Me despierto, encontrándome con unos preciosos marrones mirándome fijamente, esos que no se me quitan de la cabeza y con los que llevo soñando desde que los vi.
- ¿Llevas mucho despierta? - Susurro, estirándome y soltando un pequeño bostezo.
- Apenas unos minutos. – Contesta, acercando su mano a mi rostro para acariciar mi mejilla con suavidad.
Se va a acercar a mi cuando un golpe suena fuera de la habitación, golpe que suena a cristal roto. Hayley mira hacia la puerta, y después a mí.
- Espera aquí. - Digo, levantándome de la cama.
Salgo corriendo de la habitación y veo a Jud recogiendo un vaso roto en el suelo.
- No llego. - Contesta a mi pregunta no formulada, haciendo pucheros.
- Eres muy bajita. - Digo con burla, cogiendo un vaso de la estantería y entregándoselo.
- Y tu una mala amiga. - Me fulmina con la mirada. - Me dejaste sola.
- Sí... bueno.
- ¿Dónde narices estabas? - Llena su vaso con zumo de naranja.
- Ehm... yo estaba... ehm... - Digo nerviosa mientras juego con mis manos. - Sé que va a sonar mal, pero... me he liado con la profesora de francés. - Sus ojos se abren como platos y escupe el zumo sobre mí, manchándome toda la camiseta de zumo y babas.
- ¿Qué has hecho qué?
- Gracias por tu baño de zumo. - Miro mi camiseta con asco. - Me he liado con ella, y está aquí.
- Vale, bien, de acuerdo. - Deja el vaso vacío encima de la isla y vuelve a mirarme. - Estás de coña, ¿Verdad?
- No, no es broma. - La puerta de mi habitación se abre, interrumpiéndonos, y sale Hayley de ella.
- Ya puedo verlo. - Murmura mientras mira a la profesora con una sonrisa. - Bon jour. - Como no, siempre haciendo la pelota, da igual que estemos aquí en un momento incómodo en el que yo le digo que me he liado con nuestra profesora.
- Hola. - Dice ella, avergonzada, con las mejillas teñidas de un suave color rojo. – Perdón por interrumpir, pero…
- Se lo he contado. - Digo, cortándola. Ella mira a Judith y después a mí.
- Tú tan directa como siempre. – Rechista Jud. - ¿Tú y ella? – Pregunta, mirándonos a ambas, pero antes de que pueda responder Hayley habla.
- Todo esto es por mi culpa...- Dice. - Lo siento.
- También es mía. – Añado, fijando la mirada en ella, sin saber cómo continuar.
- Ali, ¿Podemos hablar en privado?
Antes de que pueda contestar, Jud me lleva a mi habitación tirando de mi brazo.
- Así que por eso estabas tan rara estos días, ¿Eh? – Dice ella en cuanto nos adentramos en la habitación.
- Es posible. – Contesto, pasando una mano por mi pelo. Pero, ella, a pesar de la situación tan incómoda que estoy viviendo, suelta una gran carcajada.
- Te mola la profe. - Añade, con una pequeña risa.
- ¡Pero cállate! - Miro en dirección a la puerta, que no está cerrada. – No estoy segura de si me gusta o no.
- Pero, si os habéis liado.
- No sé si ella quiere esto, es decir, es mi profesora. – Pienso que lo que paso ayer fue más por el efecto del alcohol, no creo que realmente esté interesada en mí.
- Se ha quedado toda la noche, si lo hace es porque quiere fondue. - Pongo los ojos en blanco al escuchar la palabra "fondue". Ella y sus miles de formas de ponerle nombre al sexo.
- No digas fondue. - Ella sonríe tímidamente, aparentando ser una niña buena. - Yo fui la que insistió en que se quedara, no me hacía gracia que volviera sola a esas horas y ebria.
- ¿No hicisteis nada? ¿Solo dormir? – Asiento con la cabeza, contestando a su pregunta. - ¿Entonces por qué tanto drama?
- Porque me he liado con mi profesora ¿Quizás?
- Que se quede en eso, un lío de una noche. Problema solucionado.
- Creo que para mí no fue solo un rollo de una noche. – Susurro, intentando que Hayley no lo escuche.
- Que bonito… A Ali le gusta… - Antes de que termine la frase la golpeo con fuerza en el brazo. - ¡Ay! - Se queja, tocándose la parte afectada por el golpe.
- Sigo diciendo que no estamos solas.
- Perdón, perdón. Bruta. - Mira su brazo. - Se me ha dormido. - Sonrío con satisfacción.
- Siento interrumpir, pero es mejor que me vaya. – Dice Hayley, apareciendo por el marco de la puerta.
Enseguida, voy hasta ella para coger sus manos y llevarla hasta el salón. No quiero que cierta persona cotilla escuche nuestra conversación, aunque se va a enterar igual.
- ¿Podemos hablar? - Pregunto, a lo que ella asiente con la cabeza. - Quiero dejar las cosas claras, ¿Significó algo para ti lo de esta noche?
- Sí. - Responde, mordiendo su labio inferior. - ¿Y para ti?
- Sí…
Pone sus manos en mis mejillas, haciendo que sienta el calor de su piel sobre la mía. Noto que se pone de puntillas para acercarse más a mí, y un segundo después sus labios se posan con delicadeza sobre los míos, pero por poco tiempo, aún que el suficiente para que mi respiración se acelere, al igual que la suya.
- Me gustaría conocerte mejor. – Añade, separándose un poco de mi para poder mirarme a los ojos. - ¿Tienes planes para esta noche?
- No.
- Perfecto, ¿Te recojo a las nueve?
- Vale.
Ambas vamos a mi habitación, donde Judith ya no está, y ella se quita la camiseta larga que le preste para quedarse medio desnuda frente a mí.
Eso sí, de espaldas.
Ella recoge parte de su ropa del suelo, y la otra encima del pequeño sillón, y se viste.
Según termina de arreglarse, sale de la habitación para dirigirse a la entrada.
Da media vuelta, mirándome con una amplia sonrisa, y se acerca a mí para dejar un suave beso en mi mejilla.
- Au revoir, Alissa (Adiós, Alissa). - Se despide, con su increíble acento francés.
Según se cierran las puertas del ascensor, con ella dentro, cierro la puerta de entrada y doy media vuelta para encontrarme con una sonriente Judith.
- ¡Tienes una cita con la profesora! – Grita con euforia.
- Sí, tengo una cita.