Marie malinterpretó la pregunta y se sintió ofendida.
-¿Qué significa eso de pasar la noche contigo?
-Obviamente, no se trata de lo que has pensado- respondió el, conteniendo la risa con dificultad-. Aunque debo admitir que estas francamente interesante con esa toallita... que, por cierto, se ha bajado un poco.
Marie se ruborizó y se subió la toalla a toda prisa.
-Te voy a hacer una oferta que te puede interesar, Marie –continuó-. Esta noche tengo que ir a una fiesta, pero la chica que me iba a acompañar se ha acatarrado y no puede ir. Quería hablar con tu hermanastra para que viniera conmigo... Lilian me debe muchos favores y no quiero presentarme solo. ¿Estarías dispuesta a sustituirla?
-¿Me estás tomando el pelo?- preguntó, atónita.
-¿Esa es tu respuesta? –Dijo él, con ironía-. Veo que tu elocuencia de antes ha desaparecido...
-Pero mi sentido del humor sigue estando donde estaba –se defendió. No, no iría contigo a esa fiesta aunque mi vida dependiera de ello.
-Puede que tu vida no dependa de ello pero, piensa en tu situación económica. Sólo tendrías que estar un par de horas conmigo... y te llevarías varios cientos de libras esterlinas.
Marie pensó que el dinero le vendría muy bien, pero dudo de todas formas.
-Yo no pertenezco a tu mundo –declaró-. Además socializar se me da bastante mal y no sé comportarme en las fiestas. Será mejor que gastes tu dinero con otra.
-Está bien te lo diré de otro modo... si es preciso, estoy dispuesto a hacer la vista gorda con Lilian y olvidar que presta mi casa, sin mi permiso, a personas desamparadas. Hasta es posible que te deje quedarte.
Como Marie no dijo nada, él añadió:
-Bueno, ¿Qué te parece? ¿Por qué no te pones un vestido n***o y me acompañas a la fiesta de esta noche?
-Porque no tengo ningún vestido n***o –respondió, molesta-. Además, estoy segura de que encontrarás otra candidata en tu agenda.
Marie sabía que Nico tenía una agenda llena de nombres de admiradoras y amantes. Lo sabía porque Lilian se lo había contado entre risas en cierta ocasión. Y cuando le preguntó si había intentado algo con ella, su hermanastra se encogió de hombros y respondió: >.
-Es un poco tarde para andar llamando a mis contactos –observó Nico-. Así que deja de discutir conmigo, se un buena chica y vístete de n***o, de blanco o de rosa, de lo que quieras. Si no encuentras nada adecuado, ponte algo de Lilian. Por lo que veo sois más o menos la misma talla.
Marie se habría sentido mucho mejor si él no la hubiera estado mirando de ese modo, como si no llevara la toalla alrededor del cuerpo.
-Pero si prefieres –continuó él-, podemos quedarnos en casa, relajarnos un poco y sacar una botella de champán del frigorífico. Me gustaría saber más cosas de ti... y esa opción tiene la ventaja de que ni siquiera tendrías que vestirte. De hecho, podrías quedarte con la toalla si hacemos algunos ajustes que, naturalmente, estarían sujetos a negociación. Tal vez pueda convencerte que para la próxima vez te bajes la bajes un poco... o no la lleves encima. ¿Y bien? ¿Qué prefieres?
Marie apretó los dientes. Además de estar ruborizada, los latidos de su corazón se habían acelerado.
-Prefiero acompañarte a esa maldita fiesta –contesto.
Nico sonrió.
-Una decisión sabia, cariño. Te esperaré aquí como buen chico, mientras tú te vistes. Pero si necesitas que te ayude, pégame un grito...
-Te lo pegaré. En cuanto se me ocurra un insulto lo suficientemente grosero para ti.
Marie se giró, sin soltar la toalla en ningún momento, y Salió de la habitación con tanta dignidad como pudo.
Debo sacármelo de la cabeza- murmuro Marie.