Emely.
Me detuve frente a la imponente fachada de cristal y acero de Morrison Media. Hoy, finalmente, mi vida tomaba un giro decisivo. Iba a empezar a vivir mi sueño, incluso si el precio era convertirme en la prometida de utilería de tres hermanos devastadoramente atractivos.
Toda la noche me la pasé rumiando preguntas: ¿Por qué no consiguen novias reales? ¿Son homosexuales que ocultan su verdad? ¿Por qué la farsa debe ser un compromiso polígamo? ¿Comparten la visión de sus padres? Espero, de verdad, que algún día obtenga las respuestas detrás de este enigma.
No soy una persona dada a la mentira; me considero directa y franca, siempre dispuesta a decir lo que pienso. Pero ahora, debo asumir un papel. Solo espero sacar el mayor provecho de esta situación: asegurar contratos de modelaje, visibilidad, y el dinero suficiente para mis clases de canto y baile. Si para lograrlo tengo que fingir amor delante del mundo, lo haré.
Al entrar, el set de grabación era un hervidero de actividad. Pude distinguir a mis nuevos jefes y falsos prometidos. Los tres estaban inmersos en una conversación, con esa aura de poder que solo da la riqueza heredada y el control absoluto.
Al acercarme, noté el contraste en sus trajes. Dean, el presidente, impecable en un traje gris oscuro, corbata, con el saco abrochado y el cabello n***o perfectamente domado, acentuado por una barba sutil que le daba un aire de autoridad. Su reloj Rolex y los anillos discretos gritaban lujo y control. Dennis, el vicepresidente, vestía un traje n***o más relajado, pero no menos caro; su saco estaba desabrochado, revelando el inicio de tatuajes en el pecho y cuello, contrastando con unas gafas de lectura que portaba. Su cabello, ligeramente desordenado, y la falta de barba le daban un aire de intelectual distante. Darren, el artista, era el más informal: pantalones beige, camisa blanca con mangas arremangadas hasta los codos, dos botones sueltos y una barba sexy. Sus zapatos deportivos, en lugar de los clásicos de vestir de sus hermanos, confirmaban su rol de espíritu libre.
Sacudí la cabeza, obligándome a dejar de analizarlos como piezas de arte. Carraspeé levemente para llamar su atención, sintiendo el peso de sus tres miradas. Intenté ocultar mi nerviosismo bajo una sonrisa brillante.
—Buenos días. Espero no haber llegado tarde.
—Buenos días, Emily —Darren se acercó, y pude percibir la calidez de su fragancia varonil—. Llegaste justo a tiempo. Aún están ajustando la iluminación en el set. Es mejor que vayas al vestuario para que te preparen.
—Después de esto, hablaremos en mi oficina sobre el otro asunto que debemos atender sin demora —intervino Dean. Su voz era grave y demandante.
Levanté una ceja ante el tono imperativo. Si no estuviéramos rodeados de gente y él no fuera mi jefe, le habría respondido de inmediato. Pero, por ahora, dejé pasar su arrogancia. Obedecí, caminando hacia los camerinos, donde el ajetreo de estilistas, maquilladores y modelos ya era considerable.
Me asignaron a una chica morena que se encargó de mi cabello y maquillaje.
—¿Nerviosa? —me preguntó ella.
—Trato de no estarlo. Es mi primer comercial real.
—¿Real? —dijo, dubitativa.
—He practicado mucho. Mi mejor amigo me grababa para acostumbrarme a las cámaras.
—Es un buen inicio. Luego te acostumbrarás —Ella terminó de acomodar los rizos que me había hecho—. Me sentí igual cuando empecé como estilista. Dudaba si era lo suficientemente buena, pero me armé de valor y seguí adelante.
Sonreí. —Creo que a todos nos pasa cuando queremos demostrar lo que somos capaces. —Me miré en el espejo, sintiéndome increíblemente hermosa y profesional por primera vez—. Eres muy buena en tu trabajo.
—Gracias —me devolvió la sonrisa.
—¿Emely Baker? —preguntó una asistente con una tablet.
—Aquí —Levanté la mano.
—Comienzas en unos minutos. Dirígete al set número tres.
—Suerte —me deseó la morena.
—Gracias. —Salí y caminé hacia el set asignado—. Buenos días a todos.
—Buenos días —El director me saludó—. Hoy grabaremos el comercial que vas a protagonizar. Por favor, colócate en el centro. Practicaremos un par de veces los movimientos y las expresiones para evitar fallos en la toma.
Después de dos intentos de práctica, grabamos el comercial tres veces. Al final, la segunda toma fue la elegida. El equipo elogió mi trabajo, destacando mi potencial a pesar de ser novata. Me sentí invencible. Agradecí a todos y volví al camerino para cambiarme y agradecer a las estilistas por su impecable labor.
Al salir, Dennis me esperaba. Al verme, solo asintió y comenzó a caminar, sin decir una palabra. Lo seguí hacia la oficina de Dean.
Desde lejos, su distancia era evidente. Es un hombre callado y frío, pensé. Espero no tener problemas con él o con su hermano mayor, porque tiendo a ser muy impulsiva. Al llegar a la oficina, abrió la puerta sin tocar; al menos tuvo la cortesía de dejarme entrar primero.
—Hiciste un trabajo magnífico. Nos sorprendiste para ser tu primera vez —El elogio de Darren me infló el pecho.
—Gracias, me esforzaré al máximo —le sonreí. Con Darren, la atmósfera era inmediatamente más relajada.
—Siéntate —ordenó Dean, su voz volvió a ese tono dominante.
Crucé mis brazos y levanté una ceja, desafiándolo. —Se dice "por favor". Las cosas se piden, no se ordenan.
Él sonrió de medio lado, una expresión compleja que me hizo temblar levemente. —Siéntate, por favor. ¿Ahora sí lo harás?
—Lo haré. —Tomé asiento en el mismo lugar que el día anterior.
—Bien —dijo Darren, mirando a su hermano y luego a mí—. Queremos explicarte el trasfondo de este compromiso. Ayer teníamos demasiados cabos sueltos. Verás, nuestros padres son conocidos por su relación polígama; los tres han estado juntos desde la universidad. Por eso, nos han presionado desde siempre para que nosotros también nos comprometamos y tengamos una familia. Algo que, salvo yo, ninguno desea.
Darren hizo una pausa cargada de significado. —Hace un mes, nuestra madre habló de ti, maravillada, porque no la juzgaste por su relación. Eso le dio la idea de que serías una buena nuera. La presión subió tanto que nos dieron un ultimátum: conseguir una pareja o perder la empresa. Sabiendo que son capaces de cualquier locura para controlarnos, recurrimos a ti.
—Así que, por eso me eligieron como su prometida.
Dennis asintió con la cabeza, su voz desprovista de emoción. —Buscamos la solución de ganar-ganar. Nosotros aseguramos la empresa y la felicidad de nuestros padres. Y tú impulsas tu carrera de modelo, consigues contratos y visibilidad en revistas y comerciales.
—Agradezco la oportunidad. Si no hubiera conseguido este trabajo, habría abandonado mis sueños y me habría resignado a otro empleo de medio tiempo —miré mis manos—. ¿De verdad creen que tengo talento? Si mi respuesta a su propuesta hubiera sido "no", ¿me habrían contratado?
—Tienes talento —afirmó Dean, con una severidad que autentifica el cumplido—. Aún te falta pulir, pero eres muy buena. Y respecto a la otra pregunta: sí, aun si hubieras dicho que no, habrías sido contratada. Fuiste una de las pocas elegidas por mérito.
Sentí una oleada de felicidad. Que ellos, hombres de negocios sin sentimentalismos, creyeran en mi talento, era un alivio inmenso. La mayoría de la gente solo veía mi falta de experiencia o mi origen humilde.
—Pediremos el almuerzo. ¿Te gustaría comer con nosotros? —Darren me ofreció su sonrisa radiante.
Dios, no me sonrías así.
—Me encantaría —jugué con mis dedos—. ¿Cuándo me mudo con ustedes? Pregunto para tener mis cosas listas y prepararme mentalmente.
—Si no tienes inconveniente, nos gustaría que fuera mañana mismo —dijo Darren—. Mientras más rápido te acostumbres a nuestro entorno, más fácil será presentarte a nuestros padres.
—Está bien —respiré hondo.
Todo en mi vida iba a cambiar. Espero que sea para mejor. Ya he pasado por demasiado para renunciar a mis sueños. Haré mi mayor esfuerzo para recorrer este difícil camino que elegí por encima de mi familia y mi propia comodidad.