Capítulo 4

1104 Palabras
Me despierto, encontrándome con unos preciosos marrones mirándome fijamente, esos que no se me quitan de la cabeza y con los que llevo soñando desde que los vi. - ¿Llevas mucho despierta? - Susurro, estirándome y soltando un pequeño bostezo. - Apenas unos minutos. – Contesta, acercando su mano a mi rostro para acariciar mi mejilla con suavidad.  Se va a acercar a mi cuando un golpe suena fuera de la habitación, golpe que suena a cristal roto. Hayley mira hacia la puerta, y después a mí. - Espera aquí. - Digo, levantándome de la cama. Salgo corriendo de la habitación y veo a Jud recogiendo un vaso roto en el suelo. - No llego. - Contesta a mi pregunta no formulada, haciendo pucheros.  - Eres muy bajita. - Digo con burla, cogiendo un vaso de la estantería y entregándoselo. - Y tu una mala amiga. - Me fulmina con la mirada. - Me dejaste sola. -  Sí... bueno. - ¿Dónde narices estabas? - Llena su vaso con zumo de naranja. - Ehm... yo estaba... ehm... - Digo nerviosa mientras juego con mis manos. - Sé que va a sonar mal, pero... me he liado con la profesora de francés. - Sus ojos se abren como platos y escupe el zumo sobre mí, manchándome toda la camiseta de zumo y babas. - ¿Qué has hecho qué? - Gracias por tu baño de zumo. - Miro mi camiseta con asco. - Me he liado con ella, y está aquí. - Vale, bien, de acuerdo. - Deja el vaso vacío encima de la isla y vuelve a mirarme. - Estás de coña, ¿Verdad? - No, no es broma. - La puerta de mi habitación se abre, interrumpiéndonos, y sale Hayley de ella. - Ya puedo verlo. - Murmura mientras mira a la profesora con una sonrisa. - Bon jour. - Como no, siempre haciendo la pelota, da igual que estemos aquí en un momento incómodo en el que yo le digo que me he liado con nuestra profesora. - Hola. - Dice ella, avergonzada, con las mejillas teñidas de un suave color rojo. – Perdón por interrumpir, pero… - Se lo he contado. - Digo, cortándola. Ella mira a Judith y después a mí. - Tú tan directa como siempre. – Rechista Jud. - ¿Tú y ella? – Pregunta, mirándonos a ambas, pero antes de que pueda responder Hayley habla. - Todo esto es por mi culpa...- Dice. - Lo siento. - También es mía. – Añado, fijando la mirada en ella, sin saber cómo continuar. - Ali, ¿Podemos hablar en privado? Antes de que pueda contestar, Jud me lleva a mi habitación tirando de mi brazo. - Así que por eso estabas tan rara estos días, ¿Eh? – Dice ella en cuanto nos adentramos en la habitación. - Es posible. – Contesto, pasando una mano por mi pelo. Pero, ella, a pesar de la situación tan incómoda que estoy viviendo, suelta una gran carcajada. - Te mola la profe. - Añade, con una pequeña risa. - ¡Pero cállate! - Miro en dirección a la puerta, que no está cerrada. – No estoy segura de si me gusta o no. - Pero, si os habéis liado. - No sé si ella quiere esto, es decir, es mi profesora. – Pienso que lo que paso ayer fue más por el efecto del alcohol, no creo que realmente esté interesada en mí. - Se ha quedado toda la noche, si lo hace es porque quiere fondue. - Pongo los ojos en blanco al escuchar la palabra "fondue". Ella y sus miles de formas de ponerle nombre al sexo. - No digas fondue. - Ella sonríe tímidamente, aparentando ser una niña buena. - Yo fui la que insistió en que se quedara, no me hacía gracia que volviera sola a esas horas y ebria. - ¿No hicisteis nada? ¿Solo dormir? – Asiento con la cabeza, contestando a su pregunta. - ¿Entonces por qué tanto drama? - Porque me he liado con mi profesora ¿Quizás? - Que se quede en eso, un lío de una noche. Problema solucionado. - Creo que para mí no fue solo un rollo de una noche. – Susurro, intentando que Hayley no lo escuche. - Que bonito… A Ali le gusta… - Antes de que termine la frase la golpeo con fuerza en el brazo. - ¡Ay! - Se queja, tocándose la parte afectada por el golpe. - Sigo diciendo que no estamos solas. - Perdón, perdón. Bruta. - Mira su brazo. - Se me ha dormido. - Sonrío con satisfacción. - Siento interrumpir, pero es mejor que me vaya. – Dice Hayley, apareciendo por el marco de la puerta. Enseguida, voy hasta ella para coger sus manos y llevarla hasta el salón. No quiero que cierta persona cotilla escuche nuestra conversación, aunque se va a enterar igual. - ¿Podemos hablar? - Pregunto, a lo que ella asiente con la cabeza. - Quiero dejar las cosas claras, ¿Significó algo para ti lo de esta noche? - Sí. - Responde, mordiendo su labio inferior. - ¿Y para ti? - Sí… Pone sus manos en mis mejillas, haciendo que sienta el calor de su piel sobre la mía. Noto que se pone de puntillas para acercarse más a mí, y un segundo después sus labios se posan con delicadeza sobre los míos, pero por poco tiempo, aún que el suficiente para que mi respiración se acelere, al igual que la suya. - Me gustaría conocerte mejor. – Añade, separándose un poco de mi para poder mirarme a los ojos. - ¿Tienes planes para esta noche? - No. - Perfecto, ¿Te recojo a las nueve? - Vale. Ambas vamos a mi habitación, donde Judith ya no está, y ella se quita la camiseta larga que le preste para quedarse medio desnuda frente a mí. Eso sí, de espaldas. Ella recoge parte de su ropa del suelo, y la otra encima del pequeño sillón, y se viste. Según termina de arreglarse, sale de la habitación para dirigirse a la entrada. Da media vuelta, mirándome con una amplia sonrisa, y se acerca a mí para dejar un suave beso en mi mejilla. - Au revoir, Alissa (Adiós, Alissa). - Se despide, con su increíble acento francés. Según se cierran las puertas del ascensor, con ella dentro, cierro la puerta de entrada y doy media vuelta para encontrarme con una sonriente Judith. - ¡Tienes una cita con la profesora! – Grita con euforia. - Sí, tengo una cita.
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