GACELA
Me encuentro sentada en la silla que hay en la isla de mi piso. Una taza humeante de café reposa en el mesón, la voz de la presentadora de noticias resuena por el lugar.
-Otro cuerpo de mujer se encuentra en el Hyde Park, el cuerpo de la víctima tiene una abertura que va desde la barbilla hasta su estómago y no le han sacado el corazón, con este ya son cuatro cuerpos lo que se han encontrado en diferentes parques de la ciudad. Las autoridades están investigando a un posible asesino serial, así que piden que las mujeres no salgan a altas horas de la noche y si lo hacen que salgan en grupos.
El cuerpo se me hiela al escuchar la noticia, una extraña sensación recorre mi cuerpo y comienzo a morder mi dedo pulgar. El rosa de mi esmalte comienza a requebrarse.
¿Quién puede ser tan retorcido de sacarle el corazón a otra persona y dejar su cuerpo tirado en un parque como si fuera basura?
Sé que me gusta este tipo de noticias, siempre me ha gustado todo el tema de la psicopatía y de los trastornos mentales, pero, aun así, no deja de asustarme el saber que ahora las mujeres están siendo acechadas por algún trastornado.
Tomo una bocanada de aire, con mi mano izquierda agarro el control del televisor y lo apago. Ha sido un día largo, me tocó llamar para que vinieran a arreglar la pared que el imbécil de Sebastián dañó y luego salí hacer mercado.
Quien se iba a imaginar que mi noche del viernes la pasaría viendo noticias aterradoras y mientras tomo café.
Debes salir a divertirte más cachorrita. Estás joven y tienes la capacidad de poner el jodido mundo a tus pies.
Las palabras de mi abuela inundan mi cabeza. Es lo único que extraño de hogar, las largas tardes de charla con ella, el tomar una taza de café y hablar de la vida. Al parecer era la única que me entendía.
Me coloco de pie y siento el frio del piso golpear mi cuerpo, camino hasta mi habitación y comienzo a quitarme la ropa, tomaré un largo baño de agua caliente y me acostaré.
Quiero dormir por largas horas.
Comienzo a removerme en la cama, un golpe desde abajo me hace abrir los ojos y comienzo a moverme inquieta en la cama. La misma sensación de aquella noche invade mi cuerpo.
Miro la puerta cerrada, intentando enfocar mi vista, ya que todo está oscuro y lo único que ilumina la habitación es la tenue luz de la luna. Obligo a mi cerebro que se concentre y se ponga al día con lo que escuché.
Mi corazón comienza a latir como un tambor y un aire frio hace que se erice la piel de mi nuca.
Una nube de incomodidad e inquietud avasalla mi estómago y se acentúa allí. Logro poner mis sentidos en alerta y no es hasta unos segundos después, de que caigo en cuenta de que el sonido que escuché es la puerta de mi piso cerrándose.
¡Jesús! ¿Es este el día en que muero?
No quiero ser asesinada por algún demente que se cuela en los pisos de mujeres que viven solas y las masacra.
Lentamente y con el corazón en la garganta, me incorporo y salgo de las cálidas sabanas. La adrenalina comienza a correr por mis venas, como si fuera alguna clase de droga que enciende mi excitación.
Sé que alguien estaba en mi piso.
Es la misma sensación de aquella noche.
Esto me excita y me aterra al mismo tiempo.
Sé que no soy alguien normal, la oscuridad me atrae, todo aquello a lo que no le encuentro algún sentido lógico me fascina.
Mis sentidos se agudizan y mierda me advierten que alguien se ha colado en mi maldito piso.
Temblando tomo la estúpida decisión de salir de mi cama. Pienso que si estuviera en alguna clase de película de suspenso o terror sería la primera víctima, por eso dicen que la curiosidad mató al gato.
Agarro mi teléfono de la mesita de noche y camino lentamente hacia la puerta, no sé si prender la linterna o caminar en medio de la jodida oscuridad.
Debería volver a la cama y llamar a la policía.
Si, sé que eso debería de hacer, pero heme aquí, caminando hacia la zona de peligro, con mi teléfono en mano, la adrenalina recorriendo mi torrente sanguíneo, en pantalones cortos y una blusa que deja ver mis pechos por lo trasparente que es.
Estoy temblando como una hoja, pero como los humanos somos seres incapaces de demostrar debilidad y cobardía, me obligo a salir a inspeccionar de dónde provino el ruido.
No puedo dejar que alguien se meta a mi casa y piense que podrá salirse con la suya.
Aquí si nos vamos a morir, nos morimos todos. Porque me lo llevo al infierno tambien.
Salgo al pasillo que me lleva a la parte delantera de mi piso, la luz de la luna refleja sombras y hacen todo más aterrador, hay una voz en mi cabeza que me dice:
Estúpida chica, estás yendo a la boca del lobo, para que te asesinen.
Vigila tu espalda.
Pueden estar justo detrás de ti.
Ya voy por la mitad del pasillo y comienzo a jadear, con cada paso que doy, el corazón me late más fuerte, siento como si me miraran desde cualquier punto. Cuando el ser humano está muerto de miedo el cerebro trabaja en tu contra y se vuelve bastante imaginativo.
Me decido que es hora de encender las luces, así que, camino lo más rápido que puedo y llego a los interruptores, y los muevo. Llego a la sala de estar y no hay nadie, camino hacia la perrilla y la muevo, pero está cerrada.
Maldita sea me gustan las películas de terror, las de suspenso, pero eso no significa que quiera vivir una de ellas.
Mi mente me dice que la persona que estuvo aquí, abandono el lugar o está escondido en algún lugar.
Respiro profundamente, me voy a volver loca, y quizás ya lo estoy, no estoy muy segura de cuál de las dos es en estos momentos.
Camino hacia la cocina y abro una de las gavetas para tomar un cuchillo y vislumbro en mi periferia algo que descansa en la isla, mi cuerpo se paraliza y se niega a reaccionar. Abro mis ojos como platos.
¡Joder!
Maldigo mil veces cuando veo un papel que estoy segura no estaba allí y al lado del papel hay una rosa negra.
Miro los dos objetos como si fueran una serpiente que si me acerco seguro me morderá. Me desafía a acercarme. Dejando escapar un suspiro, cojo la flor de la isla y la enrollo en mis dedos. Luego tomo la nota y la desdoblo.
Nota:
"¡Ya puede brillar cualquier faro nocturno, ya pueden las estrellas derribarse sobre mi tejado que aún será tu luz anaranjada la que encienda el color en mis ojos!"
Frunzo el ceño, es un fragmento de un poema, del autor Edgar Allan Poe. No entendiendo nada. Miro la rosa y me quedo perdida en ella por unos segundos.
No tiene firma.
Tomo una bocanada de aire, alguien está tratando de asustarme y no se lo pienso permitir. Doblando mi puño, aplasto la flor en la palma de mi mano y la tiro al bote de la basura.
Estoy muy enojada.
¿Cómo se atreven a entrar a mi piso?
Tomo un cuchillo en mis manos y camino hacia mi habitación nuevamente. Mataré a todo aquel que crea que soy una presa fácil, como ya lo dije, aquí si vamos a morir, pues, moriremos todos.
No puedo sacarme de la cabeza la maldita nota y la jodida flor ¿Quién entra a un piso ajeno y deja una maldita nota y una estúpida flor?
¿Acaso es normal?
Llego a mi cama y me tiro en ella, una fina capa de sudor humedece mi frente, una brisa envía un escalofrío por toda mi espina dorsal.
Sé que la persona se ha ido.
Sé que ya estoy sola nuevamente.
Pero tambien tengo la certeza, de que hoy no solo se metieron en mi piso, en invadieron mi privacidad, tambien han tomado mi cabeza, justo como querían.
La luz de la mañana golpea mi rostro y mis ojos se niegan abrirse. No dormí nada, di vueltas por toda la cama. No podía sacarme al maldito que irrumpió en mi casa y me acechó como un psicópata y después me deja una nota y una jodida rosa.
Me muevo de un lado a otro, no quiero levantarme de la cama, pero debo ir a la oficina, sé que es sábado, pero necesito unos documentos. Son del próximo evento que tengo a cargo y me gustaría trabajar un poco desde casa.
Me obligo a levantarme de la cama, tomo una ducha de agua fría para despertar todos mis sentidos. Me alisto, tomo las llaves de mi auto y salgo para la compañía.
Cuando voy en camino el celular avisa que tengo una llamada. Contesto.
-¡Ey! Red.
-Emma.
-¿Cómo está todo?
-Terrible.
-¿Qué pasó?
-Alguien irrumpió en mi casa anoche – Confieso.
Cuando no pude quedarme dormida, pensando y rompiéndome la cabeza intentado buscar una explicación de cómo había entrado, me levanté nuevamente de la cama y verifiqué que todo estuviera cerrado. Efectivamente todo lo estaba.
Debo decir que eso me inquietó más. Eso me llevo a muchas preguntas.
Queria saber cómo diablos habían logrado entrar.
Tambien queria saber cómo salieron.
-¿Qué? ¡Oh, mierda! ¿Estás bien?
-Sí, estoy bien – Digo – Solo dejaron una rosa negra y una nota que llevaba escrita con una letra prolija debo decir, el un poema del auto Edgar Allan poe.
La línea queda en silencio y pienso que le ha dado un infarto o que ha colgado.
-¿Un poema?
-Sí, un poema.
-Red, eso es algo...
-¿Loco?
-Si... bueno... iba a decir aterrador.
-Lo sé – Suspiro.
-¿Dónde estás?
-Voy camino a la compañía, Quiero trabajar un poco en el próximo evento y los papeles que necesito están allá.
-¿Quieres que duerma contigo hoy?
-No, no es necesario. Ya tomé medidas.
-¿Qué medidas?
-Solo no te preocupes.
-Red.
-Estoy bien, Emma.
-¡Ok!
-Nos vemos después cariño.
Cuelgo la llamada, no quiero que se preocupe por mí. Sé lo difícil que es su vida, y los problemas que tiene, para traerle más problemas.
Prefiero lidiar con mis mierdas yo sola, así no molesto a nadie.
Llego a la compañía, busco los papeles que necesito y regreso a mi piso. Me paso la tarde revisando cotizaciones, reservas, y demás hasta altas horas de la noche. Cuando siento que ya el cuerpo no me da para más, decido que es hora de dormir.
Tomo un vaso de agua antes de irme a la cama y luego comienzo a caminar hasta mi habitación. A medida que me voy acercando siento una extraña sensación.
La misma sensación que la noche en que Sebastián estuvo aquí.
La misma sensación de anoche.
Con cautela camino hasta la puerta de mi habitación y cuando la abro, mi cuerpo queda paralizado. Hay una sombra de pie al lado de mi cama, unos ojos desiguales se encuentran con los míos.
-¡Hola, gacela!
Es un tono bajo, casi un susurro, pero que hace que todo mi cuerpo vibre.
¿Hoy es mi noche de ver al diablo?