Capítulo 31: La Caza de la Verdad

1188 Palabras
Miro fijamente los documentos que se encuentran en mi laptop. En estos días, me he dado a la tarea de ingresar al túnel a escanear cada carpeta que se encuentra allí. No las estoy leyendo; solo escaneo cada documento. Este proceso me servirá como un buen respaldo, permitiéndome leerlos con calma cuando esté sola en mi habitación, lejos de miradas indiscretas. Cada carpeta de documentos la estoy organizando tal como salía en el túnel, y por si fuera poco, le tomo fotos a cada estante para que, si en algún momento los tengo que usar a mi favor, no quede duda de la veracidad de ellos. Es una copia de seguridad perfecta, un respaldo de la verdad. Suelto un suspiro agotado. Son demasiadas carpetas, demasiada información, y no voy ni tan siquiera por la mitad del primer túnel. La frustración me carcome. La conversación que tuve en la mañana con mi padre me dejó pensando: aunque me había contado sobre la empresa, no lo hizo realmente. Hay una que otra redundancia en no especificar algunas cosas, por ejemplo, la mercancía que transportan. Un dolor de cabeza empieza a formarse detrás de mis ojos. Mi instinto me grita que hay algo más. Y es algo verdaderamente malo, estoy casi segura de que es así, por todo lo que he descubierto en mi estancia aquí, solo tengo que descubrir la conexión, ya sea por mi cuenta o logrando que mi padre me lo cuente, lo cual creo que es mucho más complicado. Alejandro y su padre se van a quedar hasta mañana supuestamente. La vida en la mansión sigue en pausa, sobreviviendo sólo con las dos empleadas que mi padre permitió que se quedarán. Eso sí, hay más guardias que nunca, y la sensación de estar vigilada es constante. Es una jaula de oro, pero una jaula al fin y al cabo. Me recuesto en la silla viendo fijamente la pantalla de mi laptop. Debo escribirle al director de la universidad para que me acepte nuevamente, esta vez en las clases presenciales y no con tutores privados. Con esa idea en mente, ingreso en mi correo, redactando una solicitud formal. Estoy a punto de enviar el correo cuando un golpe en la puerta me detiene. —¿Quién es? —pregunto con fastidio. No obtengo respuesta. Solo veo cómo la puerta se abre, dejando entrar a Alejandro. Dios mío, no ahora. No tengo paciencia para esto hoy. Pongo una forzada sonrisa, mi mirada fija en él, y la de él en mí. —Hola, mi amor, ¿cómo estás? No te había visto desde el almuerzo —dice él, acercándose a mí. Me deja un breve beso en los labios y me aguanto la arcada de asco. El beso es superficial, de pura formalidad, pero el contacto me revuelve el estómago. Él se separa y yo sonrío levemente. —Bien, solo estaba haciendo unas cosas de la universidad y he estado un poco cansada. —¿Estás cansada hasta para tener nuestro momento de pasión? —susurra con la voz ronca—. Es que te deseo tanto, mi Luna. Ahí vamos otra vez. Doy una pequeña sonrisa. —Sí, me siento muy mal, Ale. Además, estoy en mis días, no es muy cómodo hacerlo así. Él me da una mirada rápida. —Un buen soldado no tiene miedo a manchar su espada, pero entiendo que no quieras. Mejor me voy, así terminas de hacer lo que estás haciendo de la universidad. —Prometo recompensarte cuando me mejore —prometo. Él me sonríe, asiente y se marcha, satisfecho con la promesa. Suspiro con pesadez. Hoy no tenía ánimo de soportar tener intimidad con él otra vez. Solo espero no haberlo arruinado. Fijo mi vista nuevamente en la pantalla de mi laptop, le doy una última revisada al correo y lo envío. Mañana es domingo, y el lunes voy a tener la oportunidad de conocer la empresa. Desde allí, tal vez tenga la oportunidad de averiguar algo más. Por otro lado, Valentina. Después de que me habló de más y mi padre la golpeó, misteriosamente se fue de viaje de trabajo. ¿Cuál era esa verdad, Valentina? Y ¿por qué si es tan mala no me has contado nada? Necesito encontrar respuestas. Empiezo a leer los documentos que ya tengo organizados en mi laptop. Abro otra pestaña donde empiezo a anotar todos los nombres y números de identificación que me salen. Una vez que termino de anotarlos, abro cierta página donde podemos investigar si una persona está viva o no, y su dirección actual. Empiezo a buscar uno por uno, y todos salen en el sistema como muertos, o como si nunca hubieran existido. Eran familias enteras. Me tapo la boca con la mano, sintiendo la bilis subir por mi garganta. Mi corazón se acelera, latiendo contra mis costillas como un pájaro enloquecido. ¿A cuántas personas más habían desaparecido? ¿Qué tipo de secretos ocultan para que el mundo no pudiera saber de ellos? Prefieren matar a muchos inocentes antes de que la naturaleza del negocio corra el riesgo de salir a la luz. Me pongo de pie, caminando de un lado a otro. Me paso las manos por la cara y el cabello repetidas veces. Son unos monstruos, Dios mío. Las lágrimas salen sin parar, quemando mi piel. No puedo respirar. El aire en la habitación parece haberse hecho más denso, asfixiante. Ellos son unos monstruos… y yo… me estoy convirtiendo en uno de ellos. —No —digo en voz alta, mi voz temblando por la furia y el dolor—. Yo no seré como ellos. Yo voy a ser la que los destruya, la que haga justicia por todas esas personas inocentes. Las lágrimas siguen saliendo sin control, pero esta vez, el dolor se transforma en una determinación fría. Necesito hablar con Valentina, por algo se puso tan histérica, por algo me estaba advirtiendo que no me metiera en esto, y yo debo conseguir la manera de sacarle esa verdad que tanto le da miedo y que a la vez no me quiere contar. Necesito pensar con la mente fría, no me puedo derrumbar. Simplemente tengo que llegar al final de todo esto. Lo primero es terminar de hacer un registro de toda la información que se encuentra a mi alcance. Cada carpeta, cada estante, cada documento cuenta. Mucho más ahora que tengo más que claro que, sea lo que sea, lo voy a destruir. Voy a acabar con esto y voy a hacer justicia por todas aquellas personas. Voy a ser la perdición de mi padre. Voy a terminar con todo esto y luego voy a vivir mi vida tranquila. Buscar a Daniel, porque en este momento no lo quiero poner en riesgo. Espero conseguir la verdad para poder salir de este laberinto de misterios. Con la determinación al cien por cien, cierro la puerta de la habitación con llave para que nadie pueda entrar, me dirijo al túnel y, con la mente fría, empiezo a escanear cada documento. Así tenga que pasar toda la noche despierta, trataré de avanzar lo más que pueda.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR