—Papá, ¿puedo preguntarte algo? Espero que no te lo tomes a mal. —Indago, cerrando la puerta de su habitación a mis espaldas. Papá está en su lado habitual de la cama, vestido con un nuevo pijama de satén que le compré hace una semana y, para mi sorpresa, su rostro está totalmente afeitado. No se había afeitado en meses.
Hm... quizás Gian tiene razón. Me pregunto por qué no me ha contado que está enamorado de su muy joven, recién soltera y linda enfermera. ¿Piensa que lo despreciaré por eso? Tal vez le sea difícil hablar con su hija sobre algo tan personal. Los sentimientos y las emociones son cosas complicadas, y a menudo superan nuestra lógica. Solo espero que sepa que no lo juzgaré y que siempre apoyaré sus decisiones.
La imagen que me ha dado mi italiano favorito hace tan solo dos ho
