CAPITULO 5

2970 Palabras
EL CUERVO Camino por la habitación, está impecable. Todo está tan organizado, que no hay nada fuera de lugar. Mi gacela es una chica muy pulcra. Observo la cama, es demasiado grande para ella sola, debería venir mas seguido y dormir con ella, así puedo hacerle compañía. Paso las yemas de mis dedos por el edredón blanco, puedo notar que tiene un numero obsesivo de almohadas. Sigo caminando por la habitación. Puedo percibir su aroma en ella, inhalo y el aroma penetra por mis fosas nasales. Aroma a rosas y vainilla. Mi nuevo aroma favorito. Este aroma me hace gemir, y a mi mente vienen las imágenes que me han atormentado desde que la vi aquel día. Yo agarrando su cabello, enterrando mi rostro en su cuello, mis dedos clavándose en esos suaves muslos, mientras mi polla se introduce en ese rico coño. La imagen hace que la polla automáticamente se me endurezca, hasta el punto de dolerme. Esta chica se ha clavado en mi mente, de una manera tan enfermiza que no sé si es bueno o malo para ella, pero lo que tengo claro es que ya no hay vuelta atrás, ahora es mía y en cualquier momento la voy a reclamar. Cada noche me persigue en mis sueños, aun despierto no dejo de fantasear con ella, es como una droga que me está consumiendo hasta el punto de asfixiarme. Debo probarla, aunque sea un poco, si no llegaré a la locura y no será bueno para ninguno de los dos. Sacudo la cabeza, acomodo ya mi dolorosa erección. Puedo sentir que aun está en la sala de este jodido apartamento. Por lo que puede averiguar mi gacela viene de una buena familia, pero se ha negado a dirigir la empresa de su padre. Me detengo en una cómoda, tiene varios portarretratos y observo las fotos en ella, está en una con su mejor amiga, mi gacela sonríe y eso hace que mi pecho duela, tiene una sonrisa tan hermosa que es como si iluminara mi oscuridad. La tomo en mis manos y paso la punta de mis dedos por su rostro, lo rodeo y me pierdo en su mirada. Pronto, gacela. Pronto me adoraras como el diablo adora a su infierno. Siento el venir de sus pasos y mi corazón se acelera, me muevo lo más rápido que puedo a un lugar oscuro, no quiero asustarla y que huya. Me quedo quieto mirando como la luz de la calle se cuela por las ventanas. Trato de hacer el menor ruido posible, pero la excitación de saber que esta noche puedo probar un poco de ella me abruma y hace que la adrenalina se apodere de mi torrente sanguíneo. Hace tiempo que no sentía esta emoción, me sentía muerto, solo vivía porque no había de otra ya que el mundo no ha permitido que mi vida se apague. Entra en la habitación y la observo, ella aun no ha notado que estoy aquí, pero pronto lo sabrá. Alza su mirada y choca con la mía, la veo quedarse paralizada, su cuerpo se tensa y sus manos se aferran al pomo de la puerta. -¡Hola, gacela! – Mi voz sale casi en un susurro. La emoción me invade, y no puedo describir el poder que siento al verla tan indefensa delante de mí. No tiene escapatoria. El depredador ha atrapado a su presa. Antes de que pueda hacer algo, me muevo con rapidez y la estampo contra la pared, junto a la puerta abierta. Tapo su boca con mi mano y la inmovilizo. Inhalo su aroma y la polla me palpita dentro de mis pantalones, está furiosa y se muere por que la deje salir. Esta noche será para probarla, y darle placer a ella. Esta noche no se trata de mí. Unos grandes ojos miel con destellos verdes miran mi rostro. Nunca he visto nada mas hermoso. De cerca puedo notar los pequeños detalles de su maravilloso rostro. Me asombra el poder que tiene sobre mí. Puedo sentir su cuerpo tenso debajo del mío, está aterrorizada de lo que ve. Siento como su pequeño cuerpo tiembla contra el mío y esos maravillosos ojos comienzan a llenarse de lágrimas, pero no me baja la mirada. Es valiente. Eso me gusta. Aun con todo el miedo que inunda su cuerpo, no lucha. Recorre con la mirada la habitación y vuelve a mirarme, está buscando alguna manera de escapar y de atacarme. Chica inteligente. Saco mi arma de la cintura y la presiono contra el costado de sus costillas con la mano que tengo libre. Presiono mi entrepierna contra su pelvis, quiero que sienta como me tiene. Ella gime y eso solo hace que mi excitación sea mas grande. Sus piernas ceden. Quito la mano que tengo en su boca y la poso en su delicado cuello. Tiene la piel tan suave y delicada, como una porcelana que avivan mis ganas de romperla. La sostengo y restrinjo el paso de aire. -Shh – Susurro – No voy a hacerte daño. Ella no dice nada, sigue mirándome con esos hermosos ojos y admito que me encantaría estar en su cabeza para saber que está pensando en estos momentos. -Te voy a mover, no hagas nada estúpido ¿Sí? Ella asiente con la cabeza. Odio que llevemos ropa, he estado soñando con sentir su cuerpo desnudo contra el mío. Por supuesto que en el sueño mi polla estaba taladrando su precioso coño al mismo tiempo. -¿Qué quieres? – Jadea - ¿Vas a matarme? Paso mi lengua por su mejilla, mientras el agarre de mi mano en su cuello se aprieta. -Te dije que no quiero hacerte daño. La suelto y doy un paso atrás. cae de rodillas, tosiendo, solloza. Tomo aire, debo controlar mis impulsos. Mierda sabia que tenerla así, iba a ser un jodido infierno. Me muero por arráncale la ropa y profanar su hermoso cuerpo de todas las maneras posibles. Me agacho frente a ella y uso el arma para apartar el cabello rojizo de su bello rostro. ella aun sigue respirando con dificultad, puedo notar como su cuerpo tiembla y el pecho sube y baja rápidamente. La imagen de ella ahogándose con mi polla inundan mi cabeza, me muero por empujarla hasta el fondo de su apretada garganta. Verla tragarse mi enorme polla es la imagen más erótica que puedo imaginarme. Quiero poder decirle que la haré mía, de todas las maneras posibles y que le haré cosas que la harán sentirse asco de si misma. La controlaré como una marioneta de cuerda, porque voy a ser su dueño, quiero poseerla de todas las maneras posibles, marcarla y que el jodido mundo sepa que ella tiene dueño. -Si no vas a matarme ¿Qué vas a hacer? Suspiro. -La pregunta es ¿Qué no quiero hacerte? Me levanto y agarro su cabello para ponerla a ella de pie. Está a punto de gritar, pero rápidamente tapo su boca con la mano libre y la empujo hacia mí. Aprieto los dientes y le ordeno: -Camina, gacela. Te dije que no hagas nada. Ella hace lo que le digo, -P-por favor – Suplica. Girándose hacia mí. Un place que no logro explicar invade todo cuerpo y un escalofrío recorre mi espina dorsal. Me gusta que quiera mirarme, que no se de la vuelta y se esconda. Esos grandes ojos miel me miran de abajo arriba. Sé que está sopesando sus opciones, pero está pelea yo soy el único vencedor, y ella lo sabe. No tiene ninguna posibilidad. No es que le vaya a hacer daño. Siempre cumplo mi palabra. Por eso evito hacer promesas la mayor parte del tiempo. La veo humedecer sus carnosos labios. -¿Quieres dinero...? Sacudo la cabeza. -Boca abajo en la cama. Las manos detrás de la espalda – Ordeno. -¿Qué me vas hacer? -Obedece, gacela. Levanta las manos en señal de rendición y el movimiento hace que se levante un poco el short corto que lleva, dejando a la vista la parte posterior de sus muslos. Mis ojos se detienen en ellos, por unos segundos. Me relamo los labios, preguntándome a que saben. Me muero por abrirlos mientras entierro mi lengua en ella, tan profundamente hasta que me suplique a gritos que me detenga. -¿Sabes que te he visto la cara? – Me dice – En cuanto salgas de aquí, voy a ir a la policía y voy a denunciarte. Me acerco a ella y le clavo la pistola en el pecho, y un sollozo se libera. Causando que sus hombros tiemblan. Se desploma en la cama y hace lo que el digo como la buena chica que es. -No vas a hacer eso. Ambos lo sabemos. -¿Qué te hace pensar que no? -Por que te va a gustar lo que pienso hacerte y vas a desear que te de más. Tomo la mochila que había traído conmigo, la abro y saco lo que necesito. Me subo a horcajadas sobre ella. Coloco mi arma sobre mis jeans en la parte de atrás. Tomo sus pequeñas manos y las coloco detrás de su espalda, las aseguro con una brida y eso hace que jadee y solloce al mismo tiempo. Me pongo de pie y la observo allí, atada y lista para ser utilizada a mi antojo, para ser poseída por mí. Tomo aire, acomodo mi erección y hago acopio del poco control que me queda. -Gacela – La llamo – Abre esas hermosas piernas para mí, culo arriba. Aunque se lo pido tranquilamente el tono sale como una orden. -Dijiste que no me harías daño. -Y no voy a hacerlo. Ahora solo has lo que te digo. Entierra la cara en la cama. Muy despacio separa las rodillas, pone el culo en el aire. Me agacho entre sus piernas y puedo notar la mancha húmeda que tiene en el short. -¿Qué es lo que te tiene tan excitada? ¿El arma en tus costillas? ¿O que te tenga amarrada? La escucho maldecir y sonrío de lado. Mi chica se da cuenta de que ha sido atrapada. Puedo decir que para muchas personas la adrenalina de sentirse en peligro los excita. Muchos piensan que eso está mal, o que están dañados, pero es algo completamente normal, todas las personas tenemos diferentes maneras de excitarnos y de llevar el placer a ciertos límites, pero eso no quiere decir que haya algo mal en nosotros, solo somos diferentes. Lo normal está sobrevalorado y lo raro siempre es más exótico. La agarro por el cabello y la empujo hacia los postes de la cama, rápidamente me quito el cinturón. -¿Q-qué haces? – Intenta huir de mí, pero la sujeto con mi cuerpo. -Vamos a divertirnos un poco, gacela. -N-no. ¡Déjame! – Comienza a luchar, pero la someto. Paso el cuero por las hebillas del cinturón y lo meto en su boca. Lo paso por detrás de su cabeza y lo sujeto en la parte trasera del poste, donde lo sujeto al máximo. Ella comienza a despotricar improperios y yo solo retrocedo y la observo. La tengo a mi merced, toda para mí, podría hacerle lo que quisiera y ella simplemente lo disfrutaría, aunque lo niegue. Le excita el peligro, las situaciones de riesgo la llevan a su máxima excitación. Puedo ver en sus ojos que le aterra y le gusta al mismo tiempo. Observo como la saliva de corre por las mejillas y los ojos comienzan a ponerse vidriosos. Saco mi arma y la levanto y ella cierra los ojos mientras gime. Me acerco a ella y presiono el extremo del cañón contra la parte superior de su muslo. Hago un comino con él, recorro cada curva de sus maravillosas piernas, dibujando una línea imaginaria. Imaginando que son mis dedos lo que la recorren, que son mis labios lo que la acarician. Hago aun lado la tela del short y dejo al descubierto su ropa interior. Con delicadeza acaricio su coño, se estremece y abre los ojos para mirarme de nuevo. -Solo relájate – Digo – Voy a demostrarte cuanto placer puedo brindarte. Voy a meterme tanto en tu cabeza, que por mas que intentes sacarme no vas a poder. Haré que comiences a obsesionarte conmigo, tanto como yo ya lo estoy contigo. Vas a desearme, añorarme y a necesitarme tanto, que yo seré lo único que vas a necesitar para vivir. Voy a adueñarme de cada parte de ti, que al final si yo no estoy a tu lado, no vas a poder vivir. Parpadear y por fin deja que las lágrimas recorran su hermoso rostro. Caen en espirarles y yo me acerco y las lamo. Quiero probar todo de ella. -Son tan dulces. Asi como tú, gacela – Siseo – No me dirás que no ¿Verdad? Tiro de su tanga hacia un lado y paso mis dedos por su coño. Miro hacia abajo y froto mis dedos, esparciendo su humedad. La ropa interior no mentía. Solloza, pero sus caderas empujan hacia adelante. sonrío Le gusta, por mas que intente luchar, a ella le gusta lo que le estoy haciendo. Los seres humanos siempre le tememos a lo desconocido, y cuando probamos de ello y nos damos cuenta de que nos agrada, aun mas nos asustamos, ya que sentimos que estamos rompiendo nuestra zona de confort y que eso puede dañar todo nuestro sistema. La veo luchar, pero es inútil, solo se está resistiendo a que le de el placer que tanto desea y que mis palabras se conviertan en su realidad. -Déjame decirte algo, gacela. Escuché hace tiempo una frase que me ha gustado demasiado. Dice: "Lo que para una persona es el paraíso, para otra puede ser un verdadero infierno" Levanto la mano y destrozo su ropa interior. Bajo el arma por su cuerpo tembloroso, separo aun mas sus piernas y meto mi dedo, haciéndola gritar. No tengo mucho tiempo, así que, esto no va a ser lento. Va a ser duro. Levanto mi dedo y la pruebo y lo vuelvo a introducir, agregando otro dedo. Ella mueve sus caderas. Deslizo el arma en su coño y su respiración se vuelve errática. Veo como sus ojos se vuelven pesados, sus pupilas se dilatan y la mirada se le oscurece. Meto mis dedos una y otra vez, añadiendo un tercero y un cuarto en el proceso. Las lágrimas recorren como cascadas por sus mejillas, el cuerpo le tiembla. No quiero seguir perdiendo el tiempo, así que, deslizo la punta del cañón dentro de ella antes de sacarla y volver a meterla. Su precioso coño se abre para mí, y cierra los ojos. -Ojos abiertos – Demando – Quiero que me mires y veas como te doy un orgasmo con mi arma. Una vez que el cilindro esta lo bastante húmedo para entrar por si solo, mis dedos abandonan su coño y golpean sus pechos. -Ojos abiertos, gacela – Ordeno – No quiero volver a repetirlo. Ella obedece. -Buena chica. Su cuerpo se inclina hacia el mío y yo me muerdo una sonrisa. Comienzo a bombear con el arma dentro y fuera de ella, se agita contra el poste de la cama, pero en ningún momento cierra las piernas. Pellizco su pezón, tirando de él, abofeteando sus pechos y acaricio su rostro. Ella está sollozando, la saliva recorre su boca hasta llegar a su barbilla. Aparto mi arma y se hunde en la cama, abofeteo su coño, haciendo que grite. Empujo dos dedos dentro de ella. -¡Joder! Gacela, estas empapada – Gruño con los dientes apretados. La forma en la que se excita con mi arma follándola me muestra lo jodidamente retorcida que mi gacela será cuando llegue el momento de poseerla y la haga completamente mía. Me muerdo el labio inferior, hasta sentir el sabor de mi sangre. Estoy sorprendido lo que esta mujer me hace sentir. Dado a mi condición me molesta tocar a la gente, me molesta el contacto físico y sobre todo ensuciarme con algún fluido corporal, pero con ella, nada eso importa. Mientras mas la toco y mas la pruebo, mas la deseo. Cuando la vi, no quise obsesionarme, pero ahora que ya estoy, no pienso alejarme. Estoy hechizado, hipnotizado, por su sonrisa, sus ojos y esos labios, que me incitan a besarla, aun cuando odio hacerlo. Su dulce voz, la forma en que se mueve, lo bien que se desnuda. La seguiré acechando y esperando hasta que llegué el momento de hacerla completamente mía. Una vez lo consiga, nunca podrá escapar de mí. Ni siquiera si me lo suplica. Vuelvo a meter el cañón en su coño y esta vez no aflojo, la follo hasta que es un desastre. Cuando lo saco, lo sostengo frente a su rostro. -Mira húmeda que estas, pareces un rio. Nkazélla – Le susurro – Lo que hicimos esta noche, es nuestro pequeño secreto. Sé que no le dirás a nadie, porque sentirás vergüenza al contar y decir que lo disfrutaste tanto, que te corriste fuertemente. Acerco mis manos e intento acariciar una de sus mejillas, intenta apartar el rostro, pero no puede. -No dejes que otro hombre ponga una mano en ti, porque muere. Aquel que solo llegue a mirarte y hablarte, tambien muere – Advierto – Nadie toca lo que es mío. Y tú. Nkazélla ahora eres mía. Le quito la correa, desato sus manos. -No hagas nada estúpido – Le digo mientras me doy la vuelta para salir de la habitación, dejándola allí – Nos vemos pronto moró. Salgo de aquel apartamento con una erección que me está matando. Mi pecho palmita salvajemente mientras tanto de recuperar el aliento. Mierda. Mierda. Mierda. Eso fue... Esa mujer va a ser mi perdición, pero yo seré su infierno.
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