Paige se encontraba agachada cuando sintió que unas manos tomaron su trasero por completo, ella se dió la vuelta y miró a su jefe con una mirada de pervertido; en el momento que vertió por completo el gas pimienta en el rostro de ese hombre fue tan grande el escándalo que llegó la seguridad.
— ¡Estás despedida! Maldita demente, eres una malagradecida.
— ¡Y usted es un pervertido!
Los guardias de seguridad lanzaron a Paige a la calle, ella terminó por raspar sus rodillas y sus manos. Al final no tuvo más remedio que levantarse y caminar con las medias rotas e incluso un tacón desprendido por completo.
— ¡Paige! Pero hija, ¿Qué te ha pasado?
— Nada mamá, solo que me despidieron. Mi jefe me ha manoseado y al defenderme fue que terminé siendo lanzada a la calle como si fuera un animal salvaje. En fin, creo que mejor preparo las cosas para mi mudanza y dejó todo listo.
— Pero Paige, te has quedado sin trabajo y no creo que sea buena idea que te vayas en este momento.
Paige no escuchó de razones, ella simplemente se fue a empacar en unas cajas todo lo que hacía falta y se acostó temprano para mañana madrugar.
— ¿Hija, estás segura de esto?
— Si, mamá no te preocupes ya soy lo suficientemente grande para tomar mis decisiones, recuerda que tengo 24 años, no 10 o menos.
— Pero hija, siempre serás mi pequeña Paige, así tengas mil años.
— Mamá ya cálmate, además me voy cerca de aquí solo queda a unas cuantas calles, por favor compréndeme, quiero ser independiente, los de la mudanza vendrán luego, mientras yo me llevo mis cosas personales.
— ¿Cómo harás con la comida? Te recuerdo que te encuentras sin trabajo.
— La puedo comprar, recuerda que tengo algunos ahorros a pesar que me corrieron.
— Me vas a hacer mucha falta hija.
— Tranquila mamá, puedes llegar cuando quieras.
Paige finalmente se despidió de ella y se marchó, pensaba en sus adentros que la mujer realmente era exagerada, no se iba a otro país después de todo y solamente quería su espacio, vivir sola era emocionante para la joven chica.
Una vez que fue a sacar su carro al garaje se marchó al condominio, por fortuna había llegado a tiempo ya que el carro se murió.
Perspectiva de Paige.
Empecé a caminar, al entrar a mi apartamento pude verlo, era grande y el precio pues es barato, todo esto era para mí, finalmente independiente.
Decidí poner mis cosas en el cuarto, estaba desempacando cuando escuche que alguien estaba abriendo la puerta, rápidamente me puse detrás de una pared con un bate de metal que papá me había obsequiado, según él para que me defendiera de: "Los malditos que intentan hacerle daño a mi dulce hija". No lo había utilizado durante todo este tiempo, pero al parecer hoy iba a estrenarlo en la cabeza de alguien.
La puerta finalmente se abrió entonces pude ver que era un hombre alto, delgado, llevaba puesto un saco color café, sin dudarlo le di con el bate y quedó tendido en el piso boca abajo.
— Ay no, ¡Lo mate!
Él estaba tendido inconsciente, no encontraba qué hacer, ni siquiera me había acercado. Después de unos minutos encontré la solución, tiraría su cuerpo en un lote baldío, sé que es una locura pero tengo mucho miedo, me fui a mi habitación para traer unas sábanas y envolverlo con eso, al mirarlo lo reconocí.
— ¡Ay Dios, ¡¿Qué hice?! Mate a un hombre muy guapo, bien hecho Paige, eres un completo desastre.
Estaba segura que si los demás se daban cuenta de que lo había matado me meterían presa o me matarían sus admiradoras ya que podía deducir que tenía demasiadas, es decir, ese físico hasta a una lesbiana pasaría al otro lado.
Acabo de matar al marido ideal de muchas mujeres, ya me miraba encabezando la primera plana del periodico y también los titulares de las noticias, mamá llorando a mares y yo usando un traje naranja, definitivamente ese color no me sentaba en absoluto, todos mis planes de tener mil bendiciones con un hombre guapísimo, pero demente para querer desposarme, se vieron frustrados por este acto de salvajismo que cometí.
Adiós a la vida que esperaba, hola a la vida de ser reclusa, tendría que ser la amante de la reclusa más peligrosa de la prisión, no soy lesbiana, pero era eso o vivir siendo golpeada por las demás, lo más probable es que me den cadena perpetua, sería la abuela de la cárcel y todos me llamarían abue Paige.
Tomé la sábana decidida a tirarlo al lote baldío, trataría de retrasar esto lo más que pudiera, quizás podría huir a México, establecerme en el rancho de un hombre el cuál me desposaría y sería la madre de sus bendiciones, alimentaria las gallinas, los cerdos, las vacas, los pollitos, cuidaría la siembra del maíz y sería una buena ama de rancho, o, sería la esposa de un narcotraficante, después de todo una vez que estás en el lado oscuro siempre vas a estar ahí y te perseguirá a cualquier lado.
Aunque también estaba la opción de que sus mujeres me matarían, cualquier cosa es posible cuando matas a un hombre tan apuesto, entonces ahí cualquier hipótesis que me había formulado hasta el momento se iría a la porra, no sería la amante de la reclusa y tampoco la abue Paige, no iba a ser la esposa del ranchero, ni se diga del narcotraficante.
Pensaba en la vida del lado blanco y del lado oscuro, en mi posible asesinato a manos de las enamoradas de este hombre, cuando el difunto hecho cadáver, se empezó a mover, di un grito muy fuerte, rápidamente me refugié en mi habitación, podía verlo desde la mirilla de mi cuarto.
— ¿Qué diablos me pasó? — él se tocaba su cabeza — ¿Por qué la cabeza me duele tanto? — se levantó, miró a su alrededor y vio mis cosas, entonces se confundió mucho — ¿Hay alguien aquí? — decidí salir ya que tenía que hacerlo tarde o temprano, pero iba con el bate en las manos, él me miró sumamente confundido — ¿Se puede saber qué hace usted aquí?
— Es lo que yo le pregunto a usted, ¿Cómo se atreve a irrumpir propiedad privada?
— Este es mi apartamento.
— ¿Cómo que su apartamento? Este es el mío.
— Eso es imposible, yo firme contrato por tiempo indefinido para vivir aquí.
— Mi contrato está aquí, también es por tiempo indefinido.
Ambos sacamos las copias de nuestros contratos, al leerlos nos sorprendimos, decidimos llamar a la encargada, quien nos dijo que llegaría inmediatamente, luego de unos minutos ella llegó y miro los contratos.
— Al parecer hubo un error y se les alquiló el mismo apartamento.
— ¿Hay alguna solución? — le pregunté — debe existir algo que nos haga arreglar esto.
— Ya no tenemos más apartamentos libres, el último se rentó hace poco, por desgracia.
— ¿Por cuánto tiempo?
— Por un año.
— Pero debe haber otra solución — dijo él, muy mortificado — yo no esperaba esto.
— Tienen dos opciones, la primera es que uno de ustedes ceda el apartamento, y la otra es que vivan juntos por ese tiempo.
— Que se marche él.
— Que se vaya ella.
— ¿Pero por qué? si yo vine primero.
— Usted me golpeó con un bate de metal.
— Solo estaba defendiéndome.
— Bien, discutan, si toman una decisión háganmelo saber.
La encargada se marchó, entonces empezamos a discutir acerca de quién se debía ir. No pensaba irme y no era solo por el precio sino también por el hecho de que quedaba cerca de donde mamá.
— Pero usted debe tener muchos apartamentos, lo deduzco por la ropa que trae puesta, es de marca. Yo por el contrario solamente tengo este, ¿Por qué no se puede ir a uno de esos?
— Tengo mis motivos.
— Ni usted, ni yo pensamos ceder, entonces lo único que podemos hacer es vivir juntos.
— ¿Pero qué locuras dice?...