CAPITULO 2

1679 Palabras
GACELA Me encuentro en mi apartamento, no es muy grande, pero es bastante acogedor, estoy en un barrio bastante tranquilo, si así se podría decir, sé que tengo el dinero de mis padres, que podría estar viviendo como una princesa si lo quisiera, pero ahí está el problema, no quiero estar encerrada en una jaula de oro, donde no podría respirar si mis padres no me dieran el permiso. Adoro la libertad que tengo ahora, puedo hacer lo que quiera sin el temor de que mis padres me juzgaran. El timbre de mi puerta suena, espero que sea la comida que pedí, no quise preparar nada, me siento bastante exhausta con el evento que tuvimos hoy, así que, solo me di una ducha, pedí algo para cenar y pienso ponerme a ver alguna película o leer un libro mientras me atiborro de comida. Camino hacia la puerta, cuando abro, mis ojos se explayan, esta no es la comida que pedí. -¡Joder! Amelia, te he extrañado como un loco – Sebastián respira en mi nuca, acorralándome contra la pared. Estoy segura que mi espalda y mi culo van a doler mañana por la mañana. Blanqueo mis ojos, comienza a lamer mi cuello y jadea cuando clava su erección en mi muslo. -¡Hola! – Le digo – En mis tiempos se saludaba. -¡Lo siento, cariño! – Sisea – Estoy emocionado por verte. Me tiene inmovilizada contra la fría pared. Siento como si alguien nos estuviera observando, con desprecio y decepción, una fría brisa recorre mis piernas desnudas, ya que solo llevo una gran camisa. -¿Qué haces aquí? – Pregunto, tratando de huir de su agarre. -Queria verte – Susurra – Moría por verte. No hay mucha luz, ya que tengo básicamente todas apagadas, el lugar solo es iluminado por la luz del televisor y una pequeña lámpara que hay en mi sala. El pasillo del edificio está completamente entre las sombras, y solo espero que cualquier espectro que nos esté acechando salga de la oscuridad para poder huir y cerrarle en la cara la puerta a Sebastián. Sebastián comienza a murmurar cosas sucias en mi oído, sigue besándome el cuello, restregándome la erección en mi muslo, y yo sigo aquí, dejando que lo haga, creo que Emma tiene razón, me vendría bien un poco de sexo, necesito desfogar todo mi estrés y este imbécil ha venido a mí, como mandado del cielo. La verdad es que no estoy excitada en lo más mínimo, mi cabeza solo maquina la manera de hacer que se aleje de mi espacio personal, ya que está robándome el oxígeno, Sebastián le tiene miedo a la oscuridad y si le digo que creo que acabo de ver algo en el pasillo, se asustara tanto, que tendrá vergüenza después para volverme hablar. Cuando intento llevar acabo mi plan, jadea y se aleja un poco, su respiración está agitada por todos los besos que me ha dado, bueno, si eso se puede decir que son besos, básicamente me estaba comiendo la boca, creí que en cualquier momento me tragaría completa. Su cabello castaño está despeinado por mis manos y su piel blanca como la nieve está manchada con un poco de rubor. Sebastián es guapo, es alto, tiene buen cuerpo, unos grandes ojos color verdes, es ardiente como el pecado, su sonrisa tiene esa combinación de coquetería con ternura, lástima que no sepa follar y sea un completo imbécil. -Vamos a tu dormitorio – Jadea – Necesito estar dentro de ti ya. Lo miro de arriba abajo, debatiendo si realmente quiero tener su polla dentro de mí, sé que dije que sería buena idea, pero ahora no creo que me sirva de mucho, acabo de perder las ganas de que me entierre su polla en mi preciado coño. Doy un suspiro, ya que, ya está aquí. Trato de jugar sacando mi enorme camisa por encima de la cabeza, hago que entre a mi apartamento y cierro la puerta, extiendo mi mano y hago que me siga por el pasillo que da hasta mi habitación, vuelve a empotrarme en la primera pared que encuentra y otra vez comienza a comerme la boca. Extiende la mano para arrancarme el sostén, espero que no lo rompa, porque tendría que golpearlo por eso, pero en el proceso se congela cuando un fuerte golpe nos interrumpe la faena. El sonido nos sorprende a los dos, ya que es tan repentino y violento que no puedo evitar jadear, el sonido proviene de mi sala de estar. El corazón comienza a latir con fuerza dentro de mi caja torácica, mis ojos se encuentran con los de Sebastián en un silencio sepulcral. Alguien está tocando la puerta y no suena muy bien y alegre que digamos. -¿Cariño, estabas esperando a alguien más? – Su voz tiene un dejo de nerviosismo. Deja caer sus manos, su rostro ha cambiado, se le nota la molestia por la interrupción. -No, es más, no te espera a ti tampoco y ya ves, aquí estas. Respiro, me acomodo la camisa y me apresuro a ir a la sala, al llegar me tomo un tiempo por ver a la ventana, la calle está sola, vivo en un tercer piso, y tengo una hermosa vista hacia la calle. Como no veo nada extraño veo por la rendija de la puerta, el pasillo está vacío tambien. Mis cejas se arrugan. -¿Vas abrir la puerta? – Pregunta estúpidamente. Blanqueo los ojos, como lo dije, la estupidez de Sebastián opaca todo lo demás. Tomo otro respiro, algo en ese toque me tiene en alerta, el golpe sonó agresivo, era como si estuvieran enfadados, llenos de ira. Se siento como si alguien hubiera tocado la puerta con todas sus fuerzas. Sebastián me mira expectante, él tendría que estar haciendo esto, pero como es un imbécil miedoso, aquí estoy yo, poniendo la cara, ya recuerdo por qué fue que lo dejé. Resoplando, desbloqueo la puerta, y la abro. Como lo pensé no hay nadie, el pasillo está oscuro y vacío. Pero tengo una extraña sensación, un corrientoso recorre toda mi espina dorsal y la piel se me pone de gallina. Fácilmente alguien podría estar mirándome desde la oscuridad del pasillo, pero me es imposible verlo con tanta oscuridad. Doy un paso hacia atrás, por mucho que me encante las películas de miedo, el misterio, el terror, no soy tan estúpida para caminar por el pasillo vacío y oscuro para cerciorarme que no hay nadie. Siento la presencia de Sebastián detrás mío, tambien está observando el largo y solitario pasillo. Mi cuerpo se estremece, siento que alguien está observándonos, estoy segura de ello, es una extraña sensación, pero está allí, cavando en mi ser. Un escalofrió recorre mi columna, tengo la misma sensación de adrenalina cuando estoy viendo una película de terror o algún documental de asesino enserie. Corazón comienza a latir y luego un gran peso se acentúa en mi estómago, me muevo, pero no estoy cómoda, la sensación de que estoy siendo observada persiste en mi interior. Es algo aterrador, pero excitante a la vez. Giro sobre mis talos y me doy cuenta de que ya Sebastián está a medio vestir caminando hacia mi habitación. -¿Es enserio? – Resoplo. Idiota de mierda. No puedo creer que todavía piense en follar, cuando alguien acaba de tocar a la puerta, como si quisiera partirla y entrar. Y este idiota está a medio vestir, pensando en terminar lo que comenzó, camino hacia él, y cuando menos lo espero, me toma entre sus brazos, acorralándome nuevamente contra la pared y lamiendo mi cuello, como si fuera una jodida paleta. -¿Qué pasa? – Su tono incrédulo hace que mi sien esté a punto de explotar. -¿Quieres follar, escuchando lo que acabamos de escuchar? Alguien golpeo la puerta de una manera poco convencional, fue algo aterrador porque no había nadie. No estoy de humor para follar en estos momentos, toda la calentura que tenía, si así se le podría decir, acaba de esfumarse. Veo como Sebastián me mira, sus cejas están fruncidas y me mira como si estuviera viendo otra cabeza saliendo de mí. -No hablas en serio ¿Verdad? – Ladra – No puedes dejarme así. La ira brilla en esos hermosos ojos verde, el tipo está indignado, y no sé de qué va todo esto, es un fracaso follando. -Si, hablo en serio – Chasqueo la lengua – Ahora vístete y largo de mi apartamento. -¡Joder! Amelia – Ladra. Está enojado, se le puede ver, veo como comienza a vestirse. Lo veo salir corriendo por el pasillo, agarrando las prendas que había dejado en el camino hacia mi habitación. Cuando está a mitad del pasillo se detiene y se gira para mirarme. -Eres una maldita perra, todo lo que haces es calentarme los huevos y estoy harto de eso. Esto se acabó, ya terminé contigo, quédate con tu aburrida vida y tu maldito apartamento espeluznante – Me dice señalándome con los dedos. -Eres un imbécil y realmente no sabes follar, así que largo de mi apartamento antes de que te saque a patadas. Sus ojos se abren con sorpresa, y luego se estrechan en finas rendijas, es como si viera todo en cámara lenta, ya que se echa hacia atrás, cierra su mano en un puño y lo lanza contra la maldita pared de mi apartamento, haciendo que el yeso se agriete. Un grito ahogado sale de mi garganta, cuando noto el enorme cráter que ha dejado en mi jodida pared. Mi boca se abre y se cierra como un pez bajo el agua. -Como no pude conseguir tu agujero, pensé en crear uno, para entrar esta noche, maldita perra – Escupe. -¡Maldito! Eres un imbécil – Ladro. Veo como camina hacia la salida de mi apartamento y después de unos segundos se escucha un fuerte portazo. Espero que la persona que estaba acechándonos allí afuera, todavía esté allí y lo mate por cabrón. Es lo menos que se merece.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR