto y se ha abrazado a mí, se niega a soltarme. Cuándo ya llevo doce horas, decido ir a casa, mi Lunita necesita dormir, Franco nos lleva y aprovecho de darme una ducha y cambiarme, dejo a mi hijita dormida y voy a nuestra habitación. Busco mis documentos y un teléfono viejo que Luca guardaba en su cajón... Saco una de sus camisetas, siempre que lo extraño me reconforta... Al estirarla para ponérmela, cae un sobre... "Para mi pequena, de Luca". Voy a abrirlo, cuándo Rosita me avisa que Franco está listo para irse. Por lo que lo meto a la cartera y corro escaleras abajo, mientras Rosita me reta porqué no he comido. Siento que sigo en alguna clase de trance, mientras Franco maneja en silencio... Mi padre ha prometido llamarnos, en caso de que cualquier cosa pasara, pero el teléfono no ha sonado.